¿Que es lo que quieres?

¿Que es lo que quieres?

Seicer Savarich

26/11/2017

¿Que es lo que quieres?

Un destello se desvaneció, de la misma forma que su aliento se escapó. Simplemente así era ahora, ella se encontraba en aquel lugar sin comprender el cómo había llegado ahí. Su último punto fue el centro comercial, su madre le había prestado la tarjeta de crédito; no dudó mucho a donde se dirigiría y su tienda favorita se mostraría como un lindo recuerdo, uno menos tenebroso del presente que vivía.

Las luces, las voces de transeúntes disfrutando de un buen momento, las cajas registradoras y el tac tac de sus tacones contra el vitropiso del segundo piso se mostraron como tambores a sus tímpanos, obligándola a caer al suelo donde apenas un haz de luz le permitiría darse cuenta de que ella se encontraba ahí, en medio de la obscuridad donde la incertidumbre la carcomería minuciosamente.

Los castaños cabellos resbalarían de entre sus dedos, delgados, era la chica con el cuerpo que cualquiera pudiese desear, y ella sabía el arma que llevaba de un lado a otro, nunca negó sus atributos y siempre supo como aprovecharlos al máximo. El maquillaje se le escaparía, casi agonizante como si fuese su último aliento. Los ojos hundidos le darían un toque moribundo mientras imágenes repentinas la lanzarían nuevamente a su estado de ovillo en el suelo.

Gritos, sangre, muerte. ¡Todos estaban horrorizados! Todos huían, todos pedían auxilio.

¿No es así como siempre obtuviste lo que quisiste?¿Con base en el sufrimiento de otros? – La lejana voz, rasposa y tentadora le acusaba desde las tinieblas. Ella, en medio de la nada, se elevó con cautela mientras sus piernas a penas la sostenían, evitando que se derrumbase al suelo impecable, no impregnado de nada mas que su sangre. Solo hasta ese momento pudo notar sus rodillas raspadas y las manos envueltas en un hermoso tinte carmesí. Estas temblaron al percibirlas, y un sollozo emergió desde su garganta hasta dirigirse hacia la nada.

−¿Quién eres? ¡¿Qué es lo que quieres de mí?!

Ah…− y pudo jurar que una sonrisa en su captora se había dibujado, incluso podía verla brillar en la nada. – Todos queremos algo. Pero lo mas importante ¿Qué es lo que quieres tú?

Evidente era su confusión, apenas y podía dar un respiro sin convulsionarse de pies a cabeza, el cuerpo temblaba tanto que sabía que podría desmayarse en cualquier momento. La fémina, privada de su libertad, sufría de dolores de cabeza intensos mientras trataba de recordar lo que había pasado. Gemidos de dolor inundaban el eco infinito que la nada le brindaba, no había nada mas que ella y la enigmática captora.

−¿Q-qué?…

¿Qué está pasando? ¡Alejate de mí!

−¿Qué pasó en ese centro comercial?… – y las imágenes, tan volátiles como un suspiro le cruzaron como un hacha en su cerebro. Gritó con terror, con miedo, con impotencia. ¡Todos habían muerto! Podía ver los cuerpos en el suelo, ensangrentados, no podía ni siquiera fijar la vista en cada uno de ellos. Caminaba entre ellos, moribunda.

−¿A caso fue un ataque terrorista?¿Los has asesinado a todos?… −pero un silencio espectral se mantuvo en la sala. Este se mantuvo durante unos minutos, el labio inferior de la chica comenzaba a temblar. − ¿Por qué me mantienes convida? ¿Por qué soy importante…? Dios, dios… ¿Qué rayos les pasa a ustedes?

Oh querida, tu no eres importante en lo absoluto.

− ¿Qué quieres decir? ¿Hola?… ¡No! ¡No me dejes aquí! … ¿Q-qué rayos…?

Oprimida por el instinto primitivo, su estomago gruñó como una fiera en busca de una presa. Era tanto el dolor, era tanto el hambre. ¿Cuánto tiempo había transcurrido? Sus brazos rodeaban su abdomen mientras de este parecía que una bestia descuartizaría cada parte de su ser. Los ojos entornados parecían que se saldrían y la saliva y las lagrimas ya no podían distinguirse en su mentón, cayendo jadeante hasta el suelo. − ¡Ayúdenme por favor! …Ayúdame…dios…cuánta hambre…

− ¿Qué es lo que quieres? –

Su rostro, repentinamente, se elevó hasta visualizar el horizonte, un punto en la lejanía que nada se distinguía, pero se sabía que algo se encontraba ahí. Esperó, su corazón latía a un millón hasta que estallara en mil pedazos. Pero no fue así, solo pudo sentir el zumbido en sus oídos mientras fijaba la vista en algo que no había. Hasta que se dignó a mostrarse. Una figura esbelta, delicada, desentrañó la oscuridad hasta posicionarse en un haz de luz, donde solo sus piernas podrían observarse. El dolor ya no era tan intenso, y aquello le permitió encontrarse a la altura de la contraria. Ambas caminaron, incluso la fémina aún confundida elevó una de sus extremidades para notar como la contraria le seguía como a un espejo.

− ¿Qué carajos? … − la figura, con un paso dudoso comenzó a dirigirse a ella sin que ella hiciese ánimos por seguir sus acciones. ¿Por qué no se detenía? Llegando a tal punto de correr hacia ella, las garras se alzaban en dirección a ella hasta que su cuerpo golpeó agresivamente contra el suelo, y la sombra que antes la asechaba ahora se había detenido a milímetros de ella.

Aquellos mismos ojos, esos ojos.

Por primera vez en días, horas, ¿Cuánto tiempo había transcurrido? Pudo sentir algo, tacto, y su reflejo proyectarse en su pupila. Su mandíbula desencajada mostraba la muerte que en ella habitaba y dentro de sí gritó.

La sombra ahora se había materializado en un cuerpo físico, la misma blusa que tanto le gustaba y se probó en su tienda favorita ahora desgarrada mostraba obsenamente sus senos ensangrentados. Estaba frente a ella misma. Su ojo derecho ya no estaba y en un reflejo se llevó la mano a sí misma, comprendiendo lo que significaba ver aquel reflejo terrorífico. Gritó desconsoladamente mientras giraba en su propio eje, como si de esa forma encontrara una salida que no existía. La pútrida figura de su gemela se inclinó hacia ella y en un movimiento rápido lanzó un cuerpo desconocido. La fémina no supo que era hasta que la extremidad superior derecha de una persona yació frente a ella. Las lagrimas recorrían su rostro y un tic nervioso comenzaría a emerger de su rostro.

Lo que tu quieres es alimentarte. Así que vete acostumbrando, que hambre es lo único que sentirás de ahora en adelante – una sonrisa acompañaría esa sentencia, y muy dentro de ella sabía que realmente, aquel brazo se veía bastante apetitoso.

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