TRAGOS DE VIEJOS RECUERDOS

TRAGOS DE VIEJOS RECUERDOS

PARTE I

56 años siendo padre, tratando de cambiar su destino, de cambiar su vida y la de su familia, ayudando a quién lo necesite pero, ¿quién lo ayuda a él?, creo que ni el mismo es capaz de hacerlo.

Es difícil narrar la vida de una persona con la cual has convivido toda tu vida, con la cual has pasado todo tipo de etapas y todo tipo de problemas.

56 años riendo de las mismas cosas absurdas y simples, trabajando de la misma manera, amando de la misma forma, pero lo que si cambia es su cuerpo, cansado al igual que sus ojos verdes, su pelo decolorado con la edad y sus manos desgastadas y endurecidas por el trabajo. Así es la vida, avanza sin pedir permisos para cambios, sin autorización de los familiares ni de su esposa, de un día para otro, día tras día…

Sus zapatos y su ropa desgastada, pero aun así es feliz de tener lo que tanto le ha constado como el formar una familia, tener su casa, criar sus hijos y amar infinitamente a sus nietos.

Hay días en que la oscuridad lo llama y lo invita a viajar al pasado bebiendo los tragos de viejos recuerdos más tristes y los momentos más maravillosos y así… Pero llega el momento en que ya nadie lo conoce, pasa desapercibido donde vaya, solo por beber los tragos que la vida le brinda y él los acepta para escapar de la realidad.

Su mente se transforma, sus ojos se ponen rojos, su voz se vuelve inentendible, su cuerpo grande se vuelve pesado y comienza con su verborrea. Cada caricia es incómoda debido a la fuerza que ejerce con su cuerpo involuntariamente, pero él no lo nota porque solo con amar y ser amado es feliz, no hay nada más satisfactorio que eso.

Estos tragos también lo hacen cambiar, pasa por un proceso de rabia, de no sentirse acogido, apoyado y muchas veces amado y esto lo hace reaccionar de una forma grosera, despojado y olvidando el amor que siente por las personas a las cuales insulta y hiere. Al paso del efecto ya no se acuerda de las malas palabras, de las malas acciones y malas decisiones. La vida es aprendizaje, pero cuando te hace desaparecer ante la sociedad es difícil volver a recuperar todo el cariño, el respeto y la imagen que has construido. Las personas cambian, pero no así los recuerdos, esos que bebes día a día y te hacen olvidar quien eres.

56 años siendo una persona cariñosa, amable, alegre y de buenos sentimientos durante la semana y 56 años cambiando totalmente los fines de semana, descontrolado, egoísta, mal vestido, con los ojos rojos, con su voz inentendible, su cuerpo grande se vuelve pesado y comienza con su verborrea.

12 años viendo cómo cambia su estado.

24 años viviendo sus locuras y sintiendo su cariño.

28 años sintiendo su amor y sufriendo sus errores.

33 años viviendo sus reproches e insultos, pero también su amor y apoyo.

35 años buscando la posibilidad de disfrutar y entender el porqué de todo.

37 años parecidos a su vida probando los mismos tragos amargos.

56 años amándote, 56 años cuidándote y 56 años siendo parte de tu vida.

Ya nada es igual, los tragos que ha bebido lo han hecho dependiente de recuerdos y vivencias, su estado cada vez peor. Ya no son fines de semana solamente si no que todos los días. 56 años tratando de evitar todo esto y 56 años sintiendo el llamado de estos tragos de viejos recuerdos.

Hay veces en que la noche no lo deja descansar, pasa horas hablando de lo mismo, recordando du infancia, recordando a sus padres y todo lo que le ha costado llegar hasta esta etapa de su vida. Tratando de remediar sus errores, de amar y ser amado y finalmente tratar de cambiar y dejar estos tragos.

Es imposible para el dejar todo esto, es escapar de su realidad, liberarse de sus problemas y obligaciones. El sentir que no hay nada más importante que estos recuerdos de ninguna otra forma lo conseguiría, ya está acostumbrado a esto. Hay veces en que puede estar bien sin necesitar estos tragos, viviendo normal y no crean que para él es fácil estar lejos de esto, pero lo intenta, una y otra vez, por su familia, por sus nietos, por su esposa y por él, hasta que nuevamente estos tragos de viejos recuerdos lo llaman y lo invitan a viajar a esta oscuridad vacía que maneja su mente.

Despierta antes de que sea tarde, despierta por ti y por los que te quieren, despierta que estos tragos no te maten, despierta que el tiempo pasa, el día avanza y se hacen pocas las posibilidades de seguir.

Parte III

56 años siendo madre, amando a su familia sobre todas las cosas, Apoyando a cada uno de sus hijos, caminando junto a ellos. La vida muchas veces es cruel con las personas buenas, las hace sumergirse en la oscuridad de los problemas sin darle cabida a la luz. Su rostro cansado, sus manos torpes casi sin fuerzas, su cabello ya caído y su cuerpo envenenado por los tragos de viejos recuerdos.

Camina con su objetivo claro el poder vivir día a día luchando como lo hacen todas las personas que beben este trago, con la fuerza interior la cual las impulsa a seguir. Llegan momentos de felicidad al despertar y sentirse amada, apoyada y poder ver cómo avanza la vida y ser parte de ese proceso en el cual se puede sumergir, visualizando el desarrollo de sus cercanos y proyectando la alegría y la esperanza que la caracteriza.

Comienza como todos los días, se levanta, ordena un poco, toma desayuno y cuando llega la hora se maquilla, se pone su mejor ropa y sale de casa llena de miedos, inseguridades y con la cartera llena de fe y expectativas positivas. Al llegar al lugar toma asiento, muchas personas en las mismas circunstancias, con los mismos miedos e inseguridades.

Ahí está, sentada masajeándose sus manos suaves e hinchadas de repetir todo el tiempo el mismo proceso con su risa nerviosa… hasta que escucha su nombre. Ella sabe a lo que se va a enfrentar en los próximos minutos, respira y se encomienda a Dios y comienza a beber los tragos de viejos recuerdos. El proceso es simple pero a estas alturas es complicado cuando el cuerpo ya está cansado de recibir todos los días estos tragos.

Se descubre el brazo y respira profundo esperando la punción que la hará viajar, siente como le limpian la piel con ese jabón que tiene un olor fuerte mezclado con algodón, le presionan el brazo y es donde comienza el proceso. Más de tres horas sentada, con su rostro cansado, sus manos torpes ya sin fuerzas, su cabello caído y su cuerpo envenenándose con ese líquido naranjo que recorrerá cada órgano y célula de su cuerpo.

56 años queriendo gritar, sintiéndose culpable por los errores de otros, viendo cómo cambia su cuerpo, sintiendo lo que estos tragos le han dejado, esas cicatrices en el pecho, grandes y arrugadas, marcas de batallas de vida que demuestra que nada le impide el seguir luchando y enfrentándose a todo lo que pueda venir más adelante.

12 años respirando su amor y su preocupación todos los días.

24 años intentado darle la alegría con cada logro y sintiendo su apoyo incondicional.

28 años aprendiendo el cómo enfrentar la vida.

33 años velando por el bienestar descuidando su vida y amando incondicionalmente.

35 años buscando la posibilidad de disfrutar y entender el porqué de todo.

37 años parecido su vida probando los mismos tragos de viejos recuerdos.

Hoy ya es difícil mantenerse de pies, se cansa rápido, sus piernas no soportan su peso y las actividades que acostumbraba a hacer las ha tenido que dejar de lado. Se sienta en el sillón y se queda un rato ahí, pensando y pidiéndole a Dios que le dé tiempo. Hay tantas cosas que quedan por ver, tantas promesas que cumplir y tantos planes por llegar a realizar.

Se canso de estar acá, su cuerpo ya no soportó estos tragos de viejos recuerdos. Poco a poco se fue sumergiendo en el más doloroso proceso que estos tragos le causaban. Nadie imagino verla así, todas las esperanzas aún las mantenía pero el límite de tiempo es corto, cada minuto que pasaba era un adiós.

Esa noche estuvo acompañada, ya no podía caminar, hablr y expresar lo que estaba sdintiendo, solo gemía y trataba de estar atenta a todo lo que estaba sucediendo fuera de la escena de estos tragos.

Cada vez más se atravesaba mas el miedo entre su casa,la esperanza de sus familiares se iba perdiendo y su respiración cada vez más lenta. La oscuridad se apoderó de ellos, los hizo estallar de tristeza, de no creer que ese momento habia llegado. La soledad tomó de la mano a cada uno de sus hijos y esposo, sin dejarlos ni un instante para poder llegar a su máximo placer y esperó. creo que no los dejará por un buen tiempo.

Los corazones latían cada vez más rápido, el sonido de las respiraciones y llantos detonaron entre las paredes de cada habitación. Tendida con su cuerpo inerte, dormitando sin sentir el mínimo sonido que en ese lugar existía,contemplando la serenidad que su mente le presentaba sin tener otra opción más que seguir con la decisión que el destino había impuesto ante ella.

Los familiares llegaban apresurados, preocupados sin creer lo que en ese momento estaba pasando, con su cuerpo exhausto, como si los hubiesen hecho trabajar obligadamente mas horas de las que normalmente realizaban. con sus ojos empeñados y decididos a eliminar hasta mas mínima secreción y su mente bloqueada por lo acontecido.

como olvidar esa noche fría, solitaria, silenciosa y llena de angustia, la luna no deja de mirarnos, ocultando la soledad que acompañaba a cada cuerpo, entregando la calma y la luminosidad de la noche para guiar los pasos de aquellas personas. El sol tardaba en aparecer, no quería iluminar sus rostros devastados y enfrentarlos a la realidad, no quería revelar el sufrimiento y enviarlo a más personas. El tiempo se hacía eterno, hasta que llego el tiempo del adiós, adiós que te marca por completo y no te deja respirar, se adueña de tu cuerpo y te ahorca como una soga atada a tu cuello sin posibilidades de salir vivo de esa escena, escena en la cual estaban sumergidos completamente.

Mujer valiente, déjame retomar el tiempo perdido, déjame aprender que es vivir y enséñame a respirar tú mismo aire.

Parte III

Una tarde de invierno decidido a escapar de mi realidad, tomo mis pocas cosas y me introduzco en un viaje sin arrepentimientos envuelto en la desesperación que causaban estos tragos de viejos recuerdos.

24 años luchando en contra de un sistema interno que no valoro, derribando cada etapa apresurada que la vida impuso ante mi destino. Desviando mi visión de lo racional, eclipsada con fotos de vivencias ajenas.

No hay palabras que puedan explicar lo que siento. Mi alma se eleva de mi cuerpo y me evalúa entre sus ojos cafés, la llama de mi cuerpo se enciende al sentir el frió y a lo lejos veo un camino blanco con el fondo iluminado. No sabía que pasaba, la oscuridad se apoderaba de mis espacios solo veo mi cuerpo, tenido en el suelo, recordando y pensando que habría pasado si hubiese elegido un camino diferente.

Las horas avanzan y yo aún seguía en el desierto oscuro, mis ojos lloraban de la angustia al no encontrar el camino, el fondo iluminado por esa luz amarilla me llamaba, pero no me acercaba, no sabía lo que podría pasar, no sabía si me haría llegar a mi destino final. Mi cuerpo.

Habían pasado unas horas en las que por fin pude ver nuevamente mi cuerpo, seguía ahí tendido con una mochila cargada de sueños y pensamientos vagos sin tener una decisión clara. Se acerca un hombre mayor, con su cara ya cansada, sus manos envejecidas con el paso del tiempo, vestía un abrigo de color gris que lo cubría por completo era casi imposible evaluar lo que ocultaba, no olvidaré esos ojos verdes con su mirada perdida siguiendo cada uno de sus pensamientos, decidido a viajar al olvido sin dudarlo ni un segundo. Se acerca a mí y con una voz tenue y apresurada me pregunta la hora, no lo sé – respondí, trate de explicarle lo que me estaba pasando pero no me escuchaba, por un momento pensé que tendría respuesta de porque estaba ahí, sin más me dio la espalda y siguió su camino hacia esa luz que estaba al final del túnel. No sabía que hacer por un minuto sentí el desprecio de la soledad, el ser ignorado, me miro las manos que temblaban y cambiaban el color habitual de mi piel debido al frio que sentía, trato de frotarlas y aumentar el calor pero mi cuerpo ya no encendía la llama y las esperanzas de volver se me estaban acabando, me sentí débil, con mis sueños rotos, solo pedía más tiempo para poder realizarlos, necesitaba vida. Esa vida que nos cuesta disfrutar, esa que te da el tiempo necesario y te ayuda a levantarte cada vez que caes, pero cada vez se hacía imposible ver mi cuerpo ya borroso y congelado caigo y me detengo a descansar.

La luz que estaba al fondo de la oscuridad comenzaba a disminuir su tamaño y con ello se acortaba mi visión, ya no veía nada más que mis manos frías, sentía mi respiración agitada, no pensaba en nada más que en poder volver al presente, pero no sabía qué pasaría si la luz se apagaba completamente o si me acercaba a ella antes de que eso sucediera, ¿me quedaría ahí para siempre? ¿Atrapado en este mundo ajeno al mío?, Quizás viendo como mi cuerpo se desaparecía sin terminar lo que inicie; pensaba en todo momento, solo quería volver y vivir cada oportunidad sin desaprovecharla.

Ya han pasado varias horas o tal vez días, ya perdí la noción del tiempo, el frío ya no era tan invasivo, me dejaba recorrer y sentir cada estructura de mi alma. Caminé sin rumbo dentro de la oscuridad tratando de volver a ver si mi cuerpo yacía en el mismo lugar en el cual lo vi por última vez, pero había caminado sin rumbo que no lograba encontrarlo, todo era igual dentro de la oscuridad, no podía distinguir o recodar el lugar exacto. Por un momento pensé que podría estar dormitando exhausto con la esperanza de que mi alma volviera, esperando a que se introduzca en el y vuelva a producir el movimiento, que el corazón vuelva a bombear cada vez más rápido, despertar y seguir mi camino en ese bosque de cemento cubierto por las mismas almas escondidas en una masa buscando la felicidad.

Me había quedado dormido esperando a que la oscuridad dejara de existir, al momento de despertar veo muchas luces suspendidas en el espacio, girando sobre mí, las cuales susurraban palabras que no entendía, me levanto lentamente y observo que todas estas se unen, llamando a la claridad y por fin logro ver mi cuerpo a lo lejos, pero se me hacía imposible llegar esta él. Nuevamente esa luz incandescente se posiciona al final de aquel túnel, sentí alivio, volví a respirar profundo y calladamente, ya no estaba perdido dentro de ese lugar oscuro, así que camine hasta tratar de encontrar la salida y poder llegar a mi cuerpo.

24 años escapando de los rechazos de la sociedad, evaluando cada paso como uno importante y tratando de vivir mediante mi realidad.

Al fin encontré mi cuerpo, pude observar cada parte de él, pude tocar mi pelo y conocerme exteriormente. Me sentía un loco lleno de alegría, gozoso de encontrarlo, me toqué la cara, me di aliento, acaricie mis manos y no encontraba la forma de volver a introducirme en él. Vi a varias personas buscando lo mismo, hasta que una mujer delgada con su melena ondulada, llevaba unos anteojos y su cara hermosamente adornada con pecas. Me sonrió y caminó hacia donde estaba sentado junto a mi cuerpo, me da un golpe en la espalda, todo va a estar bien –Me dijo con una tranquilidad que traspasaba cada tejido nervioso de mi alma. Su voz me dio la esperanza que necesitaba, esa forma segura de caminar, haciendo ruidos con unos tacones negros sobre la acera. En ese momento empecé a evaluar lo que pasaba a mí alrededor a observar a cada persona en busca de lo mismo. La claridad me dio la oportunidad de ver ese desierto blanco, aunque no se podía definir en donde estaba, solo los veía a ellos, tranquilos esperando el momento para seguir su camino, felices y preocupado al mismo tiempo, con ganas de volver y mejorar su vida desde este momento.

24 años de alegrías, con amigos que no te dejan caminar solo. Apartados de ellos pero unidos por la amistad.

Algunas personas bailaban, reían y caminaban sin rumbo. Mientras que otros no aceptaban la opción de estar en este lugar al igual que yo, buscando la posibilidad de volver a ese mundo externo. Es tan raro ver a estar personas buscando sus cuerpos, algunos llevan mucho más tiempo que yo y aun así no pierdes la esperanza y es algo que aquí he aprendido, a mantener la calma y avanzar en el momento apropiado. Fue entonces desde ese instante que no me aleje más de mi cuerpo, pensando en que si lo hacía podría perderlo nuevamente y volvería al comienzo de todo.

Tranquilo y observando a lo lejos veo a una persona que pedía ayuda, me parecía que nadie la escuchaba, tenia ganas de correr y preguntarle que pasaba, pero me quede ahí sentía que eran solo imágenes que mi mente proyectaba pero no, lo que veía era real. Se le acerca un hombre muy bien vestido, elegante con un traje de color café, de 60 años próximamente y ella al escucharlo llora y ríe a la vez, aquí estas – decía y le hacía preguntas que el no sabia responder, se tocaba la cabeza y acariciaba su larga barba gris. El la abraza como cuando uno no ve a alguien hace tiempo y caminan hacia la luz amarilla. Yo quede perplejo, buscando esas respuestas que por un momento se me habían olvidado preguntarme, me pongo de pies y empiezo a hablarle a todas las personas que se acercarán al lugar que yo estaba. Solo quería volver al presente pero estaba ahí, esperado alguna respuesta, algunos me decían que me quedara en ese lugar, esperando el momento en que mi cuerpo necesitara de mi para poder continuar.

Pienso que mi cuerpo nunca necesitó mi alma, se canso de cargar un peso innecesario, se fue, se escondió dentro de la incapacidad de soportarlo

Ahora estoy aqui con estos tragos de viejos recuerdos que me permiten viajar hacia el paso de los días anteriores, con la caída de los hojas cafés. Sentado en esta silla pensando, sintiendo, riendo en varios momentos. Con un traje que me hace aparentar mas edad, con mi cuerpo reposado sobre una capa delgadas esponjosa que soporta mi peso, mis manos acariciando la otra con un afán interminable, los suspiros son algo que a cada veinte segundo vuelven una y otra vez. Ya no siento temor ni ansiedad a lo que vendrá, estando aquí es mantenerte latente dentro de las personas que en algún momento fueron parte de mi vida, con las cuales disfrute varias etapas que quizás faltaron terminar y otras que iniciar. El otoño llegó y con ello la furia del viento en contra de esas hojas deterioradas y con la esperanza de no ser arrojadas al suelo y ser olvidadas por las personas. La lluvia también llega sin previo aviso, cada una de estas gotas derramadas son de estos tragos, que por un momento hicieron que cada una de estas vidas fueran envenenadas por estos recuerdos, que te despiertan cuando ya es tarde y no te dejan aprovechar la oportunidad que tuviste de hacerlo.

No hay nada mas que decir, el tiempo pasó y con ellos el paso de nuestras vidas se acortaron y quedamos atrapados en este túnel oscuro y sombrío, con una luz amarilla que por lapsos de tiempos llega para darte la esperanza y oportunidad de salir, pero seguimos acá atrapados entre lo que quisimos cambiar.

Despertaré veinte y cuatro veces antes de que la luz se apague, despertaré antes de que se marchen mis recuerdos, despertaré antes que estos tragos de viejos recuerdos me consuman y dormiré eternamente con la esperanza de volver a despertar.

Despertar quizas en mi cuerpo y llenarlo de esta experiencia, desviarlo de lo que atormenta el futuro y someterlo a viajar en el presente

Presente que desaprovechamos viviendo de amargos recuerdos innecesarios que nos sumergen a lo oscuro y derribado la trayectoria de tu vida antes de darte cuenta que podías mejorar.

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