LAS CURVAS DE LA VIDA

Tenía solo un par de horas para ir a buscar el giro postal para seguir con la aventura en el río queuco y la vuelta desde Santa Bárbara era loque más le daba vuelta a Tibeaux…había conocido a una chica de una belleza sin igual…que quería conocer en ese paseo programado para mañana. La gentil profesora de la ciudad cercana a la ribera tenía un vehículo pequeño pero se veía en buen estado, por lo que el trayecto lleno de curvas no era obice para sentirse seguro. Ya en la ciudad la velocidad de los servicios públicos era claramente deficiente y muy lenta. Sin embargo ello no impedía disfrutar de una hora del té más que aceptable. Una reponedora taza de té con leche de una medida habitual para los camioneros que suelen recuperar fuerzas en la posada sumado a la portentosa y exagerada medida del sándwich aliado, fueron el consuelo modesto a la preparación del esperado encuentro en la precordillera.

La tarde se acortó impensadamente para Tibeaux, y cuando los intentos infructuosos por conseguir un bus de vuelta se agotaron por la incansable demanda, antes de desanimarse y entregarse, el anhelo y la voluntad irracional lo llevaron a subirse a ese vehículo con esos oscuros y díscolos personajes que resultaron ser. Uno algo mayor aunque gentil en su trato dejaba entrever que el destino del viaje esperaría obligadamente algún tiempo en las paradas que consideraba obligatorias para hacerse de cigarrillos y cerveza. Las curvas y empinadas quebradas del camino ya casi el ocaso del día se vieron dramáticamente acentuadas por la velocidad que llevaba el móvil elegido por Tibeaux, que luego de un buen rato rompió definitivamente la tranquilidad y esperanza del aventurero al percatarse que venían ebrios desde el primer momento que salieron rumbo a Ralco. Cómo pudo trato de conminar a los amigos para disminuir la velocidad para tomar esas curvas peligrosas, pero en un momento, pese a que discutían quién estaba en mejor condición para manejar, el cambio de chofer supuso una aventura aún más terrorífica que hizo del trayecto eterno y que hizo pasar a momentos por los mejores momentos de vida del joven Tibeaux. Mentalmente se decía que este no sería su fin porque aún tenía mucho que dar al mundo y que esa chispa de amor que albergaba su corazón era suficiente para cambiar el universo y sus inmutables leyes. Basta de desesperación, aunque a ratos la intransigencia de los samaritanos hacía que incluso los maldijera en su mente y a la vez la razón le obligara a mantener la cabeza fría y cumplir su objetivo…

Cuando la noche y el viento imperante, unido a la niebla que empezaba a cubrir lentamente el camino, en un espectáculo que hacía presagiar un desenlace trágico, estúpido y absurdo para estos tres seres, la última curva dio cuenta de la llegada a la única avenida que tenía la ciudad. Tibeaux bajó exhausto y conmovido por una mezcla de impotencia y alegría por el resultado de esta inesperada y tétrica travesía. Losacontecimientos posteriores parecieron justificar de sobra el precio pagado por el joven aventurero, encontrando el Darly la justificación e inspiración divina que necesitaba su alma, aprovechando cada segundo que era un regalo sublime y celestial del cual se sentía enormemente agradecido y satisfecho.

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