Claridad en la noche.
Penumbra en el amanecer.
Frío, claroscuro más bien fresco.
En la mañana, sus rayos se esconden,
mas su luz oscurece ante la claridad de la mañana.
Siempre estará allí, ante el nacimiento del día y la oscuridad de la noche.
Solamente la claridad y hermosura de ella
es comparable con la luna.
La niña y la luna, su oscuridad es constante.
Mas su inocencia pura,
su mirada tierna y aún traviesa.
Aún en la mañana como en el atardecer,
siempre está esperando
a que le dediques un momento de dedicación.
Traviesa ya que no siempre está en el mismo sitio,
y ella te está mirando siempre con atención.
Con amabilidad y afecto,
te regala su belleza e ilumina incluso la noche más oscura.
Te acompaña y te guía en el camino, los montes, la mar, la vida en ella.
La vida es plena y cada día crece y te necesita más,
como tú a ella.
Y vas creciendo y madurando de niña a mujer.
La luna, aún alejándose, el recuerdo del ayer regresa,
el olvido del hoy amanece y anochece
en el momento del mañana
tiende a saber y comprende,
que su soledad es la inmensidad de las estrellas
que la rodean y acompañan en la vida
mas siente en su interior,
la luna,
que el amor aún no llega por ella
ya que es el amor de los que la rodean.
Las estrellas del cielo, inmensidad del firmamento
y todo lo de alrededor se sostiene gracias a ella.
La luna y la niña…
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