Salí con un amigo y ligó enseguida.
Me senté en el sofá y me lié un cigarrillo pensando en irme. Y justo llega una amiga que venía con un chico guapísimo. Nos presentó y actuó de celestina.
Después de algunas copas y muchas risas, en medio de la gente, mientras sonaba jazz latino, pactó conmigo que iba a darme el mejor beso que jamás me habían dado.
Y me besó.
Fue decidido y delicado, intenso pero suave, sensual y largo.
De pronto, se separa. Se lleva la mano a la cabeza. Me mira compungido y dice:
-Perdona, creo que me he mareado…
Y fascinada, le digo
-¡No me extraña!
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