No callar como imposibilidad, gritar enmudeciendo, ser silencio
soy silencio, vivo en silencio y pienso a gritos
pienso tanto, siento tanto, digo menos
me golpea el afán de explicar mis pesares, mis astillas y temores
dibujando siempre un porvenir anhelado en que ese azar desaparezca
y no sé si quiero realmente sentir un vacío, porque si hay vacío en mí
es de lo tan lleno que llevo dentro, que se vuelve un hueco colapsado,
sucumbe ese hueco en los recuerdos, en el olvido y lo existente
dándome tumbos sobre la sien que palpita cada día siendo lo que es.
Existe un largo recorrido en palabras sobre lo que sopesa mi corazón,
que es mi mente enclaustrada en la electricidad del bombear del pecho,
ya no queda nada, ya se va el viento, ya todo hubo sido como fue
y estoy en medio de un tornado que me pone los pies en la tierra
pero por las noches me deja ciega de tanta luz altanera, que no duermo,
creí dilucidar tanto y tengo más confusiones que destellos, como ser,
como ente que vive tratando de responder lo irrespondible,
eso que nunca obtuve, eso que sólo imagino en mis sueños
y como tantas cosas no sucederá en este paso del tiempo.
Divago en esto,
como una fórmula extraña entre paz y caos el amor se dispara;
el amor es ser tu mismo siempre y si no puedes serlo, llámalo obsesión
porque lo que se ama es el todo y no las partes específicas
porque el capricho se da cuando tratas de amoldarte a un otro
dejando de ser tú realmente y la libertad es sinónimo de amor
sin poseer ni celar, ser un continuo y no un sobresalto;
el amor es sereno y lento, nunca difuso ni inseguro,
el amor es saber que alguien puede ser feliz con y sin ti
y nace de la verdad, de mostrar tu oscuridad sin ocultar nada.
Y vuelvo a pensar en que he sido siempre yo y fallé,
nunca he fingido ser algo que no soy y fracasé
y eso ¿a qué me lleva?
a seguir siendo yo porque la oscuridad garantiza destellos al final,
hoy no los veo claramente pero los intuyo como flor en renacimiento,
puedo ser la más melosa declaración de grises
y haber botado lágrimas que caben en una botella de vino,
pero soy yo siempre, sin buscar la atención de otros por incongruencias,
siguiendo un camino guiada por el amor y nunca por el odio,
sabiendo que el silencio dice más que cien palabras.
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