Se fue, como marchando a la guerra
Se fue el último soldado de verde opaco
El hombre de la autoridad férrea
El abuelo del fantasma de otra época
Y se fue, en una onírica mañana de mayo
Con ocho cabezas a cuestas, quizá algunas más
También se fue con un corazón en la mano
Corazón fuerte, dulce y siempre dominado
Se fue dejando a su herencia llorando
Así es el tiempo, todo lo marchita
Marchitó tu pistola y tu febril mirada
Marchitó tu traje, tu necedad y tu rostro recio
Marchitó la juventud que pensabas eterna
Y yo le lloro al corazón que te llevaste
Lamento lo de las ocho cabezas y más
Yo le lloro a tu temible sombra esfumada
Yo le lloro a las raíces de tu árbol
Supongo que tú le lloras a los claveles rojos
Y te fuiste con tu orgullo, con tu pena
Y te fuiste, con dos monedas en la chaqueta
Espero te sirvan para llegar al otro lado
Espero te sirvan para olvidar tus penas.
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