Y para una mujer tan firme como usted, una rosa marchita;
engalanada por las luces de la aurora de sus sueños,
inmensamente enajenada por el desdén y el desorden de sus dueños.
¿Volverá el día de marzo en sus pensamientos a existir?…
Sucumbiendo ante sus ojos que miran desde la plaza;
absorto estoy en el kiosco cantando, pero usted me mira y me desprecia;
más mi dignidad y orgullo valen más que los besos y caricias que me dio.
Dese la vuelta y márchese, mi alma ha sido salvada por la pintura que cuelga de la pared, aquella que en espiral subsiste;
aquella que brilla como diamante y expresa
con sus delicadas pinceladas un sentimiento quieto y perfumado,
un sentimiento inherente al ser humano…..
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