Así pues, éste es el último recuerdo…

Para entenderme, deberemos remontar unos años atrás. Dónde los colores eran vivos y los ruidos pájaros catando. Dónde lo único que importaba era pasarlo bien. Especialmente contigo.

Tenía 10 años. Era una tarde de abril, con lluvias torrenciales. Yo apoyaba la cara en la ventana y observaba las gotas, la intendidad de ellas y su caída. Me preguntaba por que llovía tanto siempre. ¿Se trataba de alguna maldición en Londres? Tú me mirabas embobado, me sentía tu más bonita bendición. Tus ojos mostraban orgullo y cada vez que me llamabas venía corriendo a lanzarme a tus brazos. A menudo dispuesto a contarme los cuentos más increíbles y heroicos.

Un día me desperté y ya no estabas. No comprendí el motivo y llegué a pensar que era por mí. Con los años me dijieron, con el mayor tacto posible, que huíste. Que te pudo la vida, que te desbordaste.

Así pues, éste es el último recuerdo… que tengo de ti, Papá.

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