Mi mente no me pertenece
Es cruel
un infortunio humano
Vivir y andar a tientas
Descubrir que tus pies no son muy diferentes
de aquel bebé
que se magullaba las rodillas
y chillaba
una alarma que ensordecía toda la cuadra.
Estoy llena de magullones invisibles
Sigo tambaleándome
Solo que con cuarenta años se aprende a disimularlo.
No queda otra.
Tengo que pretender que piso firme
Mis hijos necesitan seguir- me el paso.
Pero esta mente
designio de los dioses
Es un antojo salvaje
Un latón de basura desbordado de pasiones
Un garaje contaminado de alimañas
No desinfectable. No reciclable.
Un loro loco saltando de rama en rama
que nadie atrapa.
Ni los mismos dioses.
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