Eternidad. ¿Qué significa?, ¿qué tanto dura?, en mi memoria aún se encuentran los momentos que vivimos juntos, se mantienen latentes como el latir de mi corazón, llenos de vida, alimentando una fantasía, una versión mejorada de nuestra historia, aquella que hasta los poetas inspirados por nuestro amor, escribían sus mejores versos plasmando así un sinfín de estrofas llenas de sentimiento, arte puro y duro. “Inquebrantable”, así llamábamos a ese “nosotros” que alguna vez fuimos; “puro”, le decíamos a lo que ambos sentíamos fluir de nuestros seres al estar juntos, aún lo siento fluir e invade mi ser; “apasionado”, como le denominamos al besarnos con autentico fervor, nuestras bocas encajaban naturalmente y nuestras lenguas danzaban al son de nuestros latidos; “lujurioso”, así era nuestra intimidad, llena de morbo, la excitación a flor de piel, nuestros cuerpos bañados de sudor, nuestras almas se enlazaban mientras nos devorábamos mutuamente hasta llegar al clímax, llamarlo: “sexo” sonaba pasajero y vacío, llamarle: “hacer el amor” le daba un toque romántico y a la vez carnal.

“Amor”, bendito y aclamado amor, esa palabra encerraba todo lo que vivimos, no hacía falta explicarlo, no hacía falta pedirlo, solo nacía de nuestra parte más genuina, llena de humanidad y empatía, fingir algo como eso es cruel, pero amar sin amor es más tóxico, ¿se te acabó el amor por mí? Tal parece, ¿hice algo mal? Nunca me diste explicaciones, te fuiste sin más, me hablaste de eternidad pero… ¿Cuánto dura tu eternidad?, la mía es más extensa, me entregué a ti en cuerpo y alma, durante y después de la vida. Todo era perfecto, teníamos mucho en común, pero ese pequeño detalle, aquel que pintó un amor que lucía eterno, no era más que uno efímero y agrio, uno de los que marcan, para siempre.

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