El primero de los infiernos

El primer infierno seria el olvido y en este podría cada uno hacer introspectivas titánicas de historias inconclusas con un final tajado por circunstancias extrañas a cada quien, pero personales al propietario, olvidos obedientes que asienten y nos obligan a quedarnos pasmados en momentos donde fuimos felices, eternos pero que duran segundos; eternos porque han durado una eternidad en nuestro baúl de los recuerdos; escondidos, guardados, huérfanos, pero que se escapan por momentos en la vitrina de la soledad haciendo que desistamos de la vida misma o, entre las bambalinas de las relaciones que procuramos como soluciones inertes a esos recuerdos, lo peor llega ahí, cuando estando acompañados y nos asaltan esos huérfanos bastardos a recordarnos por segundos, ¡si! por segundos que si estamos acompañados es porque fallidamente intentamos huir de ellos.