Lo mágico es que no necesita esfuerzo.
Es como un ala que se deja llevar por el viento y su merced.
Me llena de temores extraños tan solo pensar que una pizca de razón se cuela en sus labios.
Ayer lloré y creí caer vencida de vergüenza rota.
Hoy, una espuma roja diluyó tu risa y el rechazo de unos brazos, que creyeron acurracar los miedos…
Y terminaron recibiendo, lo que merecía tu corazón,… Que era todo, menos yo.
No por pequeñez, ni por qué mereciera tanto.
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