La vieja y amarga muerte vacía testimonial, desangrada en oscuridad moraba sentimientos tenebrosamente humanos.

Como sorpresa a la misma antigua y sabia entidad ancestral encontraba en su apagado corazón como rayo parte la tierra, al ver a su amada mundana pero tan solo en cuerpo, regocijante espíritu alado.

Ha sido un sueño eterno, ahora lo puedo ver!! Dijo.

¿Pero a quien le dijo?

Si aquella arrugada alma solo pasaba como pasan las noches de invierno, añorando ser detectada pero caía siempre en el mismo dolor, aquel que la dejaba en su miserable labor de ser digna acompañante, suspirante amiga del dolor.

Sin más pesar, su frágil, nuevo momento! A él se había dirigido. Sabía que aun así, si así por decir pasaran miles de años, miles de personas, miles de momentos iguales; en su resplandor siempre viviría uno. Que vieja y amargada muerte que siendo emisaria de proezas acabadas, reconoció el amor en ojos de vida.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS