Me esmeré en conservar el absoluto silencio al apoyar la taza para que no te despiertes. Le dediqué a eso un tiempo considerable. Observé la huella que había quedado antes en la mesa de luz y la hice coincidir mientras contenía la respiración. Su sombra se alargaba sobre la pared y llegaba hasta tus zapatos.
Dormirás hasta mañana.
Había bebido hasta el último sorbo de té. Luego, saborearé tu aliento en mi almohada.
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