-​EL COMPROMISO DE AMAR-​

-​EL COMPROMISO DE AMAR-​

Era una mañana soleado, el sol entraba por mi ventana mientras vagueaba entre las sábanas. Como todas las mañanas mi padre me despertaba para que cumpliera con mi deber, pues trabajaba en una tienda de ropa, a pesar de que solamente tenía 18 años. Siempre pensaba que el amor no era para mí, pero ese día cambió mi vida por completo. De camino al trabajo tropecé con un chico de 21 años, moreno, alto y ojos negros saltones. Me agarró por la espalda y se disculpó con una sonrisa y una mirada penetrante que logró ponerme nerviosa.

Al día siguiente, en la tienda entró una niña que gritaba: – David, David-. Estaba muy nerviosa y desubicada. Me acerqué a ella y le pregunté que qué le ocurría. – He perdido a mi cuidador David y no se dónde estoy. – Ven pequeña, vamos a buscarle.- La niña, tímida pero dispuesta a buscar a ese tal David me comentó dónde lo vio por última vez; y, efectivamente dimos con él, lo que no me di cuenta antes fue que era el mismo chico que tropecé el día anterior por la calle.

La niña, feliz de encontrar a su niñero me dio las gracias e insistió en invitarme a un helado. David también insistió en tomarme ese helado con él también; fue todo muy extraño pero acepté. Fuimos al Coffee Shop y tomamos un gran helado de vainilla. David muy expectante no quitaba la mirada de mi cara, por lo que me ponía cada vez más nerviosa. Susan, la niña pequeña me confirmó que David era quien la cuidaba, ya que sus padres la abandonaron cuando era un bebé. Afectada por su historia me vi en la obligación de ofrecerme para ayudarles, así que les di una suma de dinero que les ayudaría a tirar hacia adelante, pero me lo negaron. -Deme su número- insistió David. -No le doy mi número a desconocidos.- Yo no soy ningún desconocido después de tomar un helado. Reconozco que una sonrisa se me escapó. Accedí a darle mi número con la excusa de que me llamara por si necesitaba ayuda con la pequeña Susan. No pasó ni un día en llamarme, pero no cogí el teléfono, me hice de rogar.

A la semana siguiente, me volvió a llamar: -Hola, soy David, soy un apasionado por la pintura y me gustaría invitarte a una exposición de cuadros que se inaugura esta misma noche. – Mmm….- Tranquila volverás a casa sana y salva-. -De acuerdo-. -Genial, te recojo a las 19H en City Park. -Ok-. -Bye-.

Oh Dios mío no sabía si tomármelo como una cita o simplemente como una noche de diversión.

Fue increíble, estaba la sala llena de cuadros fascinantes e increíbles. Mostraban una belleza y una sensación de majestuosidad, increíble. -Gracias por traerme aquí, David, me ha gustado pasar el día contigo-. – Gracias a ti por acompañarme-.

De vuelta a casa, me soltó un beso en la mejilla y me susurró:- ¿Cómo te llamas? – Lucy, le contesté nerviosa. – Me gusta, es muy bonito. Esa misma noche no dejé de pensar en él. Decidí llamarle al instante pero me saltaba el buzón de voz. Decidí dejarle un mensaje escrito para cuando se levantara por la mañana pero me dio miedo. Yo estaba enamorada pero no sabía lo que sentía él por mí.

De camino a la tienda me encontré con mi hermano que hacía un par de años que no lo veía a causa de sus estudios por Londres, y me confesó que se casaba este mismo año. ¡Qué locura! – pensé. En ese mismo instante me llamó David,-¿Lucy?- Mmm si soy yo, ¿ocurre algo? – Necesito hablar contigo esta tarde donde siempre. – Vale David ahí estaré.

¡Qué nerviosa estaba! Pues no sabía de qué se trataba. Como siempre, yo, tan puntual llegué a la heladería donde comimos con Susan, y ahí se encontraba él en una barra sentado con una copa y sin la pequeña. – Hola Lucy, he estado pensando todo este tiempo y debo de ser sincero contigo y conmigo mismo-. -Dime, ¿de qué se trata?- respondí exhausta. -Es acerca de nosotros…Pensarás que soy un lanzado o un ligón pero no es así, de hecho nunca había sentido esto por nadie-. -Pero…¿qué sientes?-. -Lucy, en dos palabras: «Te quiero»-. Me quedé sin respiración por un segundo, y cuando volví en sí, esperaba decirle algo por mí parte pero no me salía nada más que un simple «yo también».

Ambos tuvimos miedo, pues a ninguno de los dos antes habíamos sentido esto por nadie, y pensamos que quizás sería algo rápido. Pero lo tuvimos claro, queríamos algo más con el propósito de un futuro matrimonio juntos. Al decidir contárselo a nuestras familias, por mi parte no me apoyaron, pues pensaron que no lo conocía por completo como era y que era imposible saber si estaba enamorada en tan poco tiempo. Pero sinceramente, no nos importó lo que pensarán. Nosotros lo teníamos claro.

Al cabo de unos meses David me invitó a que me mudara a su casa con él a vivir, pero le dije que sin estar casados no me gustaba, ya que en ese aspecto aparte de ser romántica, era un poco dada a la antigua, por lo que me propuso matrimonio, sí, unos meses de novios y ya comprometida. Claramente le dije que sí.

Adoptamos a la pequeña Susan y comenzamos nuestra aventura los tres, juntos. Ahora no pienso en ese amor llevadero, sino en un amor sólido y verdadero.

-Fin-

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS