El final del inv (F) ierno.

El final del inv (F) ierno.

Rebecca Alarcón

18/02/2020

Cuando el invierno comienza su fin siento la última helada que dará. A veces creo mirar a través de su fina blancura; ceguera blanca.

Tal como Saramago lo dijo una vez, esta capa luminosa y densa puede deslumbrar incluso al más ciego de todos.

Cuando tuve la calidez de su beso por última vez, me di cuenta lo mucho que había dolido tenerlo cerca. A veces llegué a olvidar hasta el olor de su cuerpo, el color de su piel, el calor de su ser.

Lo único que tengo claro es que ya no está. Todo el daño que nos hicimos se fue con su último abrazo y, a pesar del tiempo, aún quedan estragos del recuerdo.

Poco a poco he avanzado sin sus piernas caminando a mi par, pero el corazón todavía escucha ligeramente su palpitar al unísono de los tacones sobre el suelo que alguna vez recorrimos tomados de la mano.

Qué difícil es decir adiós a los sueños, deseos y esperanzas que se acaban cuando dos personas ya no saben quererse juntas.

Creía equivocadamente que todo era posible si lo cubríamos con un dedo, como dice el refrán. Tarde comprendimos, si no es que sólo yo, que el exceso de esperanza fue la que heria lentamente nuestros cuerpos. Del corazón ya ni hablar, lo cubrimos con armadura de hierro, pero por dentro, abandonado, se estaba desangrando.

Y aunque parecía que jamás llegaría, la primavera se asomó a mi ventana; rojos amaneceres pintaron de nuevos recuerdos la vida que me quedó después de un tornado disfrazado de amor.

Trajo consigo los brazos ya conocidos, pero nuevos al final, que comenzaron a rodear mi cuerpo. Qué cálido es tenerte conmigo, pienso todo el tiempo.

La suerte de volver a sonreír, la magia de coincidir, el coraje de arriesgarse.

Y si así se siente encontrar a tu complemento, podría quedarme en este constante una y mil vidas más.

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