En la memoria
de todos mis años,
festejan los fantasmas
sus febriles tormentos.

La vida dulce amarga
derrama su espesura,
marcando con sus huellas
el camino del tiempo.

Cada cana una hebra
que teje mis cabellos,
cada arruga una historia
de luchas y desvelos.

¡Remolinos del alma
agitando el espejo!

Como si fuera costumbre
mutilar el sufrimiento,
nos dice adiós el amigo
¡Los hijos se van muy lejos!

Los ruiseñores del alba
trinando en cada recuerdo.
La incertidumbre desgrana
¡Las cenizas de mis sueños¡

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