Pecado capital.

Pecado capital.

B

30/12/2017

Tus manos desnudaron

mi indecisión,

una noche de invierno

en un porton.

Corrian y derrapaban

tus escandalosas manos

por mis curvas,

por mi lumbago,

mientras mi boca se embobaba,

se abría,

y mis piernas,

poco cuerdas,

sonreían.

Como la lluvia de mayo,

entrecortada y menuda,

mi voz se oía.

Y no quería callar;

quería ser oída.

Tus ganas mordían mis lóbulos,

y tus palabras,

graves y libidinosas,

solo mostraban una inagotable energía.

Mi piel se convirtió en punzante erizo,

y mis caderas

en tu apoyo favorito.

Tus manos me dibujaban la figura,

mientras dentro de mí

te movías.

Me levantabas en peso,

para verme aún más de dentro,

y por un segundo,

mi alma enloquecía.

Tu lengua acarició mi dermis,

húmeda como el agua de enero

que tanto te gustaba ver,

y me acaricaba.

Sin parar.

Sin mirar.

Mis piernas se reían.

Querían estallar.

Te deseo cada noche,

pecado capital.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS