Cuentos, Cartas y Poesía

El Tiempo y Yo

Al Tiempo le costó detenerse, cuando le imploré esa orden. Pasó por mi lado, sin notar siquiera que yo existía, y eso que le hablé. El sonido de mi voz debió haberlo escuchado, lo llamé, hasta arrugar la ropa de mi diafragma, concluyendo que, debía tener algún problema con la escucha. ¿Estaba Sordo Realmente? Hice todo tipo de hechizos que hube aprendido de la soledad misma, quien me enseñaba. Por ejemplo, introduje mi mano hasta tocar, una de las heridas que tenía mi corazón, y como sabiendo mi intención, se despegó de él, y aferróse en mi puño cuando lo cerraba. Lanzándola voló, hasta más allá del camino que llevaba el Tiempo. Noté que lo que le había lanzado, le había hecho detenerse. No llevaba tantas millas, por eso, mis ojos aprendieron a darle vueltas al mundo. (Otra de las sorpresas dadas por la soledad) Se agachó, y con su silbido similar al sonido que produce la aguja del segundero de un reloj, tanteaba la forma agrietada de la herida, que se le había atravesado. La recoge, eso desde la distancia, o mejor, desde el escondite donde me hallaba, me produjo cierto tipo de descanso. Yo estaba en llamas, tan impersonales, que no se percibía el calor. En su examen de la herida, el Tiempo lanzó un chasquido, similar a los gritos que hacen los bebés, cuando se asoman a la ventana de la realidad, que les correspondió desdibujar por vez primera !Cuánta prolongación deberé ausentarme, de mí mismo, por sanar lo que acabo de encontrar! Dijo, y enseguida, observando el reloj que poseía, diferente al que usan los seres humanos, pues son pequeños Momentos los que se continúan, el uno al otro, además de que pueden pausarse, le habló de nuevo al Momento más próximo, diciéndole que era menester abandonar a todos sus contemporáneos, para que fuera a buscar al dueño o dueña de aquella extraña y deformable herida. Lo primero y último, que le preguntó el Momento al Tiempo fue: ¿Hago lo mismo de siempre? Yo quería entrometerme en ese mismo instante, (Cosa que el Tiempo no tiene: Instantes) para reprochar las medidas tan anticuadas y faltas de mayor investigación, en las ciencias del sentir, que el Tiempo tomaba, pero no, mejor me dije en el interior ¡Salud por las medidas! antes de que el Momento pudiera responder. Yo tenía las palabras esculpidas que iba a invocar: “Voy a despertar al Odio, al Resentimiento, a la Venganza, por si acaso, al Perdón, aunque lo llamo de último, ni modos que buscar al Amor por si quiere volver, pues desde el estado crítico al que ha llegado, por las torturas del Dolor, huye” El Olvido atiende mi llamada, pero me dice que en el pasado, nunca nadie lo ha tenido en cuenta, para un presente inmediato, por eso mejor no se presenta. Todas esas mismas cosas, le decía el Momento al Tiempo, como si estuviese presentado alguna prueba. La respuesta del Tiempo me dejó atónito, tan clara y precisa, que no tuve más remedio, que devolverme al lugar donde estaba inicialmente: “Si logras que, alguno o alguna de quienes llamas, sólo uno, logre depositarse, en el alma de quien poseía esta herida, (es obvio que ya no le pertenece, habló bajo) para que luego con su amparo, proceda a la compañía constante, la herida que debo reparar, la devuelva a quien la causó” Clara como la noche, que permite a las estrellas juntas, deformar lo establecido por el silencio, brotando palabras en ellas, desde lo lejos, comprendí al Tiempo, con la cercanía de sus palabras. No puedo decir más por ahora, ha llegado una visita a mi casa, es el Momento.

El Lugar del Amor

El lugar del amor es posible encontrarlo, tanto en la materia como en lo inmaterial, esa es la conclusión. Pero es menester desarrollarla, desglosarla, para ver si podemos volver a ella, de nuevo y después, miremos palabra por palabra. Comencemos por el término “lugar”, ¿Qué es un lugar? lugar es un espacio en el cual se ubica un algo, se coloca, es más, puede estar allí, sin necesidad de movimiento, de desplazamiento. Ese algo del cual nos referimos es el amor. Entonces, ese mismo algo se encuentra en un lugar. No se trata, por el momento, de definir lo que es el amor, porque no nos vamos a referir a su posibilidad de existencia en cuanto ser, nos referiremos a su ubicuidad. Parece extraño que no examinemos su definición. Eso sería lo normal, es decir, primero partir de lo que es, para proseguir con su estar. Vamos a intentarlo, el poder llegar de su estar, a su ser. Todo podría tener un estado orgánico, todo cuanto existiese. Lo anterior, trae consecuencias inmediatas, como por ejemplo, la de admitir que todo sería tangible, y, al ser todo tangible, todo puede tener contacto entre sí. ¿Contacto?, sí, una especie de relación consecuente, donde el vehículo conductor de contacto es lo material. La materia en sí, tendría la posibilidad de establecer relaciones. ¿Este espacio orgánico, le podría servir de lugar al amor? Como no sabemos todavía lo que es el amor, al no ser nuestra intención definirlo, nos estamos arriesgando a darle una ubicuidad material. Busquemos pues, la forma de manifestarse en la materia. Dijimos que, asumiendo la total tangibilidad, todo tendría un contacto entre sí. No al mismo ejercer el estar, no. Ese contacto requiere que sea un algo que lo ocupe, es decir, que la materia sea el vehículo conductor, de contactos, pero, quien maneja la materia, es el amor. No se tiene por qué presentar confusión, porque no estamos diciendo que, el amor es lo inmaterial, que maneja lo material, para que se manifiesten los contactos, no. La materia es el lugar del amor, o si se prefiere decir, existe un amor material que establece las relaciones, de los contactos. Ahora, lo contradictorio de lo material, es lo inmaterial, y no su contrario, porque no existe lo contrario de lo material. Sí existe, en lo material los contrarios, en cambio. Así, decimos que, lo inmaterial es todo lo intangible. Miremos con cuidado, porque no es un dualismo aunque pareciese, es, una unión apoteósica la que ocurre, cuando lo inmaterial le sirve de lugar, al amor. En el campo inmaterial, no existe la necesidad de los contactos entre sí, porque se encuentran ya agrupados, no necesitan estar juntos los contactos, porque ya lo están. Puede decirse que, en lo inmaterial el amor no tiene tanto esfuerzo, de movilizar los contactos, como ocurre en lo material, estando el amor en lo inmaterial mismo. Expliquemos que, porque en lo inmaterial no hay necesidad de contactos, porque ya están juntos, no significa que el amor ubicado en lo inmaterial, no genere relaciones. ¿Con quién genera relaciones el amor inmaterial? Pues precisamente con el amor material. El amor así, tiene la posibilidad de estar, tanto en lo material como en lo inmaterial, y, además, tiene la capacidad, de relacionarse en ambos, o entrambos. Hemos encontrado su ubicuidad. Aunque, aún podemos decir que, si no existiese el amor, no habría ninguna forma de relacionar, lo inmaterial con lo material. Existirán por aparte, cada uno en lo suyo. Eso sí sería el verdadero dualismo existencial. Estaríamos aquí, en lo orgánico, sin conciencia, sin razón, sin sentimientos. Seríamos las mejores máquinas sistémicas. Por ejemplo, en caso de que existiese otro algo, que relacionara lo inmaterial con lo material, no sería sino algo que presentase confusión y conflicto. Conflicto que, se manifestaría como susto. El amor, en su efecto, lo que genera es tranquilidad, de asimilación y apropiación vital, entre lo inmaterial y lo material. Parece que tuviéramos a la mano, una definición del amor, concluyéndola a partir de su ubicuidad. Pero no es así, sólo hemos encontrado el lugar en donde se encuentra, y qué hace en ese lugar apoteósico.

El Ensayo

Tengo algo que contar, y es tan personal que sólo lo puedo trasladar en palabras. Al comienzo, esta idea no me dejaba descansar, no me dejaba pensar en otras cosas, sometía mi pensamiento a recesos reservados para ella. Mi pensamiento me decía que no aguantaba tanta presión, así que decidimos él y yo, no separarnos para enfrentar esta idea, que cada vez aumentaba más su fuerza. Los momentos me mostraban lugares, situaciones y ocasiones que debían surgir, en la existencia de la realidad, por medio del argumento, de la inspiración, basada en la seguridad del tema, la estructura naciente y sus consecuencias. Esta idea se llama “ensayo”, y es la vida misma. Su herramienta y objetivo general, son lo que acontecen en ella, su punto de atracción. Es su finalidad lo que alimenta su curiosidad, porque hasta la muerte no se escapa del “ensayo”. El hombre y la mujer, bajo el clamor de la expresión personal y formal. La tierra y sus alrededores, ejes de la consecución de palabras, a decir. De un monosílabo hasta el finito ascendente agrupa y acoge mi pensamiento, y el de todas las personas que quieren ser escuchadas, por sus opiniones y contribuciones, a sí mismas, y a los demás. Creo que el “ensayo” surgió como una parálisis de las grandes obras maestras, una crítica tácita que jamás se dará a relucir, una excusa para fomentar la explicación, de alguna idea o algún hecho. Pero, sin embargo, existen personas, que todavía no se basan o toman el “ensayo” como una salida a la duda y al no conocimiento. El “ensayo” podría ser el fin de la inversión literaria por parte del hombre y de la mujer en sí, y también, el encadenamiento de un pensamiento limitado, rápido y en afán de esta época.

El Pan

Todo comienza por la naturaleza, hermosa ella y bien creada, por las manos del más poderoso. No es rareza, que ante tal destreza, nadie espade de su corazón ese don para admirarla. Todo, un buen resultado y las raíces de la tierra escupan de sus labios el fuerte de una rama. Entonces, camibesaba el suelo aquel hombre que su trabajo le pertenecía. Él no sabía si era hambre ese fruto que un día lo saciaría. El brillo del sol pronto alimentaría la sed del polvo grueso y oscuro que llora encogiéndose en humedad por la lluvia. De niño el trigo es bien amarillo. Parece blanco, porque tal es su pureza que el paño sagrado de Cristo a su lado es la oxidación de la sangre. Tanto amor, que si tuviera ojos sus lágrimas se transformarían en cristales. Todo es real y frío en este tiempo que el agua deja de ser agua, el viento deja de ser viento, la noche pierde su brillo, y se refugia en la nada para poder dormir. Lentamente sus hojas largas son arrastradas por la fuerza del aire, y aquellas manos las aprietan tan fuerte que dejan de respirar, se derriten. Los que llamamos panaderos reiteran ahora su labor, como una suave y dulce caricia, algo pantanoso se convierte en los senos de una diosa, de cualquier forma, de modo que cuando esté en ese cuarto de calor intenso, su color quede como la arena del desierto. Puro su olor y ahora tirado en la calle, pidiendo a gritos ser devorado y nadie lo recoge, porque las miradas no van más allá de la altura del suelo. Sólo alguien a quien encontré hoy, escapado de su naturaleza, pudo inclinar la cabeza y convertirse en fiera, como el trigo en la madurez. Y por aquel valle, descalzo, en el instante en que intercambiaba sus zapatos conmigo, di gracias a lo divino, por haber avisado el hambre de aquel hombre que se hizo mi amigo, tragando para el educado devorar, y para el hambriento su alma llenar. Para mí, un pan más tirado en la calle, que hace feliz a los que lo comen.

La Confusión

Espero que me entiendan. Yo no entiendo lo que se debe entender. ¿Será que lo que se debe entender ya está entendido por quien lo entiende? Encontraré la respuesta, que me hará entender, si encuentro a quien entiende lo que se debe entender. Si no existe quien entienda al que lo entiende, ¿Cómo lo encontraremos? ¿Qué puedo hacer si no está presente quien lo entiende? Por mis propios medios entenderé entonces. Me confundo cuando suspiro sin entender, el por qué existirá quien lo entiende. Esto es falso, será mi consuelo. No entiendo a la confusión, pero ella sí a mí, de pronto está oculta, y no entiendo por qué no se muestra. Podría decirse que la confusión no confunde, sino que, muestra la desesperación del entendimiento. ¿Por qué hay que decir “por qué”, cuando se entiende que se está confundido? ¿Para qué se trata de aliviar, si se entiende lo que no se debe confundir? La mejor solución es el refugio en la confusión, desde ahí, podremos entender el vacío de la verdad. La confusión es el cuarto donde se refugia una verdad, rodeada y mezclada de mentiras. Ese cuarto somos nosotros y nosotras. El entendimiento es entonces, el escape de la verdad de ese lugar. La puerta de la confusión son nuestros ojos. La verdad escapa y nos muestra lo que vemos en su espalda. Si nos mostrara su rostro la observaríamos llena de heridas, porque escapar de ese lugar no es fácil. Una cosa, su rostro es hermoso. Su espalda conlleva la maldición bendecida. Cuando miramos a alguien, tenemos el derecho de abrirle su puerta, y naufragar por dentro. ¿Qué ganamos con deleitarnos, en el marco o fachada de la confusión? ¡Si ni siquiera intentamos introducir la llave, la mirada! Hay un lugar al sur de la entrada principal, que es la razón de la vida, no debemos pagar pasaje por seguir viajando, proseguir es gratis. Es como viajar a tierra caliente, carbonizarse de la dulzura del corazón. Visitar en cuerpo todos los países y ciudades que posee. (Hoy dejo a mi ensueño desahogado por este instante) No te confundas, abre los ojos. Dejar escapar la verdad y que recorra el mundo libremente.

Decirte: ¡Te Amo!

El habla, principal laberinto del ser humano, caminaba en cada uno de los sentimientos. Apoyándose en ellos, podía entrar en razón y explotarse a sí misma. En el sentimiento del cariño, eso que sientes hacia alguien por conveniencia de no quedarte en soledad, lo único que podía decir, era traducido a un: ¡TE QUIERO! En el sentimiento del aprecio, en este caso, es una ocasión de compartimiento, de la forma de ser acompañada de secretos, lo que suele explotar el habla es: ¡ME CAES BIEN! Si no me cayeras, no sentiría el peso de tu confianza. Los demás sentimientos, también emocionantes y algunos negativos, refugiaban el habla con el silencio. Pero faltaba algo, el habla no podía ser totalmente ella, tenía que traspasar todo ese laberinto en el menor tiempo posible. De pronto un rayo la perseguía, y ella corría y corría, sin darse cuenta que había llegado al centro. De ahí provenía su esencia, así que se enteró de lo que pasaba, (en ese momento, te vi por primera vez) se acercó y vio una flor sin alma, se asustó porque la vio desprotegida. (aquí es cuando quería conocerte) Aquella flor tenía ojos, unos ojos muy hermosos, (y eso que los tuyos son mejores) que observaron al habla, (me diste tu teléfono) las dos se cogieron de la mano. Las manos de la flor eran sus ramas, o tal vez un pétalo. Decidieron volar, y desde lo alto observaron el laberinto, éste tenía una frase inscrita, y la reconocieron instantáneamente: ¡TE AMO! Se miraron y optaron por unirse, el alma regaló su alma a la flor. (en este momento, escuché tu voz, tú cerca a mí. Lo único que podía pronunciar, ya sin alma, era aquel aviso del laberinto) No quiero ni deseo perderte. Si así ocurriese, prefiero quedarme mudo, el resto de mis días vivo.

La Niña y el Niño

Se acerca la hora de llegada de los diablos de aquel bosque. Vi que una niña señalaba un arbusto al comienzo, y con su dedo apuntaba a las garras del depredador. Rápidamente, éste dio un gran salto, y la niña con su llanto, se perdió el alma y su espanto. Veo que mi hija ha sido devorada por la ira de este diablo. Siento que mi vida para este mundo es el pasto para nuestros pies, tengo ganas de que un progenitor de este diablo se muera. ¡Señor! ¡No hable así! Te escucha el mundo, y ¡frikis mortis!, ¡Como se dice muerto en colombiano! Ya no se puede hablar así, no ve que el amor a los hijos o a las hijas, proviene del amor de la adolescencia, y en esta época, los diablos y los ángeles no conviven juntos. ¿Puedo, acaso, ser un ángel con alguien, y este alguien conmigo, un diablo? Se acerca la hora de partida de los ángeles de aquel bosque. Vi que un niño señalaba el suelo al final, y con su dedo apuntaba a los labios de su presa. Lentamente, despacio caminaba, y el niño con brillo en su mirada, recuperó el alma de su niña amada. Veo que he sido levantado por las manos de este diablo, y empujado otra vez por un dedo recién nacido.

Tus Labios

Observé en las nubes una suavidad eterna de su textura, por cada movimiento, que hasta la carne frágil se derretía en su materia. Admiré la pureza del viento torrente. Respirarlo, era como un suspiro proveniente de tu fuente, Princesa. Pero nunca deleité un paseo tan sensual, como lo puedo sagradamente hacer, en tus labios. Ese manantial tan dulce, tan embriagador de ilusiones, encantadores en su compuesto, con el rojizo del amor representado en dos partes de cristal. La parte de arriba, delgadita, su perfil de andén caído y me resbalo en ella. Al acercarme, siento la corriente del frío, quemándome por dentro de fantasías. La parte de abajo, gruesita, como para el salvaje su mordida, una inflamación apoderándose de mi ser y mis sentimientos vuelan. Aquellas nubes que vi, me mostraron la imagen perfecta de ese paraíso: Tus Labios. Si hablamos de su sabor, la miel le siente envidia por ese vapor nupcial que produce. ¡Qué desafío es abandonar esa guerra cuando te beso! Quiero seguirlo haciendo, en cada instante, no parar, no dejar pasar ningún momento en que nuestras salivas se intercambian. Ni la sangre del unicornio me podría alargar la vida y la felicidad, como lo hace esa hermosa unión, en tu boquita. Encuentro en ti ese poder de atracción, una sonrisa, y ellos brillan, gritan en coqueteo, se mueven lentamente, su composición derrite diamantes, y resucita el manjar líquido de la vida. Te amo, amo tus labios, gracias a Dios existe el beso, para que puedan explotar sus dudas, acerca del deseo. Son un bosque liso porque los árboles se inundaron, enterrados en ellos ¡Qué muerte tan bella! Me muero cuando te beso y te dejo de besar, intercambio mi alma. Pero antes, ella se consume, al rozar esas paredes de naufragio vacío y sin fin. Dichosas sean las palabras que se desprenden de ti, porque tienen una bella despedida. Las manos de tus labios las bendicen, para que se pierdan en los oídos y corazones del mundo. Te escucho. En instantes el tímpano siente su mejor excitación y explota, sus restos vuelan en forma de mariposa. Aire, no entres ahí, te lo ruego, porque ya no puedo hablar, ella se llevó mis labios, con los suyos.

La Sensualidad y la Dulzura

Una vez la sensualidad se encontró a la dulzura, y le preguntó que por qué a veces la rechazaban los enamorados. La dulzura suavemente le contesto: ¡Sólo necesitas mirar el brillo de los ojos, las puertas del ser, pero, no esconderte en el movimiento de las manos, porque ellas me sienten Y tú mientras tanto debes ser precavida de no hacer un fuerte gemido! La sensualidad motivada pero confundida, siguió en duda y arregló la pregunta: ¿Por qué los enamorados se alejan, al no saberme sentir? La dulzura respondió: ¡Sólo necesitas abrir la puerta de los ojos, el brillo del ser, gritar con las manos, y no esconderte cuando estoy presente. Así, los enamorados te pueden sentir Fuertemente! La sensualidad y la dulzura se abrazaron toda una vida y muerte. (En esos momentos, cuando estábamos tú y yo, como voy solo en estos momentos, se notó lo mucho que puedes entregar sin necesidad de sentir miedo) Juega con los nervios, apóyalos en nuestra cercanía y distancia, amémonos totalmente y sensualmente.

Tres Hojas y una Flor

Los pasos se hacían más fuertes, cuando se conectaban y se desconectaban, del suelo ladrillado, el alrededor se encontraba de mañana, y llegando al ascensor, entra, quien va a ser la columna más hermosa de esta historia. Por otro lado, en el otro ascensor que iba ya subiendo, se cruzaban cuatro ojos de manera examinada, unos negros, otros grises, enfocando vestimenta después, superficialmente los grises, y siguiendo los negros a éstas miradas, un poco humillantes. Aquél de ojos grises llámese “Diego”, conocido por los suyos con seudónimo “El Traque”, inspirando respeto basado en el miedo, que producen sus actos si se llegase a enojar. Estaba en sexto semestre de Derecho, y sus notas eran el resultado de una amenaza, a cada profesor, éstos también sabían, que no podían contrariar a su amigable alumno, mucho menos el Decano, quien era su padre. En el séptimo piso del bloque F, Diego sale del ascensor, y dirigiéndose hacia el salón 703, ve bajar por las escaleras una flor, que sin marchitarse le sonríe, y cruzando por su lado, el aroma de lo ondulado, rimaba con el encanto que se había depositado, inmediatamente en Diego. Diego le dice: “Hasta luego”, pero su cabello se había encubierto, y cerrando la puerta esa flor, condujo a la otra puerta, a cerrarse en silencio. “Veo a mi alma fuera de mí, perseguir a aquella criatura femenina, que ha visto dirigirse a la cafetería, a comprar una botella de agua, y salir, y bajar hacia el octavo piso, y devolverse hacia mí de nuevo mi alma, pues quien se había quedado inerte, la estaba esperando para volver a vivir” Decía, el de los ojos negros. Ese día, en la plazoleta central, la tarima animada, animaba a los estudiantes acercarse, entre muchas flores y muchas hojas (bueno, esta bien, digo su nombre) “Emma”, que por su sonría, conversaba con sus amigas, estando sentadas sobre los muros. Diego, por su parte, hablaba por celular, negociando algo a lo mejor, y brillando su cadena de cuello colgada, detiene su voz otra vez al observar a esta flor, besarse con una hoja que se había acercado a ella. El celular quedó hecho pedazos, pero en más partes, cada una más que otra, quedaría la figura de Felipe, por las consecuencias de su acto, convertidas en venganza hacia Diego. Felipe se despide de esa flor con un beso, un volcán estalla en el corazón de Diego, quien lo persigue. Los amigos de Diego notaron esa actitud, entre ellos Sebastián, sospecha que su aliado ha encontrado el amor, enseguida corre por el callejón más oscuro de la capilla, y con intención, finge chocarse con Felipe, a quien de un golpe con el suelo es dado muerto. Nadie vio quién lo chocó, excepto Diego, quien prosiguiera su camino al ascensor. “Voy ahora con mi alma junta de nuevo, impregnado de esa imagen, que deseo recopilar a cada instante, pensando que sólo allí se dio ese encuentro, en mi mente” Decía en sus adentros el de los ojos negros, que iba bajando las escaleras del segundo piso. Enseguida, escuchó un grito, esto hizo aligerar sus pasos, con otros pasos que se cruzaron a su lado, aun más rápidos y de quien no alcanzó a ver, La multitud, semejante a un pozo de agua, no permitía ver lo que estaba en el suelo. El sonido de ese grito, llegó hasta las afueras del edificio, porque se había fusionado, con el que emanaba de la tarima, y del coro de estudiantes que cantaban. Por coincidencia, (¡Oh!, herramienta más falaz que utilizas tú, destino, que confundes la ilusión con la esperanza) Emma, se separa de sus amigas, y esa voz en el despido, por primera vez escuchada en esta historia, deja sin palabras, a cualquiera que las estuviera leyendo en su pensar. Gira a la izquierda, entonces, a lo lejos, vislumbra un cuerpo alzado boca arriba, con el rostro empapado de dulce sangre, y reconoce en esa imagen a Felipe. Corriendo tristemente hacia él, la multitud no la dejaba acercarse, y su alma se partía, y su cuerpo se caía, el suelo estaba feliz por sostener aquél monumento. Pero no se cumplió esto, pues antes de desvanecerse su alma, otra alma la había reconocido, y a una velocidad sin tiempo, ya la estaba sosteniendo, las únicas que cayeron al suelo, fueron unas lágrimas que gota a gota se lloraban. Cuando Diego salió del ascensor, en el noveno piso, empezó a escuchar unos saltos, y era Sebastián con su cadena pálida y sin brillo, así estaría también su interior ¿Por qué lo hiciste?, preguntó Diego !No es menester que mi odio lo hayas aplacado tú, y no yo! Sebastián, sin aliento, se desmaya ¡Despierta!, ¡Despierta!, alma mía”. Emma no quería abrir sus ojos, mas sí estaba dispuesta, a seguir escuchando esa voz que le hablaba, porque le decía tantas cosas bellas, que la muerte de Felipe se había muerto en ella. Al separar por fin sus tan curvas pestañas, que estando unidas, no eran sostenibles de lágrimas, sino recipientes de la brisa del viento, así como el punto blanco más grande, que se hace en el firmamento en la noche, pero al contrario, Emma miró esos dos puntos negros, que estaban impacientes por el de los suyos, azules océano ¿Estoy en el cielo en éstos momentos? Preguntó Emma ¡Porque acabé de amar, hace no sé cuánto tiempo exacto, y me sentí morir, pero lo que observo igualmente ahora, me está haciendo volver a amar”. Las amigas de esa flor la tomaron, cuando alguien, les contó que Emma se aislaba a no mucho, y desesperadas encaminaron. Como cuando se camina hacia el frente, y el pensamiento sigue viendo lo que está atrás, Emma se alejaba, y el de los ojos negros ya no necesitaba, que su alma saliera de él, para irse tras ella, puesto que, la ilusión la retuvo. Camilo había, “In Fraganti”, visto lo que a oídos de Diego sería llevado. Estos oídos, podridos por esa noticia, más el humo del cigarrillo que sería su aire, hicieron de sordos a las palabras de Sebastián, que se encontraba mejor, y que le estaba aconsejando no cometer, nada ajeno a la cordura. Tenía un revólver en su maleta, luego nunca entraba a biblioteca, “el sol dejó de brillar y las nubes cubrieron el azul”, el odio en todo su furor caminaba lentamente, como hoja seca frente al fuego. Cuatro ojos eran uno solo esa tarde, el destino había sido vencido, la coincidencia se había convertido en certidumbre. El azul océano y el negro se amaban, mientras se acariciaban. Emma se acordó por un instante de Felipe, y paró de sonreír, “el sol dejó de brillar y las nubes cubrieron el azul”, con un beso se disipó ese infierno y con un disparo se reunieron los abismos. El de los ojos negros se había agachado, para recoger una sola lágrima, que había caído de Emma, y mientras se agachaba le decía, que nunca el suelo jamás volvería a sentir, un néctar de tan divina especie, más el suelo, obtendría por otro lado cada esencia, de esa columna perfecta y bella, creada por la naturaleza, por una bala que quitaría la vida a un instante, de perpetuo amor humano. Emma al caer, no preguntó su nombre, pero regocijada hasta la excitación extrema, por esos ojos negros, sólo alcanzó a decir un “Te amo”, y “Gracias por salvarme”, a aquél que correría inmediatamente al bloque B, después de despedirse de un beso, al cuarto piso, y parándose en el último tubo redondo, salta, acompañado de un grito que se silenciaría, con un golpe al suelo, más estruendoso que el disparo, que había quitado la vida a esa flor, llamada Emma. “Y sus almas se reunieron en el infinito, que no se puede ver en esta vida”, pero, en esta vida, “El Traque” continuó inspirando miedo, sólo eso, y su “Hasta luego”, sigue merodeando a más flores, que se marchitan al verlo venir.

Supermercado de los Sentimientos

Tengo que ir a comprar mi alma. Estoy en el supermercado de los sentimientos, de mentes y de carne. Cada libra de aprecio, equivale a lo que ganamos trabajando en un año. Éste sabroso producto, se da en la costa de Otro, y el calor sobrepasa, los treinta espaldarazos centígrados. ¡Señor, buenas tardes! ¿Podría usted decirme, en qué lugar, podría yo encontrar ese lugar, y si podría él sentirme a mí, el amor? Al fondo a la derecha. ¿Podría usted mentirme, en qué vacío, podría yo perderme, en el vacío, y si podría él rechazarme a otro, el amor? Al fondo a la izquierda. ¿Podría usted subirme, en qué montaña, podría yo caerme, en la montaña, y si podría él pesar sobre mí, el amor? Al fondo arriba. ¡Señor, por último! ¿Podría yo bajarme, de sus garras, podría usted soltarme, sin herirme, y si podría él sujetarme cuando muera, Señor, el amor? Lo de abajo, ya no tiene fondo.

5 Años Después

La vida no sirve sino para otra cosa que imaginar, esos momentos debemos aprovecharlos con ideas. Porque el después es título de tragedias. Frente a mis ojos el dulce nido de la tierra, que ante los tuyos es azul, y al final un abismo antepasado. Todo es una idea y nada es un hecho, al amor le costó averiguar esto, porque cada vez que respiramos, deberíamos descubrir que no sirve vivir, sin poseer la vida. Ella nos recoge cuando caemos a las estrellas, de abajo hacia arriba. ¡Qué engaño! La muerte es la única que podría revelarme el secreto de la vida, porque no siento el alma como amiga, ella es tan cobarde que se esconde tras mío. ¡Oh, qué bien! El alma nos tiene secretos reservados, y el cuerpo nos muestra mentiras ideadas. “Compañeros míos”, decía un niño que quería conocer el Hades, ¿No será mejor la muerte? Ya no quiero ser grande, es la suma de nuestra infancia con la vejez, nadie ama la vejez, eso es lo que me da miedo, debe ser el paraíso lo que se encuentra en ella, y la vida, Dios, ¡escúchame! (Venía diciendo) Escala descendiente que relajas mis nervios, y eres tú, Muerte, tu voz es el fonema convertido en eco, enterrado en la noche, por lágrimas de nieve. La mujer no es perfecta en dos cosas, en no existir en los sueños, y en amar hasta la vida y no en la muerte. Tengo que entenderte respiración, no entiendo por qué empujas, tanto aire, a una piedra sin pulmón. Deberías alimentar a los muertos, ellos comprometidos, darán paga a tus servicios. No entiendo, Dios, ¿Eres Sordo? No lo eres.

La Tierraquincesa

En la noche una sola gota de luz es capaz de producirle sueño a las estrellas, y ellas, como princesas secundarias, cierran sus ojos muy brillantes. Una de todas estas auroras, decidió no cerrar sus ojos, y como buena iluminadora, atravesó las líneas que rodean el espacio. A su alrededor, pasaban rocas gigantes, que intentaban quitarla de su camino, pero con su brillo las derretía. En el suelo de algún lugar, se escuchó una muy fuerte explosión, y todos los duendecitos color azul rosa, salieron al encuentro de semejante ruido. Pepicumplido le dice a Cejipeludín: ¡Oye!, ¡despierta!, ¡despierta, que acaba de explotar algo! (Se levanta Pepicumplido de la cama y se asoma a la ventana) Sus ojos se hicieron tan grandes como el sol, cuando observó en la ventana, a una multitud de duendes, que contemplaban un objeto muy grande y brillante. Pepicumplido desesperado, se puso rápidamente sus peluches de goma, y salió a ver qué ocurría, todos estaban a la expectativa de lo que pasaba, hubo un silencio largo. Y entonces, empezó a temblar fuerte, y cada vez más fuerte. Una pareja de Duendenovios caminaban enamoradamente. Los dos, tenían contadas las estrellas, se estaban acariciando las orejitas, cuando Duendenovia lanzó un gran grito: ¡Mi Duendeamor, hace falta una estrella! Sí, tienes razón, pero, ¿Qué hacemos?, mi Duendequerida. ¡Eso significa, que esta noche en el firmamento habrá alguna fiesta, porque siempre que hace falta una estrella, es porque ha sido obsequiada a una linda y hermosa Tierraquincesa! Mi Duendeamor, no te preocupes, lo que tenemos que hacer, es volver al pueblo, y decirle a todos los duendes lo que ha pasado. Pepicumplido pensaba y pensaba, y se preguntaba por el paradero de Duendeamor y Duendequerida. Mientras tanto Cejipeludín, de tanto dormir y moverse se cae de la cama, abre sus ojos, ve que Pepicumplido ha salido, toma sus pastillas mágicas, porque está enfermito del corazón, se pone sus botas de aserrín, y su gorrito de lana. Sale a la Calle de los Detalles, en la cual están todavía los duendes reunidos observando el objeto. Cejipeludín, en sus murmullos dice: ¡Otra vez! (Mira el cielo color negro blanco) ¡Pepicumplido, ven porque tenemos que alistarnos esta noche, alguna Tierraquincesa bella, soñará con ser mujer y niña al tiempo! ¡Prepararé mi contrabajo, y tú toca la flauta, que los otros duendes no tienen ni idea de lo que está pasando! (Pepicumplido entra a la Duendechozita con Cejipeludín) Duendequerida se hace en el centro del objeto, y le dice a todos los duendes lo que ha ocurrido: ¡Señoras y Señores Duendes, están deleitando, lo que a una Tierraquincesa ha sido obsequiado! ¡Lo que tenemos que hacer a esta estrella, es bañarla con el ungüento de la eterna felicidad! ¡Después, llevarla y colocarla en el corazón de su dueña! (Duendeamor ha ido a buscar a Pepicumplido y Cejipeludín) En sus adentros Duendequerida, se acordaba del día, en que la vida de una Niñamujerduende es el más feliz. (Se le pasaba por la cabeza, que ese día tocó el violín en el bosque, como nunca, después el arco se convirtió en un helado gigante y muy dulce) ¡Bueno, espero que aquella Tierraquincesa sea muy feliz para siempre! Duendeamor dice: ¡Duendequerida, abre los ojos, ya estamos listos, Pepicumplido, Cejipeludín y yo hemos organizado la serenata para la Tierraquincesa! ¡Tú con el violín, Pepicumplido, la flauta, Cejipeludín, el contrabajo, y yo, con ¡Mmm!, yo los veo! (Los cuatro Duendecitos se alistan para su viaje con los instrumentos. Y todos los otros Duendes, con su fuerza llevan la estrella por la Calle de los Detalles) Pepicumplido caminaba tocando con su flauta una canción de Rachmaninov. Se acercó al Árbol de los Recuerdos en el que vivía el Hada de la Memoria. Hada: ¡Hola Pepicumplido, cómo estas! Duende: ¡Bien, señora Hada! Duende: ¿Podría darme uno de esos objetos que encantan a las Tierraquincesas, para que guarden todas sus vivencias? Hada: Toma, es la última que me queda. Duende: ¡Gracias, espero que le guste mucho! La entrada principal de la Calle de los Detalles, está rodeada por estatuas ancestrales, de los duendes más antiguos, de la época clásica en el universo, cuando el silencio hablaba, y no podía parar de hablar, estaba personificado, el piso se acomodaba a las botas de aserrín, pues, estaban de moda, de ancho, se encontraba a cinco zapatos de humano, este mundo era muy pequeño. Duendequerida estaba tocando Preludio Obsesivo de Bach, iba como en la mitad, en la parte más sustanciosa, alguien la observaba desde la esquina de una duendechozita, el reflejo en forma de sombra, la asustó, la intimidó y paró de tocar, su infancia se resumió en una adolescencia confundida. ¡No puede ser un Troll, desde que Súperduende los desterró, ellos no volvieron a aparecer! ¡Aunque, habían pasado tantos duendeaños, después de eso! Así que se sentó, y se refugió en el pensamiento de Duendeamor, que aunque no tocara ningún instrumento, interpretaba la melodía más hermosa que haya podido escucharse. Se llama: “Tocata para el Corazón en las Siete Notas Menores y Mayores” Pasaron dos segundos, (un segundo para los duendes, es como para los humanos, una hora) Pepicumplido iba contento, caminando, con el jarrón de los recuerdos, que le había regalado el hada, y recordaba, las últimas palabras que le hubo dicho. Recuerda esto muy bien: ¡Una estrella para una Tierraquincesa, significa un reconfortamiento de su alma, no va involucrada la voluntad, no contiene sentimientos! ¡En cambio, el jarrón de los recuerdos, sí proporciona todo eso. Quien la entrega de regalo debe superar las cinco pruebas del enamoramiento! Me acuerdo cuando Duendeamor llegó hasta mí, hace muchos duendedías, y me pidió lo mismo que tú. En ese tiempo, tenía muchos jarrones de los recuerdos. La primera prueba se llama “la conquista visual” Consiste en que tendrás que ser ciego, tus ojos se deberán dejar invadir por el poder de la espina terrenal, que se produce en los sauces llorones. Ellos, se encuentran en la zona Trollnorte. Para llegar hasta allí, deberás cruzar al otro lado del duenderío, que separa el mundo de los Duendes y el de los Troll, es muy arriesgado, (como lo primero entra por los ojos) Una vez en aquel lugar, hablarás en idioma Troll, diciendo en forma de petición, la siguiente plegaria: “Espina que encadena mis visiones, frota sobre la superficie de mis ojos tus caricias, aclárame el concepto que tengo del amor, y rasga mi confusión de lo que es real y lo que no es” Entonces, aquella espina vendrá hacia ti, y primero te mostrará lo que quieres ver, antes de cumplir su función, que es darte a conocer el interior verdadero, de la duendemujer que amas. Pepicumplido: Y, ¿Cómo sabré de las otras pruebas? Hada: ¡Una vez, hayas concluido la primera, en tu duendememoria apareceré, y te haré saber lo que sigue. Por el momento, conserva la alegría, y ve tranquilo pero seguro, que esta primera prueba te convertirá en un observador de corazones! Pepicumplido: ¿Observador de corazones? Hada: ¡Sí. Este es el primer poder de enamoramiento duendeseguro, sabrás con quién vas a estar, el resto de tu vida! Lentamente, como las tentaciones y los problemas se acercan, este mounstro de las Trolltinieblas, de forma invisible, (pues los Troll pueden transformarse) se va a acercando a Duendequerida, quien en el asombro de esta presencia, estaba recostada contra una pared de una duendechozita. La toma por los pequeñipies, con su fuerza la lanza hacia lo alto, dispara con sus Trollgarras el fuerte hechizo del Trollcongelamiento. Y desde sus entrañas, hasta la superficie de su duendecuerpecito, queda congelada con el hielo de la Trollmuertegrisoscura. Duendeamor llega a la Calle de los Detalles, pues había quedado de encontrarse con Duendequerida. En sus profundas duendecitas, a pocos duendemetros, observa lo acontecido, grita: ¡No! Y prepara su duenderayo para atacar al Troll malvado. Pero éste recibiendo el cuerpo de Duendequerida, ya congelada entre sus brazos, desaparece. Duendeamor se refugia en la más profunda tristeza, y, acostándose en el suelo de aquel hermoso lugar, rompe con lágrimas el universo. En el Duendepueblo, Cejipeludín se encontraba reparando su contrabajo, pues cuando lo estaba interpretando, sintió un ardor en su corazón. Este impulso lo llevó a caer, encima del instrumento, partiendo en mitad lo que para él, significaba su otra parte. Primero, se dirigió a la duendetienda, llamada Músicaduendelandia, que era atendida por un señorduendebarbado, de unos quinientos treinta y seis mil quinientos cincuenta segundos de edad. Un lugar duendemágico, se encontraban todos los instrumentos. Cejipeludín le preguntó cómo arreglaría su contrabajo. El señor llamado Cuchinotín, le ofreció un tarrito que contenía, sangreamor de lágrimas de duendeunicornio, que sirve para reparar cualquier instrumento. Por otro lado, los demás duendes llevaban la estrella de la Tierraquincesa, por la Calle de los Detalles. A unos pocos duendemetros, se encontraba Duendeamor en el suelo, así que los duendes pararon, y dejaron la estrella para ayudarlo y duendeconsolarlo. De repente, aparecieron varios Troll. Los duendes, de igual manera que Duendeamor, se asustaron. Con sus trollpiñones los atacaron, y robaron la estrella de la Tierraquincesa. Varios duendes murieron, Duendeamor quedó herido. Pepicumplido se acercaba a la Calle de los Detalles, cuando vio a los duendes tirados en el suelo, y a Duendeamor lamentándose, corrió rápido hacia ellos. Rompió en lágrimas su duendealma. Duendeamor, le dijo que había desaparecido, tanto Duendequerida como la estrella de la Tierraquincesa. Era como si la existencia de un duende, no tuviera sentido. Su nostalgia expresaba interrogantes, de dolor, hacia DuendeDios. Después de arreglarlo, Cejipeludín se alistó para salir y acompañar a sus duendeamigos, en la Calle de los Detalles. Así que, buscó sus pastillas mágicas, y no las encontró, se intranquilizó. No se explicaba cómo las había podido perder.

La Obsesión

Le pregunta el Psiquiatra: – ¿Por qué no puede dejar de pensar? «Porque el naufragio subrepticio de mi mente se arrodilla ante la metonimia de la realidad que no quiero» – ¿Puede dormir bien? «No» – ¿Por qué? «Porque no soy el psicólogo que no tiene sueños, ellos abundan cuando estoy despierto, me gusta sentirlos y vivirlos virtualmente, por eso no puedo dormir» – ¿Se ha enamorado alguna vez? «Sí» – y, ¿Qué sintió? «Se combinó en mi interior lo romántico con el sufrimiento, lo trascendental con el pasado, lo pasivo con lo tormentoso, y lo que se despierta con lo que está dormido» El Paciente cambia de lugar con el Psiquiatra, y le comienza a hacer una pregunta: – ¿Por qué no puede dejar de pensar? «Porque no vivo mi vida, sino la de las demás personas que ante su realidad predomina el desorden» – ¿Puede dormir bien? «Sí» – ¿Se ha enamorado alguna vez? «Sí» – y, ¿Qué sintió? «Que todo fue un sueño, siempre estuve dormido, y no hubo dentro de mí combinaciones opuestas» El paciente se asomó por la ventana de aquel cuarto, dándole la espalda al Psiquiatra, estaba haciendo sol. De un momento a otro, decidió saltar. El Psiquiatra asombrado, corrió rápido hacia la ventana. Y mirando caer al Paciente le gritó: – ¿Por qué no puede dejar de pensar? «Porque mi imaginación vuela» Cayendo, cayendo, cayendo, la muerte lo acogió en sus brazos. MORALEJA: «Podemos ponernos en el lugar de todas las personas, pero no en todos los casos»

¡Íbamos Caminando por el Parque!…

Ella: ¡Está haciendo mucho calor! Él: De repente el calor se hizo. Ella: ¡Está invisible el viento! Él: Surgió un torbellino en el centro. Ella: ¡Está cayendo la montaña de hojas! Él: Se prepara la faceta del invierno. Ella: ¡Está oscuro el sol! Él: Nació la noche. Ella: ¡Está la luna mostrando su otra cara! Él: Al fin gira el todo en la nada. Ella: ¿Me estás prestando atención? Él: La luna no necesita verme dos veces. Él: Disculpa, ¿En qué íbamos? Ella: Te decía que por qué tantos niños muertos, por qué los esposos abandonan a sus esposas, por qué ayer murió Marisol, mi gatita. ¿Por qué estamos peleando y tú no me das la cara? Él: ¡No mal entiendas esto, si bien entiendes esto! Ella: De repente el calor se hizo. Él: ¡Está como opaco el tiempo! Ella: Surgió un torbellino en el centro. Él: ¡Está sangrando mi pecho! Ella: Se prepara la faceta del invierno. Él: ¡Está la luna llorando y sus lágrimas no son de agua! Ella: ¡Oye, por qué me besas tanto! Él: Amo, más no peleo; peleo menos, sí amo. Ella: ¿En qué íbamos?…


Nota del autor: «Espero que disfruten y sea de buen provecho esta primera parte de Cuentos Cartas y Poesía»

Kenneth Giovanny Parra Álvarez

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