Sobre la ebriedad disléxica…

Sobre la ebriedad disléxica…

Ramses Yair Ayala

10/09/2017

A veces me pregunto si Bukowski lloraba cuando escribía ebrio o se reía a carcajadas mientras abrazaba el retrete y gritaba verdades puntiagudas. Me gusta imaginarlo así, un héroe mitad genio, mitad humano, un animal caricaturizado en mi cabeza, construido de anécdotas e historias de ficción, porque a diferencia de éste universitario clase mediero que también se alcoholiza, perteneciente a una juventud de risa, que no escribe ni una mierda, aquel individuo hacía magia con un cinismo casi perfecto y yo, sólo suelo ser un sin vergüenza.

Seguramente es esa sed de la mala que estoy saciando ahorita la que me hace escribir en una servilleta mientras me toco la frente, mientras un trago real como un tequila arde en mi garganta, cicatriza mis úlceras, desintoxica mi alma, inflama mi cerebro, adormece mi lengua pero afila mi pluma de tinta sangre. Una pluma barata, prestada, bastante gastada, que pertenece a la valiente mujer de ropa entallada que se encarga de llevar los tragos a las mesas en éste agujero negro, dónde los personajes dadaístas le miran los senos y fantasean con su trasero…

Un sitio de mitología citadina que sobrevive y se contrapone al nuevo ritmo juvenil de los bares. Enormes cajas adornadas de conceptos y consumo donde encuentras sin diferencia alguna a las golfitas ebrias de unas cuantas cervezas que juegan a ser calientes y sensuales y a los idiotas que piensan con la bragueta y la entrepierna húmeda en un constante ritual de apareamiento ridículo y absurdo de música en alto volumen y conversaciones de móviles, pedas y trabajos “agodinados”, pidiendo tragos puñeteros.

Prefiero los agujeros negros de personajes decadentes, de cantineros terapeutas, de meseras cuarentonas apetecibles, de poetas malditos y ancianos borrachos con literatura en los labios y no libros baratos bajo el brazo, que se burlan a carcajada abierta de nuestra generación pedante que bebe por beber bajo la premisa vive rápido y piensa lento, mejor no pienses. No culpo que nos miren como niños de ideales gastados ni que se sorprendan de nuestra ebriedad disléxica…

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS