Difícil es, aun hoy, definir lo que siento. Según el día, perteneces a un pasado lejano lleno de polvo o pasas a ocupar la añoranza infinita, melancólica,cargada de drama. Es curioso como los tesoros vividos resurgen representando lo querido y como la desilusión borra de un plumazo el deseo de quedarme añorando tu cercanía.

Oscilo. Entre el olvido y las ganas de verte. Entre la ilusión deseada y el confronte con lo vivido. Entre la euforia del recuerdo y el recuerdo real de tu cercanía. Una trama mental elucubradora, manipuladora que insiste en llenar vacíos, deseos latentes de compañía, de contacto, de risa y de silencio.

Lejos de ser el mismo amor no deja de ser amor. Ese amor que no supo ser, vencido por los miedos y la falta. Ese amor del que hui, al que desgaste y en el que no confie. Claro que fue de a dos, y de a mas tambien.

Aun tengo tristeza al recordarlo, si aun hoy, sobre todo hoy.

Mi mente no se cansa de elaborar motivos, de buscar una señal, mientras mi saber la vuelve a reorientar.

Veo tu imagen ¿quien sos? ¿Como sentis? ¿Sos feliz? Paralizo mis manos para no escribirte. Lucho con la infinidad de pensamientos desencadenados e insistentes. Y como ves acá estoy escribiéndote después de todo.

Algunos días juego con mi deseo. Imagino un momento juntos. El momento suele representar el reencuentro, solo el escenario cambia. Una fiesta, un paisaje, un hogar. Dedico minutos creando la tramoya y el libreto de un momento en que imagino con actores ansiosos, tensos, expectantes y desbordados en deseo. Hasta ahí llego. No mas tarde de ese juego un sueño te trae extranjero, vivo, en otra tierra que no es la mía. Un mundo que por desconocido es remoto y te encuentro ausente, ajeno.

Se devela el laberinto mental tejido, rechazo el juego, retomo mi vida hasta otro día, en el que quizás te vuelva a amar como hoy y una vez más olvidar.

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