Cuentos, Cartas y Poesía (Segunda Parte)

Cuentos, Cartas y Poesía (Segunda Parte)

Año 3528 d. J.

Su brazo, más hermoso que su mano, su mano, más hermosa que sus dedos. Bueno, de los dedos a las piernas, de las piernas a la cintura nupcial, ¡Ustedes saben el resto! Esa época era el año 3528 d. J., y caminaba Romeo por una calle de Londres, recordando al antiguo de él, en una palabra terminada en “tista”. Pisoteando las hojas, miraba las ratas más grandes que él, correr. Julieta había sido clonada, pero Romeo no la amaba. El amor de nuestra vida, una sola vez se observa, y después se pierde, una sola vez se olvida, siempre. Ella escuchaba pasos, como en escala musical, ¡Será Romeo! (Tremendo suspiro, se los juro) Su sangre era de aceite, sus venas de hierro, su piel era de tela, su rostro, metálica belleza. Pero su corazón clonado, latía, como si fuera el aviso de su destrucción. Romeo no la amaba. ¡Julieta, no puede ser, te perdí!

Receta Casera

– Dos cucharadas de dulce hiel. – Una libra de amor carnal. – 15 gramos de años delicados y dedicados. – 2 recortes de silueta en papel de corazón. – ¡Muchas gotas!, todas las que puedas, de lágrimas ahumadas. – Una vasija para recoger el sonido de mis palabras. – Una pata de cangrejo, ¡No, mejor, eso no!, porque ya no podríamos ver, a nuestras espaldas. ¡Mejor, un tentáculo de pulpo, para obtener más amigos y amigas! – ¡Señor Cantinero! ¡Regáleme otra para estar en sano juicio! “Cantina de los no borrachos” «Necesitamos esta receta, para aplicarla en nuestras conquistas» Decían dos perros, sentados a mi lado.

Delirio de un Perro

Hola: Te digo algo, las mujeres no se deberían llamar «perras» a sí mismas. Los hombres no deberían, pero se llaman «perros» a sí mismos. Luego, a sí mismas y a sí mismos no son primos, o tal vez hermanos, porque si se enamoran de verdad, tal vez novios, porque renace el inconstante tiempo, y no, tal vez animales, porque ellos no tienen la culpa de estar libres, ellos heredaron eso de la tierra, por lo que es estar por dentro del universo. ¡Verte sonreír, y la mejor nostalgia es la que acompaña, la danzante rabia de éste dolor, por ladrar mientras te pienso, y tal vez hablar, pero no de esa manera que lo hacen los humanos lentos! Uau.

Hogar del Libro

En un hogar familiar se tiende a poseer, una buena organización del ambiente, y de las cosas que lo rodean. Lo mismo ocurre con el libro, el cual forma en sí una variedad de familias, con su propia historia. (Los orígenes, la evolución y las soluciones a cualquier conflicto) En este espacio, son especialistas quienes conocen profundamente la función de almacenamiento, preservación, conservación y reconstrucción, del habitante de este lugar: El Libro ¿Cuál es el hogar del libro? la estantería, que debe poseer una solidez estructural, con buenas bases, para soportar el peso de todos los integrantes de esta familia. Así como en el hogar, el color y la calidad de la pintura preponderan, así los estantes deben mantener un recubrimiento adecuado y firme como la cama, o el lugar de reposo de los libros. A nadie le gusta dormir en un lugar que le rasguñe, corte, deteriore y le irrite la piel, el cuerpo, en un sentido inicial vital, los libros, son como nosotros los humanos, pero de una forma artificial. Poseen vida, pero esa vida es intangible. Se da a conocer, cuando el mismo libro sale a pasear o a caminar en su integridad, para ser analizado, observado, copiado, de una manera correcta y satisfactoria a quien le pone una cita de invitación, después, vuelve a su lugar con más peso, alimento, información y actualización “el citante”. Lo que se quiere evitar es que un libro muera, pues mientras que sale de su hogar, de su stand, lo pueden robar, herir, le pueden hacer daño, y quedar sin alguna de sus partes. Cuando está herido o maltratado, va a la enfermería de la restauración. Se le aplica entonces su chequeo médico, por decirlo así. Debe ser un chequeo cuidadoso y general, una operación abierta al cambio, basada en las normas y el manejo adecuado de las herramientas quirúrgicas. Un documento o libro vivo y alentado, es un amigo incondicional y siempre consejero para nosotros los humanos.

Elogio de Don Quijote

Caminaban Don Quijote y Simón Bolívar por una calle, acompañados de una tarde de venados, y ambos, como dos acongojados, miraban hacia el suelo que nunca de su altura sale. Eres un soñador perdido, que no encuentra en la locura el azote, procurando ser feliz, decía Don Quijote, de la vida, de la muerte y del olvido. No estoy solo en este tiempo destruido, mira el sol que un día vio mi sangre en la batalla alumbrar, ¡Qué martirio es la espada! pero más dolor, ver a Dulcinea morir sin poder llorar. He cambiado el flujo de mi Patria por la Razón, sin imaginar que Tronante también quería ser libre. (Llegan los dos a un cementerio) Es increíble que tu país sea un cementerio de vivos. Yo molestaba cuando decía que los molinos eran gigantes, aunque en tu tierra se lo han tomado en serio. Hasta el punto, de decirle a los mudos mal hablantes. (Antes de llegar a sus tumbas, el uno a España y el otro a Colombia) Dejad la cárcel a los buenos y el infierno a los malos, dejad la libertad a los amantes de la locura, pero no dejéis la lucha a los malvados ni el amor, a quien el bien tortura.

La Calle

La calle fue el comienzo de nuestra unión. Eso, fue lo último que hizo el corazón, al salir de su casa. Vas cruzando lentamente, hacia mi izquierda, y yo en la mitad de la avenida. Cambias tu mirada de lo fijo a la izquierda, y yo enterrado en mi propio derretimiento, lucho por vencer las puertas de tus ojos. ¡Como sabes! La calle fue el comienzo de nuestra unión. En mi casa no existía vida hasta que apareciste tú. Lo único que había era un niño perdido en su propio mundo. El armario de las lamentaciones, el escritorio de la perdición, el baño de la agonía, (en caso de que hubiera baño) la cama de la violación y vacío. (Cojan cada una de las partes de su casa y denle una función) Como causa y efecto, me sucede lo de soñar, la realidad. En tu casa se encuentra un bendito perro que me muerde, y se me trepa en una pierna, “los celos”, pero como te amo, una casa es la del perro, a la que yo visito, la tuya. Oye, la calle fue el comienzo de nuestra unión.

Encuesta: Los Sueños

(Estaban reunidos los sentimientos en un parque, jugaban como lo hacen los niños y las niñas, sin importar la forma de ser, los juegos se basaban en apostar, quién era capaz de conquistar los sueños) El Querer: ¡Si yo tuviera límites no sería digno de existir, la vida me ha dado ese don, el don de no corresponder a la muerte, hasta allá puedo llegar! (Dicho esto por el Querer, el sol no se quiso mover de su lugar, no pudo aparecer, para no dejar morir a la noche) La Muerte: ¡Dejo que me invadas querer, permitiendo la no caricia de tus manos, estás al lado, como si esa fuera mi alma viva, hasta allá puedo llegar! (Ella habla, el aire se convierte en vacío, la noche grita que no puede respirar, para no dejar vivir al Querer) El Amar: ¡No creas, que porque soy candidato a conquistarte, en esta noche, tengo el derecho a cerrar los ojos. Los tendré muy abiertos, siendo ciego! (Una réplica real, como para no darle tanta importancia a los Sueños, haciendo que la luna, tuviera luz propia) La Vida: ¡Eres mío, trascendental y humanamente hablando! (Los puntos suspensivos, son el alma de la vida, adivinen quién ganó. Los hombres quieren y aman, Las mujeres mueren y viven. Querer morir y ser ciegos ante la vida, No permite que Colombia renazca de sus cenizas)

Un Par de Tímidos

Él era tan tímido, que prefería dormir con los ojos abiertos, porque le daba pena que los sueños, lo buscaran en la noche. Ella era tan tímida, que prefería caminar por todos lados, con los ojos cerrados, porque le daba pena que la naturaleza, le mostrara en un espejo, lo hermosa que era. Él: ¡De nuevo me encuentro aquí acostado, permaneceré con los ojos abiertos, porque sé que al cerrarlos, el recuerdo de esa imagen, apacará de nervios mis sentimientos! ¡Oscura noche, dame alientos, y deja sin luz ese espacio de mi mente, evita que ese sueño me destruya, apasióname de una valentía constante. Mi alma no soporta sentirla a Ella tan cerca, y prefiere salir corriendo! Ella: ¡Ustedes mis dos pies, movilicen mi cuerpo con toda su fuerza, llévenme a cualquier lugar, que no sea impedimento, el instante de querer detenerme! ¡Ojos que muestran este mundo que observo, cierren la puerta que trae a mi memoria la presencia de este caballero, que ha aparecido y seducido mi conciencia, con dulzura y deseo! Él era tan tímido, que le daba miedo, sentir la lluvia de una tarde gris, porque le daba pena que su rostro y su cuerpo, estuvieran húmedos con sus propias lágrimas. (Se quiere resaltar, que los hombres tienen el deber de llorar, cuando lo sientan) Ella era tan tímida, que le daba miedo, que el tiempo prosiguiera, y no se acordara de su existencia. (Se quiere resaltar, que las mujeres no tienen por qué, ocultar su edad) Él: ¡Suplico un desahogo en forma interna, porque quiero que mi superficie, no se entere, de lo que estoy sintiendo por dentro! Ella: ¡Segundos invisibles, que acompañan la textura y suavidad de mi piel, os pido no escapen sin llevarme con ustedes, al paseo fantástico de mi tiempo! (Para refutar) “Un hombre tímido y una mujer tímida, jamás podrán estar juntos amándose, a menos que sea causa por un tercero. No porque ellos dos puedan sólos el uno y el otro”.

El Encuentro

Faltaban tres minutos para las 8:30pm, en la culminación de aquel día, que de por sí había sido tan frío como los días anteriores, un poco más caluroso. Y la noche, esa noche no tenía luna, rompiendo la monotonía de los astros. Terminaba de conversar con ella, “todo esto es real”, no puedo estar soñando despierto, porque había escuchado su voz. Se me vino a la cabeza entonces escribirle algo, algo contemporáneo, sumado de todas las épocas, me imagino qué haría un poeta en este caso, si escribirle de verdad o pensar en una mujer ideal, para las mujeres, ideales hombres, transfigurándola a ella. ¡No! Como todavía no la conocía personalmente, aunque sin verla, la amaba, decidí no ser poeta, decidí ser yo mismo, ponerme en el lugar del escritor, quien con una sola palabra, no puede expresarlo todo, y necesita que vean sus palabras, el mundo o la mujer u hombre de inspiración. Antes de empezar a escribirle, salí a caminar, me puse mis botas de rockero, un jean roto, mi camiseta blanca y chaqueta rota. Fueron tres cuadras las que caminé. Vi a ocho perros persiguiendo a una canina doncella. Ellos, todos con la lengua mojada, no sé si por sed o porque sus sentimientos se reducían a eso. Decidí perseguirlos, y noté desesperación en la perra. De pronto ella empezó a correr y a correr. Los perros seguían sus largos pasos, como cuando “uno” camina por un lugar oscuro, sintiendo estar perseguido, por el silencio. No insistí y me detuve. Concluí que no hay ninguna relación, entre los perros y los hombres, pues los perros pueden convivir, con una sola perra, los hombres no, por el contrario, valiosa la mujer, que pueda amar a ocho hombres al tiempo. La luna vería lo que yo no pude, ver a la perra fatigada dando de beber, su néctar a los cachorros, y los otros ocho, persiguiendo a otra, o tal vez peleando a mordidas. Seguí caminando, entré a una tienda, mi favorita: “La Rockola de Nacho”, allí con una moneda de $200, se puede pedir y escuchar la canción uno quiera. Pedí la famosa: “November Rain”, acompañado de la fermentada, una sola. Cerré mis ojos, y vi en esa oscuridad toda mi perdición ¿Cómo sería si muriera aquella mujer, que no había visto y que amaba? Se terminó la canción, y al lado de la mesa en la que estaba sentado, entró una pareja, los dos lloraban, o tal vez era yo, y mis lágrimas se confundían con el brillo de sus ojos. Se sentaron frente a frente, y quedáronse mirando por lo menos treinta segundos, fijamente. Después, él se paro, sacó de su bolsillo la moneda, la insertó y empezó a sonar: “Wind of Change”, volvió a sentarse, y ella le dijo: ¡Qué canción tan hermosa! Enseguida se acercaron, y se besaron durante toda la canción. De repente, empezaron a hablar, mis oídos se concentraron, porque al amor se le pega el chisme, de quien aún no lo puede expresar. A mí, desde pequeño, me ha gustado observar mucho a las parejas, pero ésta sería la última, pues el amor me había encadenado, en esos momentos. Él: ¡Ha pasado mucho tiempo, y más que las horas, tu imagen, en cada entraña de mi ser! (Sostenía las manos de ella, y la miraba con mucha concentración) ¡Nada ha cambiado, desde la última vez que nos vimos, cuando tu padre me alejó de ti, cogiéndote bruscamente de las manos, y tú llorabas gritando mi nombre! ¡Yo, mirándote, sintiendo por dentro una destrucción total, te perdía para siempre! ¡Escuchaba a tu padre, diciéndote que tenían que irse para New York, al día siguiente, que te olvidaras de ese mechudo, vago e ignorante muchacho! (Ella le da un beso de varios silencios en el mundo) Ella: ¡No sabes lo eterno de mi pensamiento, en ti! (Apretó las manos mojadas por sus lágrimas. Ahora yo sabía, que no era el único que lloraba) ¡Mira, te cuento, me gradué en la Universidad de Hofstra, en Bellas Artes! ¡Mi tesis fue un cuadro a base de óleo, en el cual había un monstruo, mordiéndome una mano, y un hombre, besándome suavemente la otra! ¡Ese hombre, eras tú! (Le levanta sostenida de la mano, dándole una vuelta y recibiéndole con un masculino beso) Él:Y, ¿Qué pasó con tu padre, acaso, no se enteró de tu regreso? Ella: ¡Él falleció hace dos meses! Sus últimas palabras fueron: ¡Lo que hice, fue por tu bien, ahora que muero, ve y sé feliz con el mechudo! No aguanté más, si ellos dos estaban felices, mi alma se torturaba con su encuentro, con ese amor anhelado. Una pareja que se consideraría correspondida, en toda su esencia, y que no se ve, casi todas las noches. Antes de salir de aquella tienda, me les acerqué, y lo único que pude decirles fue: ¡Antes de que se termine la vida en la tierra, ustedes dos, después, seguirán juntos! Aunque los dos rieron, con esa sonrisa del amor, continuaron mirándose, como si fuera en cada segundo, que transcurría, la primera vez en utilizar los ojos. Y seguí con mis pasos. A la salida de la tienda, se encuentra un parque de pueblo, esos que tienen magia verdadera, y en los cuales las hadas se recrean, a media noche. Muy estrellado el firmamento, las palabras empezaron a invadirme, como el mismo aire que respiraba, estaba dispuesto a enfrentarme, a mis sentimientos cara a cara, estaba dispuesto a unir los sueños, con otra realidad, más soñada, y empezar a escribirle a Ella, manteniendo su voz en mi cabeza, como la música placentera, que a veces me gusta escuchar. Sus suspiros serían el bajo, su sonrisa sería la batería, sus preguntas serían el piano, los momentos de su silencio, como si nos estuviéramos mirando, serían el mejor solo de guitarra. Parecía el mundo deshabitado, nunca había visto la calle tan sola. Llegué a mi habitación, con unos diez lápices, dispuestos a morir, porque ellos me lo confirmaron. También con muchas hojas blancas, y vírgenes, dispuestas a entregarse, a mi pensamiento y corazón, a los lápices, sus caballeros, y escribí: ¡Capítulo Uno: “El Encuentro”!

El Pastor y el Presidente

Una tarde, se encontraban dialogando un Pastor y un Presidente, en un parque. No había personas en aquel lugar, sólo ellos dos. Pastor: Me es difícil imaginar, una oveja separada de las demás ovejas, pues ella sola no tendría la forma de vivir, en la seguridad de su existencia. Presidente: No sería extraño que se fuese, si no encontrase la capacidad, de realizarse por sí misma, en su comunidad animal. Pastor: Eso que me dices, me hace pensar, que la sobreprotección, desde mí proyectada, quisiera reemplazar al afecto, que le pudiere brindar su propia familia. Presidente: ¡Acaso, quieres ser la familia de todo tu rebaño! Pastor: ¡A lo que llamas familia, en el rebaño no es posible, que se manifieste de esa manera, pues cada una es libre desde que nace! ¡No es menester la dependencia, aunque necesiten a un protector, no quiero ser su familia, sino, su protector! Presidente: ¡En cambio, yo sí quiero ser la familia principal, de mi comunidad. Atenderle desde su intimidad, hasta su muerte! Por tal razón, ¡Ninguna persona añora, el desprenderse de mi protección! Pastor: ¡Ah, tú también quieres ser protector! Presidente: ¡Sí, pero la comunidad no lo sabe!, es decir, manifiesto un silencio oculto, a las intenciones de familiarización. En tu caso, el rebaño sí lo sabe, saben que tienen a un protector. Cuando se es consciente de la protección, también se es conciente de su contrario, el desalojo. La manera como se puede presentar, un abandono de la protección, es precisamente cuando ella misma, no abarca a todas las existencias. ¡Aquellas existencias, que no resisten el descuido, se aventuran a sí mismas, en la búsqueda de una protección ajena! Pastor: ¿No es un engaño, en efecto, el ocultar a la comunidad, que está siendo protegida? Presidente: ¡No, puesto que, es moralmente aceptable el egoísmo individual! Cuando en una persona advienen proyectos de realización, la satisfacción deviene en cada individuo como logro alcanzado. En ese momento, el compartir no es causante de premisas, que puedan ser vividas por el otro. ¡Este otro también ejerce, sus propias actividades, así que, es incomunicable, el proceso de las experiencias! Esto es lo que aprovecho para tener en cuenta, y proveer las salidas a todas estas aspiraciones. Sus incomunicaciones hacen que no se den cuenta, de lo que tengo proyectado en ellos. (La Comunidad) Pastor: ¡En mi caso, a todo el rebaño, le provengo el mismo beneficio, y entre él se disputan, las formas de adquirirlo! Ahora entiendo el por qué, de las deserciones, con lo que me dices. ¡En el rebaño todo es comunicable, pero no como te ocurre a ti, donde la comunidad, se fragmenta en masas movibles! Presidente: ¡Quiero comentarte, que es precisamente ese movimiento de masas, lo que amplia las incomunicaciones! ¿Qué tal que sospecharan, tan siquiera, de mis intenciones, y que, sopeso de intriga, se fomentara la incredulidad? Pastor: ¡De seguro, abandonarían sus intenciones competitivas, y se agruparían, para desmantelar esa inmoralidad aceptada! En ese momento, el azar les hizo un encuentro: Caminaba de cerca un Mendigo, quien les preguntó, sobre sus aspiraciones en la vida, pues las suyas se encontraban en detrimento. A lo que el Pastor respondió primero: Pastor: ¡Quiero ser la querocha de mi rebaño, donde cada cual, encuentre su posibilidad espacial, así no podré tener quiasmos! Luego responde el Presidente: ¡La terne que llevo en mí, me hace aspirar aque cada individuo, se encuentre siempre, en una tricotomía! (por su trabajo, un salario, por su educación, una base productiva, por su vida, una servidumbre generacional) Mendigo: ¡No entiendo ni un carajo, lo que acaban de decir, por ahí se me quedó, lo del salario, que ni siquiera ahora tengo, mejor me voy! Pastor: ¡Mira lo que le pasa a una oveja, que se ha marchado del rebaño, pobre de ella! (Le dice esto al Presidente) ¡Cuando yo vuelvo a encontrar a una oveja, que ha estado perdida, las demás, del rebaño, se vuelven ignominiosas! Pero en tu caso, (Observa a lo lejos al Mendigo) ¡El silencio y la aceptación, siguen con su curso, normal, lo aprehensivo! Presidente: ¡Ahora me entiendes, cuando insisto en lo incomunicable! ¡Soy el patriarca de mi nación, me afecta más la oposición, que individuos desertores, de sus proyectos de vida! Pastor: ¡En adelante, llevarás tú las riendas de la confusión, mientras que yo llevaré, las riendas del discurso tiránico! (Se despiden con un hasta pronto, estos dos Personajes, para encontrarse más adelante, con el Capitalista).

Adán y Eva (El Perdón Definitivo)

Salieron del Paraíso, y después de caminar, por muchos días con sus noches, llegaron a un jardín, un poco parecido al anterior. El agua era más escasa. Los árboles, no eran ni tan verdes ni tan frondosos. Se sentía que las aves de aquel lugar, no batían sus alas, con mucha emoción. Adán, entonces, encontró un tronco para sentarse, estaba cansado por el viaje. Sentado, apoyó sus codos en las piernas, y su mano, acariciando su rostro, sosteniendo la tristeza de lo pasado. Minutos después llegó Eva, y antes de acercarse a Adán, cambió las hojas secas que llevaba puestas, por otras hojas de parra, que estaban en su plenitud, en un árbol. Cuando estaban cerca, Adán levantó su rostro, dirigiendo la mirada a Eva, quien tenía lágrimas por todo su cuerpo. Él se levantó enseguida y la abrazó. Todavía no era de noche, y el calor de ese abrazo, se expandió por todo el jardín. Como el Padre o la Madre, que castiga a sus hijos, creyendo hacer lo correcto, y triste por la desilusión, así se encontraba Dios, en un instante de la creación. Como el enemigo satisfecho, por la venganza cumplida, pero inconforme, se encontraba Satanás, en su lecho infernal, bebiendo y brindando, con copas de fuego, su falsa victoria. Eva, triste en su voluntad, dice a Adán: Eva: ¿Cuántos siglos pasarán, para que ya no sientas rabia, por lo que te he hecho, y lo que nos ha pasado? Adán: ¡El olvido mitiga a la rabia, pero el recuerdo, siempre estará en lucha con el olvido! El perdón, es la respuesta más sagrada e incondicional, de un Padre o una Madre, para sus Hijos o Hijas, mientras que, la sed de venganza, es el acto más insaciable. Adán, triste en su memoria, dice a Eva: Adán: ¡Los malos recuerdos, se oxidan y se pudren, y ya no tienen fuerza, para combatir contra el olvido, pues el olvido, es el máximo recuerdo! Eva: ¡Entonces!, ¿Quién soy yo en estos momentos para ti? Adán: ¡Eres, quien le da felicidad a mi memoria, pues yo estaba solo, en el mundo! Después del perdón, llega el amor, y este es el mejor regalo, que se puede dar, mientras que el odio, lo único que hace, es agotar la vida. Adán y Eva o Eva y Adán se dicen el uno al otro: Adán: ¡Nos amaremos para siempre! Eva: ¡Nos amaremos para siempre! Eva: ¡Nos amaremos para siempre! Adán: ¡Nos amaremos para siempre!

El Juego de la Cereza

Son encantos dulces, que nacen a medida que transcurre, lo que les voy a relatar. Así como el agua de la lluvia, se deposita en la zona cóncava, de las hojas de los árboles, formando minuciosas lagunas, en cada una de ellas, así mismo se preparan los labios, quienes con su saliva que los cubre, en la parte posterior, llevan hacia la lengua cada humor acuoso, acumulándolo para recibir después, por intermedio de los dedos, una de las frutas, que considero de las más dulces, y deliciosas al probar. Deleitante cereza que provocas en mi alma, la esencia del verdadero sabor. Así como un diminuto óvulo resbala hasta su hogar, la cereza forma camino alrededor, y al contacto con el calor, dentro de la boca, expande su aroma, ganándole al viento en sus funciones. ¿Cuánto no diera, entonces, por respirar cerezas? Es más, la ternura de su forma, hace que las caricias se estremezcan. Si de morder hablamos, existe una primera regla: “No puede ser consumida, mientras no se extraiga ni se evapore, toda la saliva que la cubre”, y para esto, es necesaria la unión de dos tipos de calor, el de quien posee la cereza, y de quien emprende su búsqueda. No hay más que decir, eso se llama: “La Búsqueda de la Cereza” En los juegos de escondidas, hago una pregunta: ¿Quién no ha jugado escondidas? Para quien no haya jugado nunca en su vida eso, como yo, no mentiras, sí las he jugado, pongo de ejemplo las escondidas de los niños, las escondidas americanas, que románticamente, se les ha llamado así, consiste en que un género, cualesquiera, utilizando las sagradas matemáticas, cuentan a media voz desde el número uno, hasta donde hayan acordado contar. En esos momentos, mientras cuentan, los del otro género buscan un lugar, donde no puedan ser vistos. Terminado el conteo, quienes estaban en esas ascensiones numéricas, como lobos entre los arbustos, de un valle de pastos coníferos, desesperadamente, y mientras, sonriendo de nervios, se lanzan al ruedo para localizar, a quienes no quieren ser encontrados. Me acuerdo que cuando jugaba esto, era siempre en las horas de la tarde, a veces en la noche, con un hermoso sol de los venados, o una linda luna llena, era un acuerdo sagrado, entre niños y niñas de mi edad. ¡Ah, qué bellos momentos! Pero bueno, me salí de la historia, “Por ahí no va”, como dicen las personas sabias. Les iba contando: Una cereza ubicada, que no quiere ser vista ni alcanzada, ¡Eh ahí el reto, y la trama divina del juego. Antes de empezar a jugar, por favor, traten de buscar las siguientes herramientas, parecido a una receta de cocina: una sonrisa, una cereza, pasión, dos bocas, (con todas sus partes, dientes, lengua, saliva, muy importante) amor verdadero y profundo amor, música o silencio. No se necesita de mucho. Se pueden conseguir en los supermercados, de la naturaleza del alma y del cuerpo. Atienden las veinticuatro horas del día, mientras se está vivo o viva. No sé cuánto valen exactamente, creo que es lo más caro que existe, y no se piense que se debe utilizar el dinero, un simple papel o metal, que no tiene nada qué ver. En la búsqueda hay movimiento y desplazamiento, movimiento que no tiene límite de espacio, desplazamiento que no tiene paredes de expresión. Solamente se puede jugar con las bocas, Mientras que el uno protege sin descuido la cereza, mostrándola de vez en cuando, el otro ataca con su boca, suavemente. Preguntará alguien ¿Existen los besos? Pues claro que sí existen, pero más que la concentración de un beso, es el alcance inagotable por la cereza. Se han producido varios accidentes, los dos han chocado contra el suelo, girando, dando vueltas, como los remolinos en las aguas. Quien tiene la cereza se ha resbalado, y ha caído, sin embargo, la cereza no se ha salido. Quien la busca se ha estrellado contra los árboles, en caso de que se juegue en un bosque, una cama en una gran arboleda, lo sé, un lugar sagrado de descanso, puede ser. Las miradas son fundamentales, son la ubicación del encuentro, son el campo de batalla, son el resultado de una comunicación fusionada. Cuando se encuentra la cereza, esta se destruye mágicamente, y explota para los dos. Solamente ahí puede ser consumida, y un grito de un te amo, no caería nada mal, un gran abrazo eterno, y pues, a disfrutar la cereza entre los dos. “¡Cuando tenías la Cereza!” Tronantes historias épicas he leído, en donde los divinos jugaban a la guerra con los humanos, pero jamás creí vivir algo mejor, colmantes glorias métricas me han poseído, donde dulces vinos de la tierra, se han fusionado con mis manos, pero nunca mis sueños se habían visto, llenos de tanto resplandor, cuando tenías la cereza en tu boquita. El amor me presionaba para alcanzarte, pues no aguantaba tener lejos tu carita, no soportaba su existencia sin besarte, es un secreto para quien lea, que no debe ser rebelado para los dos, el hacer el amor de tantas formas. Es algo consumido y acordado, por una cereza, que aparece en nuestros actos, como invitada. Rompiendo instantáneamente, norma alguna de pasión. Eras el iris de mi vivir, cuando tenías la cereza.

La Mujer de la Laguna Mágica

Cuando llueve, el agua cristalina de esta laguna resplandece, y cada gota de lluvia que cae, rebota, formando pequeños destellos y círculos, que crecen a medida que los arbustos los reciben. Cuenta la leyenda, que en algún tiempo, en esta agua se bañaban las hadas y los duendes, y que hacían muchos juegos mágicos. Las hadas con sus grandes alas, se chamusqueaban entre sí, y quien tuviese las alas más húmedas, se iba saliendo, refugiándose, enseguida, en una flor, para que esta con su dulce aroma, la cubriera para siempre. Por su parte, los duendes cantaban canciones, algo así: ¡Don din don dan, Reina Luna, muestra tu luz nocturna, don din don dan, Niña Luna, alumbra el alma de la noche, don din don dan, Princesa Luna, que esta agua en paz transcurra, don din don dan, Hermosa Luna, funde tu corazón en esta laguna! Hasta que la última hada no tuviese su propia flor, no paraba de llover. Una de aquellas hadas, había tenido un accidente alguna vez, y sus alas se hubieron roto. Tuvo que recurrir al señor Tiempo, quien con sus devotas lágrimas, une lo que alguna vez ha estado partido o roto, y en medio de ese chamusqueo, sus alas no se mojaban. No era porque estuviesen cubiertas con algo, era porque el señor Tiempo, había derramado sobre ellas, el polvo de la sequedad eterna. Las otras hadas, hasta ahora están aprendiendo a mojarse. La laguna, que también estaba viva, y sabía quién la visitaba, reconoció el no contacto de sus aguas, con esta hada. Así que decidió sumergirla, hasta lo profundo de su corazón, el llamado: “Corazón infinito de la laguna” La luna, que ya había salido en esos momentos, lanzó uno de sus rayos. Ocurrió una gran explosión, y cuando se aclaró la visión, el hada no estaba. Las demás, corrieron enseguida en busca de una flor, y los duendes cantaron otra vez: ¡Don din don dan, Reina Luna, alumbra para siempre esta laguna, don din don dan, Niña Luna, no ocurrirá otra vez una historia trágica, don din don dan, Princesa Luna, que con tu luz nocturna, conviertas hadas en mujeres, don din don dan, Hermosa Luna, eh aquí a la mujer de la laguna mágica!

Un Sueño Inventado

Nathalia: Hola, ¿Cómo estás? Sebastián: ¿Tú?, no puede ser. Intento estar bien. Nathalia: Lo has estado intentando, más bien. ¿Qué no puede ser? Sebastián: Que me estés hablando tú misma. Nathalia: Menos mal que te encontré conectado, ¿Qué hora tienes donde estás?, aquí ya es de noche. Sebastián: Es temprano, debo suponer que son las dos o tres de la tarde; pero, dime, ¿Qué has hecho todo este tiempo? Nathalia: He estado en clases, me pusieron a componer un Cuarteto, ¿Quieres que te lo envíe? Sebastián: Por supuesto, sabes que tus palabras han sido mi alimento desde que te conocí. Nathalia: Bueno, aquí va… Cerrando los ojos me encontraba ayer / abiertos los encuentro despiertos hoy / si no te veo podríame condoler / por eso me muero si donde estás no voy. Sebastián: ¡Qué buen Cuarteto!, me sorprendes, parece que quisieras ver a alguna persona con urgencia. Nathalia: A ti. Sebastián: ¿Cómo es posible que quieras verme?, pero, si estás muy lejos. Nathalia: Eso es verdad, estoy muy lejos, y lo que más desea mi ser es estar junto al tuyo, quiero sentirte cerca, sobretodo verte. Sebastián: Espera un momento, pues me he quedado en shock. Nathalia: Sebastián, ¿Estás bien? Sebastián: Sip (nueva forma de decir sí). Nathalia: ¡Ah!, no me preocupes. Espero no haberte incomodado, siento que no te agrada la noticia de que yo vaya a verte. Sebastián: No es eso, es un profundo asombro con la vida y con la muerte lo que me invade. Eres real y no lo sentía, tan sólo lo creía. Nathalia: Así como tú dices, dulce amor: ésta cosa es una succionadora de almas. Cuando dijiste eso, me enamoraste, algo me pasó, de repente era yo misma. Un chispazo de luz me hizo real y comencé a sentirte. Sebastián: Ven, Nathalia, ahora dime, ¿Cómo va tu relación?, ¿Lo amas?, ¿Son Uno? Nathalia: Después de que tú y yo nos alejamos, que me escribiste luego: <has de tu vida una epopeya, disfruta el mundo de los ingleses, no tienes por qué esperarme, correspondiéndome eso a mí>, al llegar a esta tierra isleña, conocí a alguien que irrumpió mi sueño y pude ser feliz, parecía un personaje, eso hacía que yo fuera su literatura. Sebastián: ¿Un personaje? ¡Eres un cuento Nathalia! Nathalia. Sí lo sé, y por eso no puedo ser Novela, aunque quisiera más adelante. Sebastián: ¿Y terminaron?, ¿Sabes algo?, desde que te escribí eso, sentí morirme. Nathalia: Oye, ¿Me esperas un momento?, me está entrando una llamada, ya vuelvo. Sebastián: Entiendo, vale. Sebastián: (Pensando): Es imposible lo que me está sucediendo, Nathalia está al otro lado de esta cosa y me está escribiendo, ¿Esto es amor a la locura? O simplemente estoy soñando. Nathalia: Ya volví. Nathalia: ¿Estás ahí? Sebastián: Sí ¿Cómo crees que voy a perderme de este encuentro? Nathalia: ¡Tan lindo! Era mi hermana Francesca, me estaba diciendo que tenían todo preparado para mi regreso y se sonrió cuando le dije que estaba hablando contigo, me advirtió que no te ilusionara, ahí me reí yo. Sebastián: ¡Una advertencia!, ahora sí estoy loco. Nathalia: ¿Has hablado con ella? Sebastián: No Nathalia ni siquiera le conozco la voz a tu hermana; pero, podría decir, que si entre hermanos hay parentesco, las voces pudieran familiarizarse entre ecos. Nathalia: Tú y tus frases, ¡Ah! Por cierto, me parecen interesantes las frases que pones en tu Perfil, por no decir mágicas. Sebastián: Gracias, Nathalia, si supieras que eres la fuente de todas ellas. Nathalia: ¿Yo? ¡Qué honor me haces! Sebastián: En cada gota de mi pensamiento estás, eso significa que cuando llueve, sólo existes tú y por la tanto yo, ¡Cómo será que hasta me permites existir! Nathalia: ¡Ojo con lo que me dices!, Sebastián, tu novia se podría poner celosa. Sebastián: No tengo, si tuviera, pues no aparecería en mi Perfil como “soltero”. Nathalia: ¿Cuánto llevamos hablando? Sebastián: ¡Uy! Nathalia, casi como hora y media; ahora dime, ¿En qué lugar nos encontraríamos?, además, como a qué hora estarás llegando, si quieres te recojo. Nathalia: Mañana, bueno, en unas horas, me alistaré; no tengo sueño, quiero seguir hablando y hablando contigo; si supieras, tengo una pijama parecida a la de uno de tus personajes, blanca como la blancura. Sebastián: Nathalia, ¿Te sirve la cámara?, quiero verte. Nathalia: No, se me dañó, y no es porque no quiera, ténme por ahora en tu recuerdo, mañana por la tarde me verás y nos daremos un abrazo que no se acabe como el viento que sopla. Sebastián: (pensando) Nathalia: ¡No!, no te preocupes, no me había fijado en el mensaje anterior, ya quedó mi hermana de ir por mí. Quedémonos conversando un ratico más y luego me voy a dormir, tú todavía tienes tiempo antes de ir a descansar. Sebastián: Si supieras, Nathalia, no he podido descansar, es más, ni siquiera he podido poder, de lo que resulta que en este momento, al encontrarte a ti, no quiero más vida pues la he podido sentir toda. Nathalia: Me gustó mucho uno de tus mensajes. Sebastián: ¿Cuál sería, Nathalia? Nathalia: Este: ¿Sabes dónde se refugia mi alma?, en el Corazón; y ¿Sabes quién habita en mi pensamiento?, el Sueño; por último ¿Sabes quién se refugia en mis carnes y mis huesos?, la Muerte; con eso, quiero hacerte sabedora, dulce amor, que cuento con tres seres que me respaldan y acompañan en el momento de amarte: el Corazón, el Sueño y la Muerte… Sebastián: ¡Lo escribiste tal cual!, no pensé que lo hubieras leído. Nathalia: No me he perdido de ninguna de tus palabras, pues me siento allí. Te confieso que no reviso mi Perfil tan seguido, porque tengo muchas clases (que me encantan), estoy aprendiendo griego, latín y francés, para luego traducirte, en serio. Sebastián: ¡Honorífico de mí es tu ofrecimiento, que si en este cuento no hay acabamiento, es porque quien lo lea ya no podrá sufrir tormento! Nathalia, ya puedo morir tranquilo, así te vea o no mañana, (yo puedo aún decir mañana), ¡Ach! Nathalia: ¿Qué te pasó? ¿Sebastián? Sebastián: Se me vino un pensamiento. Nathalia: Házmelo saber, por favor. Sebastián: Es un pensamiento que me trae en una cajita una noticia, destapándola descubro que es un sentimiento con un mensaje amarrado, le desprendo el papel y lo leo: Me siento como, si fueses un mañana y yo, un ayer; jamás podré alcanzarte, sólo en mi sueño. Nathalia: ¡Tremendo mensaje!, ¿Ese fue el motivo de tu ¡Ach!? Sebastián: Sí. Nathalia: Sebastián, me está empezando a dar sueño, estoy cansadita, feliz por encontrarte, pero cansadita. Sebastián: Debes ir a dormir amor, te he estado quitando tiempo, ¡Lo Siento! Nathalia: No lo sientas; si antes me lo has dado, somos uno ¿Recuerdas? Sebastián: Ahora somos dos. Nathalia: Lo sé, ¡Oye!, saludos de Francesca, te manda decir; se conectó y estoy hablando con ella. Sebastián: Dile que lo mismo. Sebastián: Nathalia, que pases buena noche, recuerda que desde que apareciste en mi vida, no he dejado de amarte. Gracias, gracias por permitirme verte en la imaginación en estos momentos. Nathalia: ¡Hasta el más largo entonces!, querido Sebastián. Sebastián: Te amo… Nathalia está desconectado/a. Nathalia ya no está conectado. Lo siguiente no se ha enviado: Te amo… (Enviar como un mensaje) Después de pagar los tres mil pesos que le valió navegar en internet, se dirigió hacia su casa. Sebastián no concebía la idea de encontrarse cara a cara con Nathalia; sería la primera vez que la viese, que la tendría cerca para contemplarla, abrazarla; ahora, su voz tendría forma para sus oídos, no se permitiría más a sí escuchar ningún otro sonido que aquellos fónicos ósculos de viento. De repente, un hecho que lo llenó de una irremediable tristeza apareció, y era que no habían decidido el lugar del encuentro, se le había olvidado preguntarle; volvió a sentir aquel vacío caluroso de la quietud que luego se convertiría en desespero, y para remediarlo, su alma se dio media vuelta exigiéndole al cuerpo hacer lo mismo; para correr, entrar al internet, pedir tiempo y escribirle, así la encontrara o no conectada. Correo electrónico viejosebas@hotmail.com Contraseña ******** Iniciar Sesión (Clic) Cargando… Mira en su lista de conectados y encuentra que Nathalia no aparece conectada, siente el frío del hielo en su sangre, se remuerde su memoria; apenas había pasado un rato y estaban hablando en la realidad. (Pensando se decía🙂 ¡Qué desgracia la mía donde el sueño no deja de poseerme!, ¡Ah!, ya sé, voy a entrar a su Perfil y escribirle, quizá antes de salir revise su correo y encuentre mi mensaje. Enviar un mensaje a Nathalia (Clic) Cargando… Enviar mensaje Para: Nathalia Asunto: Se me olvidó decirte. Mensaje: Esto fue lo que escribió: Piadosas sean las horas, hijas del tiempo, con un alma que en estos momentos quiere derretirse en palabras, para mostrarse ante su sueño y confirmarle el lugar del posible encuentro y la parte donde ha de estarle esperando. Será en un parque, llamado en homenaje al Libertador, frente al lago de los patos, cerca de un templo grande y redondo. A dos minutos de aquél, en sentido nortesur, se encuentran unos pinos, algunos diferentes en estatura, excepto tres de todos ellos, que son igual de altos y que fueron sembrados por estas manos. Allí estaré, junto con ellos, esperándote alma mía desde las tres de la tarde; anota mi número para que me llames, por favor: 3338093316. Siempre tuyo. Enviar mensaje (Clic) Cargando… Su mensaje ha sido enviado. Cerrar sesión (Clic) Cargando… Esa noche, el dormir tuvo que hacerlo solo, pues Sebastián no lo quiso acompañar. A la mañana siguiente, su semblante era otro, su respiración parecía una fábrica donde construyen suspiros y los sacan al mercado: económicos, baratos y a crédito, dice la publicidad de aquella fábrica; su corazón sólo latía cuando se acordaba de que aquella era su función, latir. A Sebastián nada le importaba ya, lo que le mantenía viva y resucitada su imaginación era la idea de ver a Nathalia; se iban a encontrar. Eran las dos y media de la tarde, salió de su casa, tomó la buseta, pues el Transmilenio aún no pasa por allá, llegó a su destino, o mejor, al destino que quería el Destino; el recuerdo del aroma de tan profundo bosque encerrado le volvía a hacer sentir la compañía de la naturaleza y sus colores; (pensando): Voy rumbo al lugar que te dejé señalado por escrito, te esperaré, en estos momentos ya debiste haber llegado del viaje, ¿Qué sentirás?, volver a ver tu tierra, todo un anhelo. Los tres pinos se parecían a aquellos amigos que lo reciben a uno con los brazos ampliamente abiertos. Sebastián saludándolos les dijo: Cordiales maderos que siempre estáis allí como un verdadero amigo, vengo a presentarles, en algún momento del día de hoy, a mi sueño; estará con nosotros así como yo con la alegría misma… los pinos no decían nada, tan sólo escuchaban. Las tres de la tarde en punto, el tiempo por medio de la brisa se acercó a saludarlo (Sebastián sentado en el pasto) y le dijo en ondas que la cuenta comenzaba marcha atrás, ¡Ya lo sé!, respondió desde su mente. ¿Cuántas parejas no pasaron caminando? Viéndoles felices y cogidas de la mano, Sebastián sólo suspiraba, prestaba atención a lo que se decían, entendía que el Destino es quien une a los que han de amarse, pero, también había descubierto que el Destino podía dejarse de lado cuando uno mismo se imaginaba amando y siendo amado. Pasaron tres horas y Nathalia no llegaba. La tarde lo estaba mirando con melancolía al punto de irse detrás del sol de los venados, Sebastián recibía esa mirada y sentía anochecer su alma. Cuando, enseguida, sintió vibrar su celular, miró que era un mensaje de texto, lo abrió, y decía lo siguiente: No puedo ir, debo permanecer en tu sueño, te he enviado una brisa con vientos que deben estar por llegar, aquellos serán mis abrazos, siempre tuya… Sólo una lágrima salió en este cuento, lágrima que Sebastián no dejó caer más que en su mano abierta, y en esa pequeña laguna pudo observar que Nathalia había sido un invento, que él mismo le había creado un Perfil, le había puesto una imagen, le había hecho un ser. Con un suspiro recibió al viento que, en un momento, lo empezó a acariciar, cerró sus ojos, abrió sus brazos y de manera lenta fue abrazándolo, hasta que quedó consigo mismo sonriendo y unido a su sueño inventado.


Nota del autor: «Te deseo un buen viaje por las letras y bastante gozo en esta segunda parte de Cuentos Cartas y Poesía«

Kenneth Giovanny Parra Álvarez

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS