Estado de Alarma – IIII

Estado de Alarma – IIII

@naturalevayoga

31/03/2020

22/03/20

La noche de ayer fue mágica, sobre la media noche apareció una lluvia que limpió aún más el poco rastro humano que queda en la calle. Salí por la ventana y me retiré la capucha para saciar la necesidad de sentir la naturaleza golpearme la cara – mientras escucho un audiolibro de Emerson- bajo la oscura noche en la cual ya no nos permiten ver – según la clase social que tengas-  la belleza y la luz plateada de la luna. Echo en falta a mi compañera nocturna y sus caras. Como si me faltara una guía en esta noche oscura que me atrapa.

El placer indescriptible de que algo tan pequeño como es una gota de agua te pueda llenar el alma es asombroso. Me eché a los pies de la cama, en transversal y deje la cabeza caer cerca de la ventana abierta de par en par… Así dormí con la cara mojada, las reflexiones de Emerson en mis oídos y en mi imaginación más cercana a mi propia liberación interior. Así con los ojos cerrados y muchas gotas reposando en mis parpados aparecí en un prado, y pude percibir una fina lluvia de primavera, en un acolchado campo.

Pase la mañana muy tranquila, apartando la sobrecarga del teléfono y centrándome en mi bienestar personal. Desayunamos tranquilas y bali se quedó tomando el sol. Me pase la mañana escuchando a Séneca sobre la brevedad de la vida, medité, respire, y me ayudó a crear más espacio en mi interior.

La tarde avanza tranquila, algo de ruido en el exterior. Sobre las seis de la tarde paso el jeep de protección civil con su lema “para frenar la pandemia del covid 19 quédate en casa”. Algo de movimiento humano que nos recuerda a los de la urbanización que sigue habiendo vida fuera

Los pájaros cantan en pleno atardecer, y tras ellos suena en la comunidad unos bellos pasos dobles que me recuerdan a mi infancia en el pueblo. Memorias con olor particular.

23/3/20

El salón huele a tomillo que emanan desde la taza las bolsitas de infusión, la lluvia silenciosa pero incesante salpica los cristales, es la primera vez que puedo observar tantos días de lluvia seguidos en el Sur. Desde que empezó la cuarentena el cielo oscureció y el suelo del patio interior de la comunidad mojado adopta un color teja.

Al sacar a Bali a su paseo rutinario acotado de espacio y tiempo en pleno estado de alarma, ¿Se estará ella cansando de los mismos olores de caminar por lo ya andado? Creo que ella tiene una inteligencia extraordinaria y sabe que algo extraño ocurre.

En pleno paseo consciente un ruido fuerte, casi como un graznido me saca de mis ensoñaciones, miro al cielo y para deleite de mis pupilas y como fenómeno extraordinario dibujadas en el cielo gris aparecen una bandada de gaviotas bailando las unas con las otras, pareciendo que estaban sincronizadas o que sabían exactamente donde iban. Curioso que decidieran aparecer por la urbanización. Llevo año y medio viviendo aquí y jamás las había visto tan cerca de lo urbano y tan lejos del mar.

Quizás las aves están más tranquilas sin nosotros por en medio, mucho más territorio para explorar y volar. Son el recuerdo y la voz de la naturaleza viva ahí fuera. Un símbolo de libertad. Que bella palabra, mucha gente se cree prisionera ahora mismo en esta situación de pandemia, ¿pero acaso la libertad se resume a entrar y salir por la puerta o hacer lo que te viene en gana? Creo que es mucho más extensa la palabra libertad, como un campo verde y extenso, un bosque salvaje o un paraíso natural.

Ya cae la noche y muchas mentes aún se preguntan si esto que estamos viviendo es real, porque parece sacado de una película de terror. Otras mentes quizás estén pensando ¿y esto cuando acabara? Y unas ultimas que no dejan de cuestionarse, ¿Cuándo acabe esto, que ocurrirá?

26/03/20

Hoy me levante con el sol y salí con mi salvoconducto a trabajar, está lloviendo de nuevo una lluvia rítmica y refrescante que hace que nazcan mil cánticos en las copas de los arboles. El aire está cargado, se siente denso y el ambiente hostil. Parece que salimos en unidad a aplaudir y luego ya más cercanos nos miramos con recelo. Las personas se mueven rápido y distantes, los coches de policía no dejan de pasar como el perro pastor que vigila que no se le descantille el rebaño. Casi todos los comercios cerrados y los que aún se mantienen abiertos carecen de vida dentro y presentan largas colas fuera de personas con distancias artificiales, me topé con dos personas aún capaces de sonreír.

La tarde ha transcurrido inerte y conectada en llamadas a otras personas, ¿en qué momento se debe parar el complacer a los demás cuando afecta a tu bienestar personal? Ahora entiendo la frase si no estás bien contigo mismo no puedes estar bien con nadie, siento que ya no tengo nada que contar, que lo que realmente necesito es exprimir el tiempo que me permite esta tragedia global para conocer aún más lo que hay en mí, para drenar si se puede toda la información, toda la toxicidad y supuración del ritmo frenético de la sociedad. Y alcanzar mi virtud interior. Más desprovista de material, más provista de recursos interiores.

Tiempo que necesito para mi persona, para autoconocerme mas, para desaprender y aprender de nuevo cosas que llevaba tiempo queriendo conocer, tiempo para escribir, para leer, tiempos de reflexión y recalibre de emociones, deseos, y vida a ideas generales, momentos para observar los pequeños pero importantes acontecimientos y cambios que percibo desde mi ventana.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS