La Cocina de mi Escritura

La Cocina de mi Escritura

Beatriz Granado

31/10/2017

No tengo rutina a la hora de escribir, por tanto no produzco guisos o salsas sabrosas con los textos, como esta. En «mi particular no-rutina», pues, cualquier momento del día me serviría. Basta con que se me cruce (voluntaria o involuntariamente) alguna idea, pensamiento, recuerdo, evocación, persona, situación o asociación para que sienta la necesidad de que quede registrado. El problema es que esos momentos me suelen encontrar ocupada en otra tarea o lugar

y lo que en ese preciso instante me parecía relevante o digno de ser escrito, se desvanece en el aire (o en el agua) y ya no vuelve.

De tanto en tanto, no obstante, acudo a mi cuaderno de notas, al portátil o al diario y plasmo lo que se me ocurre, tanto si se trata de sentimientos, descripciones, poemas sin rima o algún acontecimiento importante en mi vida. Me gusta escribir, aunque sé que, como decía Picasso «Las musas han de pillarle a uno trabajando»

2032

¡UFF!!!! Qué lejano queda este año. Y sin embargo el 2002 lo tengo muy cercano; parece que fue anteayer. Muchas cosas no han cambiado casi nada en estos 15 años. Mas otras han ido a velocidad de vértigo, por ejemplo la tecnología o la economía, resquebrajada por la maldita crisis y todas las consecuencias que ha traido consigo. En cuanto a la primera, baste con recordar los primeros móviles-ladrillo. Pero yo tenía que escribir sobre cómo imaginamos nuestra vida de escritores en el 2032.

Supongo que la escritura analógica y la caligrafia habrán dejado de existir Y será una pena porque hay gente que tiene una letra preciosa.

Imagino que existirán incontables soportes y artilugios en el mercado para dictar o dar instrucciones sobre lo que queramos escribir o llevar a cabo sobre todo lo que vayamos imaginando: personajes, lugares, tramas, situaciones, entornos… Quiza interpretarán emociones, gestos y descripciones de lugares para cuando escribamos en 1ª persona. ¡Qué sé yo!

La tecnología, en según qué campos, podría enpequeñecer nuestros cerebros a la hora de fraguar un espíritu crítico basado en la reflexión previa. Las redes sociales no contribuyen mucho a que aprendamos a reflexionar, debatir o argumentar con fundamento. Es todo tan inmediato que dependiendo del contexto, puede ser pernicioso en algunos aspectos o contextos.

La filosofía, por ejemplo, está abocada a desaparecer tal y como la concebimos. Ojalá que las nuevas tecnologías evolucionen en un sentido enriquecedor y no acaben con el pensamiento para convertirnos en autómatas totales. Amén.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS