Me acuerdo de la panadería de la esquina, íbamos con mi madre a buscar el pan al salir de la escuela, y a veces me compraba un bocadito de crema y chocolate…

Me acuerdo de Vivi, de su pelito rubio, de cómo venía hacia mí, veloz en su triciclo amarillo…

Me acuerdo de la canchita de fútbol del club, y de aquel partido en que hice un gol…

Me acuerdo de la banda de música de la escuela, y del bombo de Marito, de la marcha peronista y de la cara de estupor de aquellos jubilados…

Me acuerdo de aquellas tardes enteras jugando al ping-pong, cuando iba al colegio pero no a las clases…

Me acuerdo de mis zapatos con tacones, mis pantalones acampanados, mi pelo ensortijado, mi exagerada delgadez…

Me acuerdo de la barriga de mi abuelo, asomando en el umbral de la puerta, que yo veía desde la esquina cuando volvía del colegio…

Me acuerdo de la madre de Huguito, aquella noche terrible que a los gritos y entre llantos me lo preguntaba a mí, pero yo tampoco sabía donde estaba…

Me acuerdo de Pepe, sentado en el banco del andén de la estación del subte, con el tablero de go preparado, esperándome…

Me acuerdo de nosotros cuatro, riendo en el parque a las cuatro de la madrugada, olvidándonos que en cuatro horas deberíamos entregar esos trabajos de la facultad…

Me acuerdo de su vaquero azul, de su pelo lacio y largo, de las miradas de todos, y de su aroma en mi coche…

Me acuerdo del viento pegando fuerte en la proa de la lancha, el agua azul transparente, las montañas en el fondo y las casitas dibujadas…

Me acuerdo de tu manito pequeña, redonda, blandita, tus orejas chiquititas, tus ojitos achinados…

Me acuerdo cuando bajaba muy rápido del cerro Dedal, y el lago, allá abajo, no parecía tan grande…

Me acuerdo de mi abuela amasando toda la mañana, y de cómo me quemaba la boca cuando mordía la empanada recién salida de la olla con aceite hirviendo…

Me acuerdo de mi abuela revolviendo la olla de tuco, y la fila de primos esperando que nos dé a cada uno nuestro trozo de pan rojizo y chorreante…

Me acuerdo cuando escondía los trozos de plantas que mi pelota rompía en el patio de casa…

Me acuerdo de ese horrible olor a cloro, del frío de mi bañador mojado, del “más espuma, más espuma” del profesor desquiciado, de mi angustia en la fila del trampolín, de mi terror a la zambullida…y de mi odio profundo a las clases de natación.

Me acuerdo de todas las veces que quise olvidarme de todo lo que me dijiste cuando te pedí que me dejaras olvidarte…

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