En auge de la madrugada yacía despierta,

sentada a la orilla de la cama,

pensando qué me había despertado;

pensando qué me había quitado el sueño.

Recordaba los escritos que te he hecho,

que bueno que todos los has encontrado,

te sorprenderías de lo que eres

cuanta poesía hay de ti y en saberes.

Cuando las luces de la ciudad se apagan,

el cielo se enmudece,

a encontrarse con las estrellas,

de ti el nombre apetecen.

En auge de la mañana mis ojos caen,

hay un sueño ya encontrado,

una poesía viva sobre de tu ser

el día cálido y yo pensando en que decirte…

y que hacer…

-Kristel.

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