Que tan exiguo mi espacio

siento cargado de miedos

cada minuto de vida

que mi corazón palpita

en tan vasto firmamento.

Cuán pequeño mi lamento,

ese que sale de dentro,

cada paso del camino

por la senda del destino

que voy dejando en silencio.

Bajo el aliento del cielo

me aturde mi fondo entero

dejando a libre albedrío

en ese fondo sombrío

la derrota de mis sueños,

retazos de firmamento

que caen a plomo en mi pecho

cargados de mil estrellas

brillantes como centellas

que iluminan mi sendero.

Atardeceres tan bellos

que palpas a Dios en ellos,

que vuelcan sobre mi olvido

recogimiento divino

que me eleva sin remedio.

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