Un lugarcito llamado hogar (vísperas de aventuras)

Un lugarcito llamado hogar (vísperas de aventuras)

Ernesto Clemenza

05/12/2017

Paso mi mano por su cuello mientras aseguro el tacto de mis dedos entre sus cabellos. Comienza la hecatombe de tintineos en forma de caricias, con las miradas taladrantes de los deseos y las pupilas dilatadas de amor. ¿No sabés? Puedo sentir cada uno de los poros de tu piel erizándose con el tacto de nuestro fuego, ¿y que? No es rastro de debilidad, no, mas bien es teatro de ansiedad, y del terremoto que existe en mi mano derecha que afianzada a tu cintura esta ansiosa por explorar nuevos sures. Viento en popa, ¡vámonos! que tengo las venas llenas de pasión y el pedazo de metal en mi dedo se comparte la licencia que existe en el trozo de oro que hay entre los tuyos. Vida, no fue una unión de metales anualares la que hoy nos merendamos, fue una aventura, locuras, reclamos y benevolencia que hemos decidido compartirnos por el tiempo que resta de nuestras vidas… No se, ahora la puerta de mi casa me parece tan distinta, si, como si fuera la primera vez que cruzo ese portal, ¿sera el peso delicado que fue soportarte en mis brazos al atravesar los peldaños de la puerta? Ahora todo es distinto, le trajiste calor a este muy humilde juego de paredes, muros que pintaste de alegrías, sin enterarme le has dado vida a mis días, es una travesía que compartimos, y ahora estas aquí, ahora entiendo que hacías falta tu, tu para que esta lugar dejara de llamarse casa y comenzara a llamarse hogar, y es que para un hombre de mundo resulta muy exótico el regreso a ese lugar llamado… hogar.

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