LA ULTIMA FOTO

LA ULTIMA FOTO

Luis Madrid

13/12/2017

No han sido días meramente, sino más bien años, los que han de separar la vieja cercanía nuestra, de la actual ausencia triunfante y vigente. Esta última por cierto es la que ha de definir el trato de nosotros, en estos últimos tiempos estresantes, complejos y para nuestro infortunio, crecientemente tristes. Las conversaciones frecuentes ya son cosa del ayer; las sonrisas compartidas se asemejan a un recuerdo grato que alumbrara futuras penumbras; las confianzas logradas lucharan contra la desmemoria para evitar su total extravío; el tono de las voces nuestras, ambles y cercanas hace dos lustros, seguramente hoy se estrellaran contra los cambios que regala e impone en muchos de nosotros el tiempo: con todo y sus circunstancias junto a sus naturales condicionantes. Desde hace mucho no te veo. Desde hace mucho no me ves. Bien lo sabes, lo se, lo sabemos. Lamentablemente de la suma de estos dos últimos factores, no logro ver algún producto medianamente alentador de cara al futuro. Menos aun si tenemos en cuenta el mundo donde vivimos: este es más parecido a una prisión que a un privilegiado espacio para la distensión. La reflexión, el entendimiento, la paz, y otras joyas extraviadas no lo han de definir. Por eso mismo quizás toque celebrar nuestras coincidencias del ayer. Aquellas que se sucedieron antes de esta tragedia que ha de ser la incertidumbre perpetua, en la que a un colectivo diverso y hasta contradictorio, el poder pretende impunemente encerrar y reducir.

Hace un par de noches me tropezaba con tu imagen, mientras invocaba en mi mente épocas más gratas y siluetas particulares dignas de recordar. En algún rincón, seguramente debido a mi actual soledad, aprovechaba para buscar anotaciones de otros años y de otras inspiraciones, para intentar motivar algunas líneas actuales. De repente, lo que apareció no fue algún verso extraviado, ni mucho menos alguna narración inédita. Lo que alumbro algún cajón, durante una reciente noche silenciosa, vino a ser la ultima foto tuya que pude ver, admirar y conservar: antes de que las responsabilidades se convirtieran en deberes, y a su vez estos, en alejamiento irreversible de mucho de lo que fuimos, y que queriendo o sin querer difícilmente podremos volver a ser.

¡Cuan diferente eras en aquella foto! Al punto que puede hacer que te ubique en aquellos años, donde lo mas encantador que sobresalía de ti, era tu sonrisa: la misma que servía de antesala para dar con una bonita receptividad, la cual además parecía esperar hallar en los comunes moradores de una aldea desorientada, especiales seres dispuestos a regalarte una flor y algún canto como moneda de cambio, ante el bienquerer que sin dificultad en muchos tu alma parecía dibujar. Cosa distinta ha de ser ahora: en las que el tiempo y sus actuales formas de expresión conspiran contra no poco de lo que fuimos sino también contra bastante de lo que somos. Podrás decirme si en tu mirada actual ¿Aun tiene espacio esa especie de Ada sonriente que eras cuando me cruce contigo, a la entrada de un lugar de realidades maravillosas, que llevo tiempo sin visitar? Seguramente eso tan fácilmente, posible ya no será: No porque la nobleza se haya borrado de tu ser; no porque la persecución de lo hermoso puedas desdeñar; sino porque posiblemente para el hoy, la realidad con sus bajezas y miserias, atentaría contra las dimensiones pasadas de la hermosura que te definía, haciendo a esta entre inútil, contraproducente y hasta peligrosa para la conservación de tu integridad.

En verdad espero no sucumbir ante ciertas formas fatalistas mientras continuo improvisando estas palabras que te dirijo. Pero no puedo ocultar que por alguna razón me cuesta imaginarte como en el primer o el segundo día de saludos despreocupados e ironías calculadas. Tu rostro ha debido de cambiar respecto a ese lejano ayer. Pese a esto, no creo hayan de flanquearlo largas canas. Aun no han tampoco de atentar contra el, las tan temidas líneas de expresión, por parte de ustedes las mujeres. Aun me supongo capaz de poder imaginar la hermosura sencilla de tu rostro. Pero no puedo verlo como se mostraba en la última foto tuya que pude ver y que con ayuda de la memoria aun puedo conservar. En aquella no había en tu mirar las tentaciones hacia la resignación que el infortunio y las adversidades, a veces nos terminan por imponer, a quienes soñamos con otra idea de libertad, que prontamente este mundo no tan nuestro en mucho tiempo, difícilmente podrá entender y mucho menos detenerse en justicia a valorar. Neruda en un famoso poema decía que “nosotros los de ayer, ya no somos los mismos”. Pero mientras sigamos respirando en este entorno donde volar se hace cada día más difícil, algo tendrá que sobrevivir de lo que hemos sido, porque ello vendrá a ser más que una afirmación de nuestra presencia, una bonita forma de obcecada resistencia.

Luis Samuel Madrid R

Caracas, 26 de junio de 2017.

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