La fábrica de esposas

La fábrica de esposas

Vetiérrez

01/11/2018

Le sudaban las manos y le temblaban las piernas, era imposible no sentirse mareado, tímido, avergonzado. Aquella carta llegó por error, consecuencia de un trabajo mal realizado, le esperaba la vergüenza y la miseria después de aquella indiscreción.

¿Cómo explicar ahora que Madame Carlota no era más que un simple maniquí?

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