Siento las ojeras debajo de mis ojos, el tiempo en mis venas, degusto el sabor amargo de una lluvia radioactiva noto como el viento levanta mi cuero cabelludo, presiento la fractura en cada hueso.

Mis manos ya palpan el corazón, mis dedos caben en un pulmón. En un acto de solidaridad por lo que queda de mi, decido terminar de almorzar y me marcho lejos de lo que podría llamar mi.

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