Había sido un buen día, regresaba a casa más temprano que de costumbre, al llegar a la esquina dónde tomaba el autobús, se me ocurrió la idea de llevarle flores a mi esposa, esperé que la luz del semáforo estuviera en verde, y cruce. No me percate del vehículo que venía, sólo sentí el golpe y mi violenta caída al pavimento, estaba semi inconsciente, cuando la vi, juro que la vi, estaba como flotando frente a mí, su figura esquelética, con su capa y capucha negra y la guadaña en sus manos de hueso, me miraba fijo con sus cuecas vacías. Luego el silencio total, no recuerdo nada más. Cuanto tiempo paso, no sé.

Mi mente despertó un día, estaba oscuro, muy oscuro, el silencio era total, casi aterrador, quise hablar, moví mis labios, y ningún sonido salió de ellos. Entonces, comprendí, estaba, ciego, sordo y mudo. La angustia me invadió, y volví a perder el conocimiento. No sé cuánto tiempo transcurrió, cuándo mi mente despertó de nuevo, una mano apretaba la mía, intuí que era mi esposa, él aroma de su piel me era conocido, sentí sus labios en mi frente. y un poco de paz llego a mi mente, no tenía noción del tiempo, dormía y despertaba, sin saber si era dia o noche, todo era igual para mí, tenía algo que yo percibía como una manguera conectada a mi brazo. Un dia cuando desperté, sentí el aroma de mi esposa a mi lado, tomó mi mano y acaricio mi pelo, su cercanía me confortaba.

Luego unos brazos fuertes me ayudaron a incorporarme, me vistieron y me sentaron en en algo que después me di cuenta, por cómo se deslizaba, que era una silla de ruedas. Después, me subieron a un vehículo y luego de un largo y silencioso trayecto, este se detuvo. Me bajaron entre dos personas, me di cuenta porque eran cuatro brazos los que me ayudaban, me trasladaron en la silla de ruedas, me acostaron en una cama, era la mía, yo la conocía bien, por lo que asumí que estaba en mi casa.

Allí con la cara vuelta hacia el techo, miles de pensamientos llenaron mi mente, valía la pena vivir en esas condiciones. Entonces decidí que debía olvidar mi accidente, era mejor pensar, qué habia nacido así y con eso apartar de mi mente la tragedia, empezar de nuevo, en mi estado actual, y hacer mi existencia más llevadera. Con ese pensamiento me dormí.

No sé cuánto dormí, no tenía conciencia del tiempo.

Mi esposa me ayudo a levantarme, me desnudo, y me llevo a la ducha, empezó a enjabonarme, como pude le indique que me dejara hacerlo yo, para no sentirme tan inútil, me duche cuidadosamente, por señas le pedí la toalla para secarme, lo hice calmadamente, para no caerme, ya que la falta de sonido altera el equilibrio, por primera vez me vestí solo, me sentía un poco más seguro mi olfato se habia desarrollado, los olores me guiaban, ya podía caminar solo, por algunos lugares de la casa, mi esposa me llevaba al jardín, yo sabía dónde estaba, por el olor de las rosas y lavanda, que mi esposa cuidaba con esmero. Un dia me puse de pie y afirmado en el muro caminé, supe que habia llegado al antejardín cuando el olor penetrante del jazmín invadió mis sentidos, ese dia me sentí un poco más vivo.

Sentado en mi silla, explorando mi noche eterna, imaginaba un firmamento lleno de luces, y pensaba. Estoy ciego, sordo y mudo. Solo tengo la capacidad de imaginar que puedo palpar con la yema de mis dedos las estrellas, por instinto me doy cuenta de los abismos, y me alejo de ellos para no caer en el vacío. Hay muchos abismos en mi vida, la desesperación, la angustia, la impotencia. Intento escapar de esos abismos, porque a pesar de todo quiero seguir viviendo. De la falta de sentidos, la más terrible, para mi, estando ciego es no escuchar, por que produce una inmensa sensación de soledad.

Esa noche en la cama, con mi esposa al lado, sentí deseos de acariciarla, mis manos recorrieron su cuerpo, como hace tiempo no lo hacía, mis besos recorrieron con pasión sus partes más íntimas, mientras ella con sus manos suaves acariciaba mi pelo. El clímax nos sorprendió, abrazados, cansados y sudorosos, fue la más hermosa noche de mi vida, me dormí impregnado de sus olores, y lleno de su amor.

Cuando mi mente me aviso, qué era de dia, me incorporé en mi cama, al sentir que mi esposa no estaba a mi lado, supuse que estaba preparando el desayuno, luego llegaron a mí los olores del pan recién tostado, y, él aroma de la mermelada de naranja, qué era mi favorita, me di cuenta que así era. La sentí llegar a mi lado junto con la fragancia del café recién echo.

Pasaron los días yo guiándome con mi bastón empecé a recorrer la casa para familiarizarme con los espacios y así tener un poco más de libertad. Sentado en mi silla en él jardín, presentí, que ese dia vendrían a visitarnos nuestros hijos, ellos lo hacían dos o tres veces al mes, sentía el trajín de mi esposa, púes su olor venia y se alejaba, yo identificaba perfectamente los olores de la comida, cuándo olía a tomate y albahaca, era salsa para pastas, cuando el aroma era de manzanas asadas, había pavo, y cuando el olor era a pimienta y ajo, era un solomillo al horno, hoy almorzaríamos pavo. El perfume de arándanos y frambuesas, me indico que se estaba horneando el postre favorito de mi hija. Mi esposa llego a mi lado, me acaricio el pelo y me dio un beso en la frente, deduje, por su tranquilidad, qué tenía todo listo.

Pasado un largo momento, llegó mi hijo, yo lo identificaba por el olor al tabaco, qué era el mismo que yo consumía, antes de mi accidente, y que ahora no lo hacía por temor a provocar un desastre, había además ante mí un olor desconocido, qué me llevo deducir que era la esposa de mi hijo, su aroma todavía no me era familiar, ambos me besaron en la frente y se quedaron a mi lado. Un aroma a violetas me anuncio la llegada de mi hija.

Pasados unos momentos me llevaron a la mesa, me pusieron una gran servilleta por si derramaba algo, la comida me la servían cortada en pequeños trozos, qué yo acomodaba con la mano y ensartaba con el tenedor, cuando pusieron en mi mano una copa de vino, era mi vino de siempre, pero ahora sentí el aroma de madera y frutillas que antes pasaba desapercibido, y que ahora disfrutaba pues mi sentido del olfato se habia desarrollado mucho, el postre era más fácil pues yo manejaba con destreza la cuchara.

Terminado el almuerzo, me llevaron a mi silla frente al jardín

, y casi en seguida pusieron en mis brazos algo, que al tocarlo presentí que era un bebe, era muy pequeño, lo que corrobore, pues al acercar su cabeza a la mía, se impregnó mi nariz del inconfundible olor a leche materna, lo acaricie y bese suavemente lo apreté contra mi pecho, era mi primer nieto y dos lagrimas furtivas se escaparon de mis ojos sin luz, luego volvió a brazos de su madre.

Unas palmaditas en la espalda y un beso en la frente me indicaron que mi hijo se retiraba, mi nuera me abrazo tiernamente, luego mi hija acaricio mi pelo me dio un beso en la mejilla, apretó mi mano entre las suyas y se retiró la visita habia llegado a su fin. Cuando todos los olores se alejaron, y presentí que estaba solo en mi noche eterna, me levante de la silla y de pie, levante mis brazos y de cara al cielo Exclame mentalmente gracias a Dios estoy vivo.

Hector Cisterna.

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