Es aquel obstáculo intangible ante tus ojos, aquello que sientes engarrotándose y metiéndose en el alma, tan profundo que no puedes llegar a expresarlo con palabras; un eterno vacío estomacal, una soledad y aburrimiento que podrían terminar convirtiéndome en alcohólica; un pedazo de músculo habita en mí que aún late asustado, agrietado, seco y congelado en medio de la nada, podría compararse con una lejana y desteñida casa a la cual le han corrido los años.

Así es, no puedo imaginar una analogía distinta a mis emociones presentes, observo desde mi ventana, allá en la inmensidad del cielo hay una estrella, envidio su resplandor y encanto en medio de lo nublado que pueda encontrarse el firmamento, ella, solitaria, pero tan brillante y segura de sí. Comienzo a tejer recuerdos y deseos que me apremian, imagino cuántas pupilas en este instante estarán observándole, envidiándole su simpatía, sintiendo celos de su carácter salvaje y silencioso, de su suspiro de dicha ante toda lógica. Yo, en cambio, he dejado de brillar como una estrella traslúcida, fortalecida y de exquisita textura.

Recuerdo mi infancia cuando miraba al cielo como una lunática desquiciada, lo disfrutaba con la paciencia de un astrónomo y sentía la increíble necesidad de explorar su infinidad con mis ojos inquietos. Si me preguntaran cómo me siento?? Solo podría expresar que siento un profundo, cruel e intenso vacío que me consume de pies a cabeza, que se traga cada espacio de mí, calienta mi cabeza y no me permite coordinar los pensamientos, no deja un solo centímetro sin recorrer.

Es difícil mirar al espejo, en la mujer que me he convertido, una mujer insegura, con los ojos llenos de sombras, de miedos, de remordimientos y ataduras, una que anda cabizbaja, escondiéndose ante las circunstancias. Hago catarsis, anhelo quien fui… si pudiera regresar el tiempo, me quedaría eternamente siendo la niña que jugaba bolas en las alcantarillas, aquella que restos de sus rodillas quedaban entre las empinadas carreteras, aquella que disfrutaba orinar de pie como niño y lanzar a las ventanas de los vecinos piedras malvadas, una rebelde que esperaba ansiosa que llegara la noche para cerrar los ojos y soñar despierta.

¡¡¡Pero qué va!!! Ahora, solo soy un espécimen frustrado, perdido, acongojado en un rincón oscuro, adaptada a la larga espera, y alimentada por falsas esperanzas…y entonces, Juzgo algunas de mis acciones, buscando respuestas ¿Es acaso tan difícil amar sin sentir el más mínimo dolor?, me doy cuenta que lo de soñar ya es anticuado para nosotros los adultos…

Entregué sin condicionamiento alguno mi corazón, que ya había sido abandonado, aplastado y olvidado en algún momento, y ahora, prevenido y rencoroso se negaba se negaba a entender, como le explico a él que tendrá que levantarse nuevamente, recoger sus pedazos, cocerlos y pegarlos para poder continuar… aún respira…

Quisiera correr lejos, volar alto, y llegar hasta esa estrella, pedirle que me deje reposar a su lado, que guardaré silencio, ni siquiera notará mi presencia, prometo que temprano me marcho, pero que antes me permita perderme entre las nubes, y que si me perdiera, no tengo ningún afán de ser encontrada y regresar, que preferiría quedarme allí de por vida, brillando y observando el mundo desde arriba…

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