Estoy cansado, muy cansado. Qué se supone que esperan de mí cuando se está tan cansado, acaso no se me oye jadear. No por ello, sin embargo, se puede estar tan cansado como cansinamente cansado estoy.

Estas letras no alcanzar a llevar mi mensaje, mas a estas letras encomiendo mis postreras palabras de tan cansada boca que no está tullida por desgano más que por función. Mi nariz, no obstante, es otra de las partes más cansadas de mi cuerpo, al menos es la parte visible más cansada, se lleva ahí, por añadidura, a toda la respiración intrínseca. Su cansancio define a mi persona, yo no puedo ser explicado sino por tan ociosa respiración. Cuando se piensa en este esfuerzo sobrehumano del cuerpo, asusta el saber cuánto cuesta estar vivo. Cualquier malfunción, por minúscula que sea, en cualquier órgano del sistema, corrompe la delicada labor que entretejen las veladas manos del Dios ulterior; mi herida también comparte mi cansancio, se ha cansado de sangrar; las costras interiores me afligen atrozmente, se han cansado de esperar olvidadas en estigmas cerebrales de contrición. Han olvidado su lugar, su caer eventual, su higiénica función.

Hasta estos adentros colijo mis atrocidades, probablemente, todavía más al interior del recipiente, en el claroscuro de mis entrañas, me aguardan más calamidades; ruego conque me sean vedadas.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS