Junto a una pensión
llamada «El Oráculo»,
en el templo de Dionisio:
«Oráculo de Apolo,
a tus palabras me aboco
y escucho».
Ahora, muchos años después,
también tienes templo
para albergar nuestros dioses.
Lejos estás de Didima.
Lejos estás
de la Turquía ancestral.
Ahora que puedes ver
con suficiente claridad,
no pensarás que ese viaje
fue mera casualidad.
Esa fue tu introducción
al mundo antiguo y bello
en la tierra de los dioses anttiguos.
Esos fueron los campos
que Hecate recorrió.
Fue amada y reverenciada
en esas lejanas tierras.
Hecate fue amada
en esos mundos distintos
al que ahora habitas.
Ya entonces,Hecate lo sabía.
Sabía de este templo en la quebrada,
en este lejano país,
al final de este planeta.
La espera fué sólo
una fracción de tiempo para ella.
Fueron años para ti.
Hecate lo dice,
dice que guiar al que busca
no es tan fácil.
De hecho, es muy difícil
ya que implica esperar
por un cambio de conciencia.
Ningún paso dado,
ningún viaje emprendido,
ha sido vano turisteo.
Todo ha sido
recorrer viejos caminos
para así el alma despertar
a la verdad eterna.
La verdad de un alma
en búsqueda
de su espiritualidad.
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