Tu dulce voz me atraviesa como olas rompiendo contra la costa, dejando un rastro de espuma y arena en mi ser. La intensidad de tu mirada me atrapa, me inmoviliza, y no puedo evitar caer en el remolino de tus ojos, tan profundos como un cielo nocturno sin estrellas.

Tus ojos me atrapan como un remolino, imposible escapar a su profundidad. Son un agujero negro que me absorbe, arrastrándome hacia un abismo de pasión.

Mis labios se estremecen ante la imagen de los tuyos, tan cerca, tan tentadores.

Imagino su sabor, su textura suave, y una llamarada se enciende en mi interior

Ese fuego interno que se enciende en mi pecho y se desliza a mi entrepierna, una llama que arde con cada sonrisa tuya, con cada mirada cargada de deseo.

Me tienes en tus manos, atrapado en tu red invisible. Tus sonrisas coquetas avivan esta hoguera.

Sí, lo sé. Sé lo que sientes, y puedo sentir lo mismo. Tus besos invisibles me han marcado, han dejado su huella en mi alma. Y aunque no puedo tocar tu piel, puedo sentir el calor de tu cuerpo junto al mío.

¿Cómo detener este fuego? Es una pregunta que me atormenta también. Tal vez no haya forma de apagarlo, solo de aprender a vivir con él, a convertirlo en una fuente de energía que nos impulse hacia adelante. Mientas funde nuestros cuerpos.

Lo que sí sé es que no quiero que esto termine. Quiero seguir mirándote a los ojos, quiero seguir sintiendo tu mirada en la mía. Quiero perderme en la danza de nuestros labios, en la música de nuestros días.

Juntos, podemos convertir este fuego en una llamarada que ilumine nuestras vidas.

Una llamarada que nos recuerde que el amor es la fuerza más poderosa del universo. Y así un incendio imposible de controlar gobierne nuestros deseos.

Acércate y deja que este fuego voraz te consuma.

JTA.

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