Al fin y al cabo
(nunca hay cabo porque nada termina)
según dice el éter.
Es un sarcasmo incomprendido.
El que tiene motivos avanzados.
Avanzados para este mundo y esta época.
O quizás, mejor, tal vez, aun no lo se.
Entendibles para
La tierra cuando iniciaba.
Cuando de la naturaleza aprendíamos
y nunca al revés.
Me nombro porque estuve allí.
Mas presente que ahora.
El humano lo ensució.
La tierra no nació con maldad.
Actúa por causa y efecto,
Por la ley de la atracción y de los opuestos.
Y tiene fundamento, por eso no es maldad.
Es justicia.Es equilibrio.
El hombre se oscureció
y pudrió lo que tocaba.
Al darse cuenta que sus ideas mas descabelladas,
Se podían concretar.
Y el cielo no se le caería encima.
Ni sus otros lo agrederian.
Es mas se le sumarían.
Y desde el seno comenzó
esta locura colectiva.
Que al cuerdo lo destruye.
Y lo siente como la Pacha mama.
Que sin boca habla, y ruge todo esta desidia.
El rito a través del espejo convexo.
Estas en mi casa, estas en mi templo.
En el que tus ideas profanas,
se funden con el viento.
No lo pises si no esperas quedar desnudo;
De mente cuerpo y alma.
Quizás con apuro te arrastres
hasta la entrada.
Pero la noche siempre te encuentra merodeando mi morada.
Sabes mal, y sientes bien.
Que desde que saliste, algo de suerte, te atravesó la cien.


JULIETA IALLORENZI
PATENTADO EN SADAIC
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