La bala inocente

La bala inocente

El Narrador

10/01/2019

“La Bala Inocente”

Preludio: Contexto de una sociedad en caos

Es evidente que son tiempos violentos y confusos los que vivimos, donde la palabra “Seguridad” es solo eso, una palabra. Transitar las calles se vuelve una carrera contra el tiempo; mirar sobre nuestros hombros se volvió costumbre y el desconfiar es la mejor respuesta ante cualquier evento inesperado que llegara a ocurrirnos mientras atravesamos las calles. Todo esto por el miedo a que algún loco, que por ser más fácil o por “no tener otra salida”, crea que tiene el derecho de amenazar nuestras vidas para quitarnos cualquier objeto de valor que tengamos encima y que aun “cooperando” no sepamos si por mero aburrimiento se le ocurrirá pegarnos un tiro, dejándonos en manos de Dios. Es aquí donde debería aparecer el Estado, quien mediante las fuerzas del orden (La policía) debería asegurarnos seguridad para viajar o caminar tranquilos. Pero ¿qué es lo que sucede cuando la policía interviene? Mas desorden; la policía de pensar dos veces antes de intentar defender a alguien en la calle, pues si actúa de manera violenta (aun para salvaguardar la vida de un ciudadano) contra el agresor corre el riesgo de que se le lleve a un juicio, perder su trabajo, ser atacado por los medios y hasta ser amenazado y atacado por la familia del agresor. Estamos hablando de padres de familia, el hijo de alguien, gente como nosotros, que fueran las que fueran las razones que pudieran motivarlo a tomar este peligroso trabajo, no cambia el hecho de que sigue siendo una persona con necesidades y obligaciones ajenas a su empleo.

¿Cuándo se volvió así? Porque al fin y al cabo esto no fue siempre así; todos tenemos algún familiar que nos recordaba (o más bien el recordaba) como antes se podía transitar las calles con tranquilidad y que todos dejaban las puertas sin cerraduras pues se conocían y los unía un lazo llamado “confianza” y a la policía se la respetaba, o a veces hasta se le temía; ¿será que fue esto lo que se nos perdió? Quizás sí, o quizás sea algo mucho más complejo, la verdad es que no tengo la respuesta, solo sé que las calles cada vez son más y más peligrosas, y no parece que esto fuera a cambiar hasta dentro de mucho tiempo.

Parte 1:

Otra noche tranquila

  • ¡Acá el Oficial Lorenzo Pérez! – Grite luego de que una bala rozara mi cara – ¡solicitamos refuerzos en 24 de septiembre! ¡Los sospechosos están armados y van en moto a toda velocidad! ¡el suboficial Perotti y yo los estamos persiguiendo!
  • ¡La concha de la madre pendejos de mierda! – Gritaba Román mientras trataba de responder los disparos y pilotear la moto a la vez.

Los recuerdos de la noche anterior me carcomen, mi mente los reproduce una y otra vez, no paran, donde sea que este allí van. ¿Qué es lo que hago? Ah sí, el interrogatorio, es gracioso estar del otro lado de la mesa ahora, supongo que de algo debería servir. Me reincorporo de mi largo silencio y lo miro.

  • Mira Lorenzo, sé que esto es difícil pero me tenes que contar todo tal y como sucedió. Esto es un tema serio, tengo a toda una familia llorando afuera, al capitán puteando a medio mundo y dos policías acusados de homicidio.

Su cara verdaderamente expresaba temor y ansiedad; estaba desesperado, interrogar a un compañero nunca es fácil. Por desgracia mi posición era aun peor.

  • Está bien… ¿Qué es lo que queres saber?
  • Todo, si queres salir bien parado voy a necesitar hasta el último detalle de lo que paso ayer en el tiroteo.
  • No sé por dónde empezar.
  • Yo diría que por el inicio seria lo correcto. – se acomodo la camisa y paso su mano por la cara, se notaba a leguas su cansancio.
  • Okey… eran alrededor de las 1:00 AM cuando Perotti y yo respondimos al llamado de algunos vecinos de la calle 24 de septiembre, parecía que eran unos chicos corriendo picadas; nos dirigimos allí con mi compañero, una vez en el lugar no tardamos mucho en dar con ellos. Eran tres motos, cada una con dos pasajeros a bordo… – Un nudo se me hizo en la garganta, los recuerdos me atacan – Pasaron a toda velocidad en dirección opuesta a nosotros, encendimos las sirenas como es debido y nos echamos a perseguirlos. Ahí fue cuando soltaron el primer tiro… –Mi voz comienza a trastabillar – El proyectil paso… por al lado mío, o de mi cara mejor dicho. Inmediatamente mi compañero respondió al fuego mientras yo pedía refuerzos…
  • ¿Vos no disparaste? – Me interrumpe
  • Eh si, fue después de efectuar la llamada; saque el arma y apoye a mi compañero…

Las balas danzan en el aire, el viento frio de la noche golpea mi cara a toda velocidad; el volante se intenta escapar de mi mano. Nunca tuve que batirme a tiros sobre una moto en movimiento, las películas lo hacen ver más fácil. Son muchas las cosas que tengo que tener en cuenta, ahora la que más importa es sobrevivir.

Una bala pasa frente a mis ojos. Ellos están disparando a matar; no quiero terminar muerto por culpa de unos delincuentes que creen tener el derecho a quitar vidas solo para seguir infringiendo la ley… no quiero terminar como Ariel: “A LA MIERDA EL PROTOCOLO”

Acelera a fondo Román que estos no se nos escapan Román.

Grite mientras disparaba. Solo que ahora mi blanco es otro…

Parte 2:

Plegaria para un niño dormido

  • Entonces… Sabias que lo que hacías estaba mal y aun así lo hiciste- Su mirada era la de un padre decepcionado.
  • Si… ¡¿pero que esperaban que hiciera?!
  • ¡Qué siguieras las normas Lorenzo! ¡No podemos andar usando fuerza letal como si nada! Yo entiendo que te encontrabas en una situación peligrosa, pero así es nuestro trabajo, no podemos matar a cualquiera solo porque así lo queramos.
  • ¿Cómo hicieron con Ariel?
  • Un silencio fantasmal lleno la habitación, la mirada del teniente se puso dura y fría
  • Lo que le paso al oficial Romagnioli no tiene relevancia ahora
  • ¿En serio? Porque estoy muy seguro de que uno de los chicos en esas motos estuvo involucrado en la muerte de Ariel y quedo libre por ser menor.
  • ¡¿Qué tiene que ver esto con tu acto de imprudencia?! ¡¿fue una venganza?!
  • ¡No! En ese momento no tenía idea de que era él. Solo intento decir que estaba asustado; no quería terminar como él. ¡Estos chicos disparan a matar y nosotros no podemos defendernos! Solo podemos morir o dejar suelto al delincuente
  • ¡Mira Lorenzo, son las reglas! ¡A mí tampoco me gusta pero es lo que hay! ¡Desearía poder matar a toda esa mierda de persona que encerramos pero no se puede!
  • Mire el techo; las palabras del teniente me dejaron helado y sin habla. Pero sé que en el fondo, es lo mismo que yo y todos en la estación queremos; carajo, seguro es lo que cualquier persona normal haría si la oportunidad se le presentase.
  • El teniente, que sabe que hablo de más, da un largo suspiro y sigue:
  • Entonces… Paso su mano por el rostro – ¿Le diste apoyo a tu compañero y ahí ocurrió? ¿Uno de los disparos le dio al acompañante?
  • No dije nada por unos segundos; estas preguntas son meramente protocolares, ambos sabemos las respuestas. Asentí
  • ¿Qué paso después? – siguió.
  • Trague saliva y suspire.
  • El chico se desplomo sobre el conductor y luego cayó al suelo… en ese momento pude ver la sangre volar por el aire. Los otros cuatro cacos dejaron de disparar y huyeron a toda prisa. Solo quedaron el chico este que apenas tiene catorce y… – No pude terminar la oración.
  • Y Federico, ¿el chico muerto de doce no?
  • Eh, si. El conductor tenía una herida de bala en el brazo pero… Fede, el acompañante, tenía un impacto en la nuca que lo mato al instante. Procedimos a arrestarlos y a llamar una ambulancia como corresponde.
  • ¿Cómo siguió todo después?
  • Yo escolte al joven a la comisaria junto con…
  • ¿Me refiero a cuando todo termino, una vez que llegaste a casa que hiciste?
  • Vacile un poco, no esperaba esa pregunta, finalmente hable:
  • Tome una ducha, una muy larga. Era en lo único en lo que pensaba de camino a casa. Tome una ducha y luego abrasé a mi esposa y a mi hijo mientras dormían. Yo no sabía cómo sentirme… yo… – mis labios se tropezaban- no sé cómo sentirme. – Las lágrimas comienzan a aflorar – Por mi culpa, un chico de la edad de mi Marcos está muerto; lo mate. Cualquier sueño o meta que tenia, cualquier posibilidad de rectificarse, enderezarse y elegir una mejor vida se desvaneció en un instante, por mi culpa… Y yo no sé ni cómo sentirme; quiero convencerme de que estuve bien, que fue en defensa propia, pero hasta eso es mentira, ninguno de los dos estaban armados.
  • Ahora… los ojos de ese chico me persiguen; esa mirada fría y muerta, es lo único que pude ver durante toda la noche, lo único que veo cuando parpadeo.
  • El teniente solo se limitaba a escucharme, se nota que no sabía cómo reaccionar. Yo seguía:
  • Yo no soy perfecto y lo sabes. Pero intento mantener mi integridad, trato de hacer lo correcto.
  • Entre a la policía tratando de marcar una diferencia, atraído por las injusticias que percibí toda mi vida, siempre siguiendo las reglas, pensaba que el uniforme seria más que suficiente para demostrar el respeto que a mí me inspiraba de niño. Por desgracia nuestra realidad es otra, ya no hay respeto al uniforme…
  • Así que sí, yo asesine a ese niño… y tendré que vivir con eso toda mi vida… pero no puedo decir que me arrepienta por defenderme.

Una vez más el no supo cómo responder. Su mirada ya había dejado de ser una fría y cínica; sus ojos estaban algo llorosos y no podía dirigirme la mirada, una mueca de pena y tristeza permanecía en su rostro.

Parte 3:

La bala que mato, huyo, pero no escapo

No tenía nada más que decir, sabía que esta no me iba a salir barata, podía escuchar como desde la otra puerta la familia del chico pedía por justicia a gritos. Mientras tanto yo esperaba mi sentencia: ¿Me despedirían? ¿Será una suspensión?

Aunque lo que más me preguntaba es lo que mi familia diría de mi. ¿Cómo tomaran la noticia? No crea que pueda mirarlos a los ojos; mucho menos a mi hijo… solo tratar de pensar en el, trae a mi mente, los ojos sin vida del pobre muchacho.

  • Bueno… – el teniente rompe su silencio -supongo que por ahora eso va a bastar, ándate a tu casa y descansa; mañana estate temprano en la oficina del capitán y vemos como arreglamos esto…

Sin nada más que decir me retire de la habitación y camine a casa. Era ya muy tarde, no estaba seguro de cuánto tiempo estuvimos adentro; solo sé que estoy muy cansado, el stress me va ganando.

Al llegar, salude a mi pequeño hijo y a mi esposa. Le tuve que contar todo lo que paso. Una finalice de hablar, esperaba alguna reprimenda, un regaño, no; un escándalo por haber matado a un joven de la edad de Marcos. Ella solo me abrazo entre sollozos, me beso y me dijo: “Hiciste lo que debías, lo único que me importa es poder abrazarte una vez mas”

¿De verdad estuvo bien lo que hice? Ya acostado, divagaba en mi mente de lo ocurrido esta semana. Mientras los medios destrozaban la imagen de la policía de Tucumán, y por ende, la mía; mi esposa y Román me decían que aquello que hice era lo correcto, y aunque el teniente sostenía que estuvo mal, en su mente, y de haber estado en mi posición, el no lo habría pensado dos veces.

  • Así es como va a seguir la historia Lorenzo – decía el capitán, con su pesada voz ronca que lo caracterizaba mientras ojeaba algunos papeles – Vos le disparaste en defensa propia; se identificaron como policías, ellos atacaron primero y ustedes respondieron al fuego. Uno de los atacantes, o sea, ese tal Federico, era uno de los que te estaban disparando, vos…
  • Pero si no estaba armado- interrumpí – el chico no nos hacía nada.
  • ¿Te pensas que soy boludo Pérez? Ya sé que no estaba armado, pero quédate tranquilo que ya arregle con el perito; en el informe se va hablar de que tenia… como era… – Peina su bigote con su mano mientras busca en una de las hojas la palabra que a su memoria escapaba – Ahí esta; “Residuos de pólvora”
  • Pero le digo que…
  • ¡Pero nada! ¡Por culpa de tus pelotudeces estamos metidos en este lio! Cualquier problema que tengas con mis métodos te los podes pasar bien por el orto ¿Entendimos?
  • Si – respondí a regañadientes
  • Como decía – prosiguió – vos, seguiste el protocolo, pero estaba oscuro y tenías que disparar mientras manejabas la moto. Desgraciadamente uno de los tiros resulto hiriendo de gravedad a uno de los chicos y este falleció en el acto…
  • Logre que no se filtraran los nombres de tu compañero y el tuyo, pero de ahora en mas, ándate con cuidado Pérez. ¿Otra cagada que te mandes y te rajo entendiste?
  • Si
  • Ya después te imaginaras como sigue la historia. La familia del chorro la va a pelear un por un tiempo, incluso ahora la tía salió a decir que era re buen pibe, que quería ser como Messi, la misma basura sentimental de siempre; los noticieros van chamuyar para seguir vendiendo y en un par de meses se les va a olvidar a todos.
  • A todos no… – lo dije casi en un susurro.
  • ¿Cómo dijo?
  • Su mirada esta vacía, nada de lo que dijo o paso le movió un solo pelo. Para él, es solo un quilombo mas que tiene que arreglar antes de que se le caiga todo encima
  • Nada
  • Más le vale. Ya puede irse.
  • Di media vuelta, y sin decir nada más, me retire. No podía creer lo que paso; se que lo que hice estuvo mal, pero siempre fui un fiero defensor de la verdad. Estaba listo para asumir las consecuencias de mis actos, no para esto. Mi mente le cuesta trabajo aceptar este escenario; yo mate, ¿y así es como se me castiga? No puedo evitar pensar que es incorrecto, pero a la vez me siento muy aliviado; estoy muy… muy…
  • ¿Confundido? – a mi lado puedo ver claramente la imagen del chico que asesine; me hablaba. Sé que es mi mente molestándome. Pero es tan real, que no puedo evitar seguirle el juego.
  • Si, no sé qué hacer – Le respondí.
  • Es lógico sentirse así. – su voz era tan inocente, que cada palabra conmovía mi alma – Por un lado la idea de haber matado a alguien con tanta vida por delante te carcome, pero por otro lado; el hecho de que aun habiendo hecho lo que hiciste no haya tenido una consecuencia directa te alegra.
  • ¿Cómo hago para no sentirme así?
  • no hubo respuesta.
  • ¿Cómo hago para enmendar mi error?
  • ¿Hay una manera de que me perdones? ¿De librarme de esta pesada mochila que mis hombros cargan?
  • ¡Respóndeme por favor! ¡¿esta horrible sensación se irá alguna vez?!
  • No… Su voz cambio de repente, ya no era la de un niño, esta era ahora una sombría y encolerizada ¿De verdad pensaste por un momento que tus actos no tendrían consecuencias? Que un par de mentiras de tu jefe, quien te cubre para su propio beneficio, te sacarían de tus problemas. Déjame decirte que te equivocaste. Tu consecuencia no va a ser física, deberás vivir sabiendo que le arrebataste la vida a quien todo lo tenía por delante. Todos vivirán una mentira mientras solo a ti te consumirá la verdad. Te voy a perseguir hasta el final de tus días Lorenzo. Hasta que no puedas soportar más la miseria…

Los días pasaron, los días se volvieron semanas y las semanas meses. La gente poco a poco se fue olvidando del bochornoso caso de “Gatillo fácil”. Pero yo no pude, no puedo… no lo tengo permitido. Como un fantasma en busca de venganza, el recuerdo de Federico se me pego en la mente como un piojo. Incontables terapeutas vi; incontables pastillas me recetaron, pero nada… constantemente escucho su voz, recordándome mi único error.

Ahora sé que no hay escapatoria, quizás a la vista de todos logre escapar de cualquier tipo de consecuencia… pero yo se que, por más que huya, no podre escapar de mi mismo.

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