Solicitud de visita c67

Solicitud de visita c67

Federico Berón

31/08/2017

Abrió los ojos. Un ejército de ruidos y chasquidos electronicos que formaban el alma de la nave se le metió en los oídos. La luz de la habitación titilaba en tonos anaranjados.

Un trago de agua. La boca es lo primero que se rinde ante la hibernación. El mensaje era urgente. Le preguntó a la nave acerca de su condición técnica. Excelente. Entonces no se estrellaría contra algún planeta extraño en medio de la galaxia, como soñaba hacía años.

¿Tema?, preguntó Greg, mientras se incorporaba sobre la cama de hiperhibernación. “Solicitud de visita c67”, respondió la nave. “Autorizar mediante código personal” Jurisprudencia, consultó Greg, Civil, nave de traslado de seres humanos o similes homologada. El especimen viaja en estado latente.

¿Quién sería? Hacía años que no recibía visitas mientras viajaba. Ordenó un poco sus pensamientos. No era fácil despertar despues de dormir tanto tiempo. Reconfirmar jurisprudencia, dijo con voz casi militar. Civil, respondió la nave con voz dulce. Bien podría tratarse de un agente de civil, había oído de operativos hechos con métodos poco ortodoxos. Género, inquirió. Femenino, 30 años, agregó la nave. Greg respiró. Aún era posible que fuera un agente de investigación. Pero el tratarse de una mujer lo tranquilizaba, aunque de forma ilógica, al menos un poco. Tiempo estimado de arribo, en tiempos terrestres por favor. 27 minutos dijo la nave. Greg hizo un ademán en círculos con su dedo índice derecho y los aparatos de monitorización vital se retrajeron hasta acurrucarse en una esquina del techo con un beep que quedó resonando durante algunos segundos.

En siete minutos la cápsula de envío estaría a la distancia suficiente como para que la nave pudiera escudriñar su interior, escanear el contenido y bajar los datos exactos de lo que hubiera en su interior. Se moría de hambre. Siempre imaginaba al despertar esos asados de carne de vaca que comía con su esposa, cuando eran felices, cuando vivían en la Tierra, cuando ella estaba viva. La nave le recordó que debía aceptar el pedido de visita o la cápsula iniciaría el viaje de regreso. “Mi lugar en en tu amor”, dijo Greg con cierto desdén. Pedido aceptado, cápsula entrando en cono de comunicaciones en 4 minutos terrestres agregó la voz de mujer de la nave.

La paranoia se acentuaba a medida que el sarcófago espacial se acarcaba a su posición. ¿Y si mi “contratado” habló…?, ¿si “cantó” la verdad y me buscan? Le pidió a la nave que le acercara un vaso de jugo de naranja exprimido y sus píldoras para el mal de gravedad 0. La sala se transformó en un prado verde con un árbol de naranjas maduras. Dos jovencitas se acercaron riéndose, comentando aventuras con algun muchacho con canastas. Una de ellas trepó por el árbol con una destreza poco humana y Greg se agachó par aver si podia ver debajo de su vestido. Pero en seguida sonrió y se acomodó nuevamente en su silla, un poco avergonzado. Las jovencitas exprimieron las naranjas y le alcanzaron el vaso a Greg. Luego comenzaron a besarse y levantaron vuelo en medio de un viento feróz. En el tronco del árbol fueron tayándose unas letras que terminaron formando un mensaje: el costo de su fantasia es de 9,44 rubíes, que ya han sido debitados de su fondo de valores. Y todo se esfumó en una milesima de segundo.

El murmullo electrónico de la nave volvió con la crudeza de un lunes. “Escaneo posible”, dijo la nave. Ahora podría ver con precisión el contenido de la pequeña cápsula que se aproximaba a su nave. Le pidió a la nave que comenzara con el escaneo. Un as de luz azul y rojo unió la nave con el sarcófago. “María Zerz”, expresó la nave. Blanca, huella digitalgenética es FMC67. Clon de clase AA. Fecha de despegue desde Rosario, República Sudamericana: 03-02-01. Posee nota de llegada. ¿Anticipar nota?, preguntó la voz de la nave. Greg asintió. “Felíz cumple, amor mío”.

Un escalofrío recorrió la espalda de Greg. “Enlace de voz con el Sr. Antorcha, planeta Tierra, sistema solar”, pidió Greg ahora transpirando. Hola, dijo la voz áspera. “Tengo un clon de mi esposa llegando a mi nave en 2 minutos, el envío fue hecho después de tu “actuación”. Explicame cómo es posible ésto…

No se nada acerca de un clon de María, respondió el hombre. Podés pedir el certificado de defunción con las huellas geneticas cuando quieras. No hay manera conocida de falsificar éso…y no creo que tu esposa contase con semejante tecnología si existiera. No puedo ayudarte. No vuelvas a intentar hablar conmigo. “Enlace concluído”, dijo la nave.

Greg se quedó en su silla, viendo cómo se acercaba el envío, metro a metro. Miró el reloj en su pulsera. Bebió un sorbo del jugo de naranja. Es increible, pensó. Hoy cumplo 40 años. Y no me había dado cuenta.

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