Al despertar en la mañana
escucho el canto de tu pequeña voz
tan dulce y encantadora
sueñas con aquella flor.
Pequeño tu sabes bien lo que te aguarda
y debes guiar tu vuelo
enseñar tu canto armonioso
y ser feliz dando todo tu esmero.
Aunque eres de fuerza un tanto menor
vuelas a lo alto siendo diferente
cualquiera puede cantarle a una rosa
pero tu canto se la dedicas a la flor silvestre.
En la tenue luz del sol
aguardas en el frondoso árbol,
contemplando su sencillez,
y su aroma de gran encanto.
Te quedas en invierno
contemplando la pradera
aunque ya no exista ninguno de sus pétalos
tu esperanza es encontrarla en primavera
para darle por última vez tu canto
que se desvanecerá en el viento,
pero perdurara en la memoria
de aquella flor silvestre.
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