Último atardecer


Y aún lo recuerdo, a pesar del remordimiento que me genera, aún conservo esos recuerdos en lo más profundo de mi preconsciente, que perpetuamente vuelven a mi conciencia, repetidas veces.

La imagen tan clara que tengo del sol que golpeaba suavemente tu piel haciéndola brillar tan hermosamente.

Estábamos sentados en nuestro pequeño campo, en la cima de una colina, y a lo lejos divisaba una casa de madera, a la orilla de un rio.

El aire frío nos atravesaba el cuerpo, pero no nos importaba.

Recuerdo la calidez de tu mano sobre la mía, y la forma en como tus ojos se posaban en mi.

Nos recostamos en la hierba tibia, y a los lejos se sentía el resonar de un disco de los años 80, con la canción favorita de mi padre; quede embelesada con la voz ronca de aquel cantante y me sumí en el transe hipnótico de las cuerdas de la guitarra que resonaban tan claramente. Y en ese instante sentí que el planeta quedo en calma.

Te mire de repente, y me sorprendió una lagrima que recorrió rápidamente tu rostro, tus ojos, antes intensos, se sumieron en la tristeza, y me abrazaste fugazmente, repitiéndome suave y lentamente en mi oído.

– lo lamento, enserio lo lamento.

Mi rostro oculto en tu pecho, aspirando el dulce olor de tu colonia, sintiendo el calor de tu cuerpo, y la fuerza de tus brazos.

Y en ese instante supe que era el final; y no, no tuve que preguntar un porque, ni pedir explicación alguna, reprimí mi enojo y solo, solo quedo una profunda melancolía.

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