Dicen que es peligroso, que te destruye desde adentro, que se roba tu aliento, que seca tus pulmones.

Dicen que te hace toser y que cada vez que lo haces arranca de tajo un trozo de tu pecho en el que antes había un sueño, dejando un hueco que arde y que quema.

Soy una especie de portador, tal vez todos lo somos un poco, y todos los días mis anticuerpos libran una batalla para que no me venza. Tratando de mantenerlo en estado recesivo, controlado y a distancia.

Lo llaman cordura, realidad o lógica. Su sintomatologia es extraña y compleja: llena los ojos de kilómetros, inunda los sueños de argumentos y razones, infecta la esperanza de razón y coherencia. Resigna y justifica, se entrega y abandona.

Los espacios cerrados y solos están contraindicados, la ausencia de ti lo propicia, porque permite la proliferación de presentes, la incubación de pensamientos y enrarece el aire, volviéndolo turbio y negativo.

No conozco hasta ahora otro antídoto diferente a tu sonrisa bonita. Otra vacuna distinta a la energía que me fortalece cuando siento que tu también quieres soñar este sueño conmigo. Que también construyes, desde tu orilla, un puente que apunte en mi dirección. Que tus ladrillos y los míos también se buscan.

Tu eres mi único tratamiento y te requiero con urgencia en dosis abundantes. Tomarte, inhalarte, untarte sobre la piel.

Porque si estas aquí me vuelvo inmune. Se elevan mis defensas y sobre todas cosas me atrevo a seguir soñando.

Ven, que sin ti se me infecta la esperanza.

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