Carta que escribí a una profe de Lengua del instituto que murió

Carta que escribí a una profe de Lengua del instituto que murió

(2017)

Para ti C.C,

Hoy he visto la última película de Almodóvar, Julieta, y me ha hecho pensar en ti: Una profesora de literatura clásica que adora su trabajo,  que es guapa y tiene ese toque de elegancia. Y es rubia. 

Me hubiera gustado comentarla contigo. Tengo que decirte que no me gusta pensar en ti. Me pone demasiado triste. Pero hoy no lo puedo evitar. Me gustaría decirte que al final me decidí por filología inglesa, que me encanta mi facultad, que amo mucho más la literatura, que sé mucho más y que sé que me queda mucho por saber. He descubierto que siempre me va a quedar algo por leer, algo por conocer: algún autor o autora imprescindible, una novela, un poema, una historia. Y eso me tiene enganchada. 

Me gustaría decirte que he leído a Joyce, a Dickinson y La Letra Escarlata, que me hace sentir mejor y menos sola. No saber lo que me encantaría hablarte de todos estos libros y de películas. Y de mi, de mi dolor. Sé que tu entenderías. También sé que durante la conversación dirías varias veces la palabra «precioso», con tu particular manera de decirlo, arrastrando las consonantes, dándole el tono que debiera tener siempre esa palabra. 

Quisiera que me hicieras sentir especial como antes: Sentirme otra vez una niña de 1º de la ESO que entendió La Metamorfosis de Kafka a la primera, sin que me lo tuvieras que explicar. La verdad C. es que cuando leí la sinopsis no entendí por qué me regalaste ese libro precisamente. Qué es el rollo este del bicho. Que hábil eras. Que puntería. Qué lista. Qué intuición. 

Sé que te alegraría saber que sigo obsesionada con los libros y que pretendo estarlo el resto de mi vida. También sé que no te gustaría saber que ya apenas escribo, y todo lo que escribo me sale triste. A lo mejor solo escribía porque tu me animabas, porque me regalaste aquel cuaderno azul tan bonito, porque me hacías leer mis textos delante de toda la clase. Porque me inspirabas. Porque quería ser mejor por ti. 

Aún no me he enamorado. Eso también me gustaría contártelo. Te echo de menos. Me dueles. No quiero pensar en ti. Pienso en una frase de la película que te comentaba al principio: «Tu ausencia llena mi vida y me consume». Ya sabes que siempre he tirado más bien a lo melodramático. Con esto no quiero decir que me hagas daño, ni que ojalá no te hubiera conocido para no tener que evitar pensar en ti. En absoluto. Soy lo que soy a día de hoy, en gran parte, gracias a ti. 

Me pillaste en una época de inseguridades, de no saber cómo soy, de no estar segura de si sería aceptada si era como realmente era. Yo era arcilla esperando a que la moldearan, y lo que tenía dentro, eso que tanto aprecio ahora, podría haberse esfumado simplemente porque creía que encajaría mejor. Tu fuiste el soplo de aire que hizo que la débil llamita no se extinguiera. Ahora es un incendio. 

Gracias. 

P.D: Siento y siempre sentiré no haberte aprovechado más. No sacarte hasta la última gota. Hubiera sido «precioso».

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