Coraza de Oro

Coraza de Oro

Mango Rojo

13/05/2020

El pacífico sonido de los grillos, las luciérnagas esparciendo estrellas por arriba de su cabeza y la tierra, creaba un ambiente distinto, en esa noche de luna llena, su reflejo en la laguna frente a él y esos árboles de hojas azuladas que parecen doblegarse, creando algo hermoso, un mundo diferente, en donde podía respirar sin miedo, en donde no era necesario matar para comer o esconderse para sobrevivir y en donde su coraza no valía oro.

Olfateó el aire y sus ojos brillaron con pena. Miraba su reflejo en el agua que poco a poco, comenzaba a tintarse con colores de rubí, mientras un leve silbido del viento llevaba pétalos rosas, elevándolos para que caigan junto a él, tapando su herida, como si fuera un consuelo de las flores.

Escuchó pasos livianos, que por poco resbalan con el barro, se dio vuelta y la vio, llevaba armadura con una espada en el costado de su cintura. En sus ojos parecía estar cargando con algo muy pesado, la armadura era liviana, la espada era fina y delicada, casi elegante, el Dragón no entendía qué era ese peso.

El viento levantó los pétalos, llevándoselos rápidamente, como si no quisiera presenciar nada de lo que iba a pasar. La chica temblaba sin sacar su espada aún, era la hija del rey, pero ningún rango importaba ahora, no importa que ella haya sido la mujer que lo había liberado del castillo y que por eso mismo, la habían mandado a matar a la “sanguinaria bestia”. Ella no quería hacerle nada, pero el animal estaba sufriendo por la herida de una flecha perdida y era su culpa. Se desplomó frente a él y lloró, la bestia se levantó y con elegancia camino hacia ella, raspando suavemente la tierra con sus garras, la miró desde arriba con duda y pena, se acostó y la abrazó con las alas, la sostuvo con el cuello, la protegió con su cola y con sus ojos le trasmitió la misma paz que él sentía.

Por último se recostó sobre la tierra, muriendo lentamente, con la chica descansando, igual que él, sobre su lomo.

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