DEL EQUINOCCIO OTOÑAL

Si es que pasa, si es que nace
ya lo veo, conmovido
de esos niños sin alma
que miran a un hueco vacío
con los ojos perdidos.
Ya lo veo, ya lo entraño
susurrando sin voz sus penas
sin afecto sin cariño
despreciado, devastado
puros llantos y el hastío
cubriendo su pequeño rostro
imaginando algún monstruo
que sea arquetipo de mis fallas
de mis faltas, cuando me vaya
dejando a mi niño a su destino.
Y si es que nace
voy a dejarlo a un costado del camino,
así a su suerte sin estrella
será parte del olvido.
Quizá alguna vez por un macabro deja vu,
vea en los ojos de un infante
un destello conocido
alucine ser mío, alucine ser mío.
Y después suponga;
Es imposible, si aquel murió de frío
en una calle putrefacta
solo, al borde del camino.
Sus ojos no son míos…
Quisiera ser fría, recia, dura
impersonal, indiferente
que va tras lo conveniente
sin aferrarme a lo sentimental.
Al menos me abraza la idea
de regalarle una vida al mundo,
y que encuentre el lugar
que yo jamás podré darle…


JULIETA IALLORENZI
PATENTADO EN SADAIC
Derechos de autor reservados

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS