Las heridas que un día me hicieron ya han cicatrizado. Siguen en mi piel, no puedo borrarlas por mucho que lo desee, pero aprendí a curarlas. Ya no duelen.

No me duelen nada, son rasguños hechos en piedra, una piedra que un día fue papel.

Yo soy piedra, pero temo a que tú seas agua, pues con constancia el agua consigue llegar al fondo de la piedra poco a poco, descubriendo quizás, el diamante que escondía esta dentro. Una piedra fuerte y frágil al mismo tiempo.

Espero que si tú eres agua, cuando llegues al diamante no lo dejes caer, porque la piedra es dura, pero una vez alcanzado el diamante toda fuerza se evapora. Y no tengo fuerzas para sostener los pedazos del diamante y reconstruirlo.

Una vez destruido el diamante solo quedará la piedra. Por eso temo que seas el agua, porque si lo eres, y espero que lo seas, tendrás el diamante en tus manos y con él podrás hacer lo que quieras.

Si eres agua, destruye la piedra y protege el diamante.

Si eres agua, no dejes que vuelva a ser piedra.

Por favor, dime si eres agua, dime si quieres ser el agua.

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