La primera vez

Si ahí estaba yo, en esa vorágine de ensueño, dudando si era real o no. Todo parecía moverse tan rápido mientras yo transitaba en cámara lenta intentando asimilar con candor cada ínfimo segundo de esa, mi primera vez.

Había pasado tantas noches de insomnio recreando cada detalle del momento, cambié mil y un veces de color, de escenario, de sabor, de aroma, de música sin embargo la esencia era la misma: inmutable y divina.

Si, ahí estaba yo, era el viaje de mi vida, ese que me platiqué en secreto para que nadie lo deshaga con sus críticas, para que nadie lo manche de burla, para que nadie lo ensucie de pesimismo. Era la aventura del héroe, tal cuál, inició con una llamada al corazón, al instinto, de esas voces que no se pueden callar pero no se pueden decir, sólo se sienten. Lloré de miedo, de angustia, de emoción, fui presa de la locura de desconocerme, quise gritar, bailar, brincar pero no hice nada, sólo viví, sólo supe.

Si, ahí estaba yo, haciendo el recuento culposo de todas las veces que me eché pa´trás, tirando mis propias ilusiones a la basura, no sea que después me duela más la decepción. Claro que había escuchado de la ley de atracción, del poder mental, del decreto y de todas esas patrañas que quedan como anillo al dedo a quienes venden algo, podría ser cierto pero yo le puse la etiqueta de “no se”.

Si ahí estaba yo, gracias a un paso a un pequeño paso o a un enorme brinco, gracias a un momento de valentía que me lanzó al vacío y ya no tuve más forma de regresar. Morí al caer, morí de vértigo, morí de miedo, morí de mi.

Si ahí estaba yo y si ahí estabas tú, eras el único silencio en todo el estruendo, eras la única luz en la oscuridad del túnel, eras la pieza perfecta del rompecabezas, eras la base perfecta para recargar mis nubes, eras el pié que bajas de la cama cuando la embriaguez marea.

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Si ahí estaba yo, volví a vivir, me recuperé, me reencontré, una vez más reconocí quién era yo, esa la que se perdió entre tantas dudas, regresé a la vorágine del sueño, al viaje de mi vida, a la primera vez, pero ahora todo era distinto, era fresco, diáfano, amplio y sútil. El panorama era inmenso, por primera vez contemplé las infinitas posibilidades, abrí puertas, construí puentes, me creí.

No ahí no estaba yo, me fundí en el momento, me convertí en lo que siempre quise pero nunca me atreví, ahora era más tu y menos yo, ahora éramos uno. Sólo nos tomamos de la mano y volvimos a saltar, con el mismo miedo de morir y con la misma certeza de nacer otra vez, haciendo de la primera vez un viaje interminable: el viaje de mi vida.

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