El fuego todo lo consume, todo lo abraza, todo lo engulle. No tiene escrúpulos el fuego, no piensa. Tampoco tiene forma de saciarse. Come, avanza buscando mas… ambicioso y casi indetenible. Porque sólo disminuye cuando ya no tiene nada que quemar. 

Entonces, tras la premonición de la escasez se aturde, se ciega del hambre y sabiéndose sólo termina enrollándose como un caracol para comerse a si mismo en un bucle interminable donde es combustible, material y combustión.

Cuando se come a si mismo… ¿adónde se va?, se que no desaparece porque siento su calor que me sigue quemando. 

Yo, incendiario desarmado, piromaníaco sin empleo, me quedo en un rincón, viendo con nostalgia como se adirmecen las cenizas y florece el gris de los carbones.

Me sirvo por trocitos los recuerdos de este sueño. Y es tan intangible como un trozo de algodón de azúcar, que se deshace en la boca y se diluye sin darte oportunidad de retenerlo… El recuerdo de un sueño. ¿Habrase visto algo mas etéreo que esto?

Extraño los días en los que sentía que te hacía falta…

Y no es un reproche, mas bien es un lamento que se me ha resbalado en medio del silencio dejando este alboroto de palabras.

Voy tratando de aprender y de entender. 

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