Y correremos el riesgo de amarnos de por vida aún que la vida nos prohíba querernos. Y donde nadie pueda ver nuestras miradas allí estaremos tú y yo como almas condenadas a quererse eternamente; esperando que el cielo se convierta en tierra y la tierra en cielo, para que deje de ser pecado mortal quererte.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS